martes, febrero 19, 2008

Pakistán: El testamento y las urnas

Hamza Bin Laden
Foto: archivo

Londres (apro).- En una autobiografía póstuma, Benazir Bhutto, exprimera ministra de Pakistán y exlíder de la oposición asesinada en diciembre pasado, denunció al joven Hamza Bin Laden, hijo de Osama Bin Laden, como el líder de un grupo que planeaba matarla, y abordó los desafíos que enfrenta el Islam en el siglo XXI ante una “guerra de civilizaciones” con Occidente.Las revelaciones fueron publicadas dos días antes de las elecciones presidenciales de Pakistán, previstas para este martes 18 de febrero, y en las que, según las más recientes encuestas, el Partido Popular de Pakistán (PPP), que presidía Bhutto, podría quedarse con la victoria. Bhutto, quien fue asesinada el 27 de diciembre mientras abandonaba un mitin político en la ciudad de Rawalpindi, en las cercanías de Islamabad (norte de Pakistán), reveló en su libro póstumo que advirtió tanto al presidente pakistaní, el general Pervez Musharraf, como a un “gobierno musulmán amigo”, acerca de que el joven Hamza Bin Laden, de sólo 16 años, planeaba asesinarla.El nombre del hijo de Bin Laden coincide con informaciones de los servicios de Inteligencia británicos, que sostienen que Hamza estaría preparándose para liderar al grupo Al-Qaeda.En su autobiografía, titulada Reconciliación: Islam, democracia y el Occidente, publicada por la editorial Simon & Schuster, Bhutto escribe:“Me dijeron tanto el régimen de Musharraf como un gobierno musulmán amigo, que cuatro atacantes suicidas intentarían asesinarme. Esta advertencia incluía un escuadrón creado por el mullah Baitullah Mehsud; a Hamza Bin Laden, el hijo de Osama Bin Laden, a militantes de la Mezquita Roja y a un grupo de milicia con sede en Karachi”.Poco se ha sabido de Hamza desde que apareció en un video talibán de Al-Qaeda en 2001. En él advirtió sobre un ataque a un campamento militar pakistaní en el sur de Waziristan, cerca de la frontera con Afganistán.En su libro, Bhutto describe que un ataque suicida con bomba en la caravana que la trasladaba por Karachi el pasado 18 de octubre fue planeado por un atacante que puso explosivos a su hijo para engañar a las autoridades. Contó que el hombre le hizo un gesto para que tomara en brazos al niño, antes de llevarlo cerca de un camión de policía, que explotó poco después.“Yo, como la mayoría de las mujeres en política, busco especialmente mantener mi compostura y nunca demostrar los sentimientos. Mostrar emociones por parte de una mujer en política o en gobierno puede ser interpretado como una señal de debilidad, que refuerce estereotipos y caricaturas”, escribió Bhutto en su libro, días antes de ser asesinada.“Pero cuando descendí del avión en el aeropuerto internacional de Quaid-e-Azam en Karachi, me emocioné mucho. Luego de ocho años de soledad y dificultades en el exilio, no podía frenar las lágrimas que se me escapaban de los ojos”, agregó la líder de la oposición.Según Bhutto, sintió que “un peso terrible” se le había quitado de sus hombros. “Fue una sensación de liberación. Había regresado a casa. Sabía lo que tenía que hacer”, continuó. En su autobiografía, Bhutto cuenta que viajó desde Dubai a Karachi después encargar a su esposo Asif Alí Zardari, --quien quedó, junto con su hijo Bilawal, como líder del PPP-- a sus hijas Bakhtawar y Aseefa.“Asif y yo habíamos tomado una decisión muy difícil y calculada. Sabíamos ambos sobre los peligros de mi regreso, y queríamos asegurarnos de que, sin importarnos lo que pasara, nuestros hijos tendrían a sus padres para que los cuidaran”, continuó.Pero según Bhutto, “el pueblo de Pakistán siempre fue la prioridad”.“Mis hijos lo entendieron y no sólo lo aceptaron, sino que me alentaron a hacerlo. Les dije adiós, sin saber si vería sus caras de nuevo”, agregó vaticinando que en efecto, no los volvería a ver.Benazir contó en su libro que al despedirse de sus hijas, les dijo: “No se preocupen, nada me pasará. Dios me protegerá”.
Vaticinios
El libro se publico dos días antes que la Comisión Electoral de Pakistán denunció “serias cuestiones sobre la imparcialidad” de los comicios nacionales.Dicho organismo, así como el PPP, denunciaron que el gobierno de Musharraf destina fondos públicos para ganar ilegalmente la mayoría de votos en las elecciones nacionales del 18 de febrero. Una de las estrategias es perseguir y arrestar a miembros de la oposición, al tiempo de ayudar con la maquinaria oficial a los candidatos de la gobernante Liga Musulmana de Pakistán-Q (PML-Q). Por ejemplo, el gobierno paga anuncios públicos en periódicos y revistas o solventa costosas presentaciones televisivas.En los comicios, que se pospusieron el pasado 8 de enero, 80 millones de pakistaníes están registrados para elegir a 272 miembros de la Asamblea Nacional.Las elecciones serán mayormente una contienda entre los aliados de Musharraf y los partidos opositores del expremier pakistaní Nawaz Sharif (jefe de la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz, PML-N) y de Bhutto (PPP), ahora a cargo del viudo de Benazir, Asif Ali Zardari.Los analistas consideran que el PPP obtendrá la mayoría en la Asamblea General gracias al llamado voto de simpatía por el asesinato de Bhutto, en tanto que el PML-N podría obtener el segundo lugar, debido a su negativa para pactar con el impopular Musharraf.En la autobiografía a modo de testamento, que generó mucha polémica en Gran Bretaña y Pakistán, Bhutto lanzó “dardos” contra Musharraf y su régimen militar.“Bajo una dictadura militar, Pakistán se ha convertido en el epicentro del movimiento terrorista internacional con dos objetivos primarios: primero, que los extremistas reconstituyan un califato, un Estado que una a la gran comunidad musulmana del mundo, desde Oriente Medio hasta el Golfo Pérsico, Asia, y partes de África; y segundo, que logren llevar a una guerra de civilizaciones entre el Occidente y la interpretación del Islam que rechaza el pluralismo y la modernidad”, subrayó Bhutto. Para ella el objetivo de estos extremistas “es la colisión, la explosión entre los valores del Occidente, y lo que ellos llaman los valores del Islam”. “Muy pocos en el avión que me trasladaba desde Dubai a Karachi sabían que en mi portafolios llevaba conmigo el manuscrito de este libro que explora la crisis dual que confronta al mundo islámico, tanto interna como de forma externa”, agregó.Y a modo de vaticinio, subrayó: “A pocas horas de mi llegada a Pakistán, algunas de estas páginas serán simbólicamente quemadas por fuego y manchadas con sangre y partes de cuerpos desmembrados de atentados terroristas devastadores”.
Metáforas
El 18 de octubre de 2007, la exprimera ministra paquistaní retornó a Karachi después de ocho años de exilio en Dubai y Londres. Su regreso a Pakistán estuvo enmarcado en un acuerdo con el presidente Musharraf, quien promulgó una ordenanza que anulaba los casos de corrupción abiertos en contra de la expremier. Ese pacto se concluyó antes de las elecciones presidenciales del 6 de octubre de 2007, en las cuales Pervez Musharraf obtuvo la mayoría de votos.El mismo día de su regreso a Pakistán, la comitiva que acompañaba a Bhutto sufrió una serie de atentados en Karachi, que terminaron con un saldo de 179 personas muertas y más de 400 heridos.“La carnicería que acompañó la jubilosa celebración por mi regreso fue una metáfora horrible de la crisis que enfrentamos y de la necesidad de un renacimiento iluminista tanto dentro del Islam, como entre el Islam y el resto del mundo. “Cuando regresé, no sabía si viviría o sería asesinada. Sabía que algunos elementos de la sociedad pakistaní que habían colisionado para destruir a mi padre, Zulfikar Ali Bhutto, y terminar con la democracia en Pakistán en 1977, estaban ahora complotando contra mí con el mismo propósito que hace 30 años”, subrayó Benazir.Y denunció que muchas de las personas que colaboraron con anteriores juntas militares en el asesinato de Zulfikar, “están ahora arraigadas al régimen de Musharraf y al aparato de Inteligencia”.“No podría haber recibido una declaración más dramática que el reciente anuncio del general Musharraf sobre el nombramiento como fiscal general del hijo del hombre que envió a mi padre a la muerte”, escribió Bhutto. En el libro, cuyos derechos y ganancias económicas quedarán en manos de la familia de Bhutto, la exprimera ministra pakistaní admite que había advertido a Musharraf sobre las amenazas en su contra. “Me di cuenta, a través de mensajes enviados por Musharraf, que escuadrones suicidas serían enviados desde las provincias del noroeste y tribales para asesinarme en mi regreso. De hecho recibí de un gobierno musulmán amigo los nombres y números de teléfono de mis asesinos”, contó.“El régimen de Musharraf sabía de las amenazas específicas contra mí, incluidos los nombres y número de aquellos que planeaban asesinarme, como también de los nombres de otros que estaban conspirando contra mí. A pesar de nuestro pedido, recibimos reportes de que no se habían investigado esas advertencias”, dijo Bhutto.Benazir admitió que incluso le escribió una carta a Musharraf.“Le dije que si era asesinada por las milicias, sería debido a los simpatizantes de su régimen, quienes querían eliminarme y sacarme como amenaza a sus ambiciones de poder”, lanzó.Además contó que cuando arribó a Karachi tras su exilio, notó que el sistema que bloquea los teléfonos celulares (que pueden ser utilizados para lanzar atentados suicidas) seguía en funcionamiento hasta por 200 metros alrededor de la camioneta que la llevaba de regreso.“Mi esposo, que seguía la transmisión a través de televisión en Dubai, me imploró que no me expusiera directamente a la gente desde la parte superior de la camioneta. Yo le dije que no, que debía estar subida allí arriba para saludar a mi gente”, dijo Benazir, quien murió justamente tras recibir un disparo mientras sacaba su cuerpo por la parte superior del vehículo que la transportaba, y luego de la explosión de una bomba por parte de un atacante suicida. “La dictadura de Musharraf, a pesar de los pronunciamientos de la población, ha presidido un crecimiento impresionante de grupos milicianos y de actos de terrorismo que se han cobrado muchas vidas humanas. Por momentos pienso si como nación podremos sobrevivir a la amenaza de la desintegración”, subrayó.Bhutto explicó que desde que fue derrocada en 1996, “los milicianos extremistas se han entrometido en la estructura del poder con simpatizantes y amigos”.“Pakistán es como una caja de resonancia que podría incendiarse en cualquier momento”, advirtió.Bhutto habló también sobre el problema de las “madrasas” (escuelas religiosas) en Pakistán, las cuales, dijo, se han convertido en centros de reclutamiento de extremistas terroristas, “porque la gente más pobre no tiene dónde mandar a educar a sus hijos, ni dónde darles de comer o vestirlos, debido a la falta absoluta de asistencia del gobierno”.“Estas ‘madrasas’ manipulan la religión para lavarles la cabeza a los niños, y convertirlos en soldados destinados a un Ejército irregular. Les enseñan sobre el odio y la violencia. Crean terroristas, no científicos. Ponen bajo amenaza el concepto mismo de identidad nacional y el respeto a la ley”, continuó.Señaló que para evitar una guerra de civilizaciones “es preciso invertir en comercio, tecnología, educación y valores democráticos”.“Pero dentro del mundo musulmán, existe y seguirá existiendo una guerra interna, una confrontación violenta entre sectas, ideologías e interpretaciones del mensaje del Islam”. Y subrayó: “La tensión destructiva ha puesto a hermano contra hermano, una política de muerte en las relaciones intra-islámicas desde hace mil 300 años”. Ello, dijo, “se manifiesta hoy más visiblemente en la guerra civil y sectaria que está destruyendo a Irak y en la brutalidad que vemos en otros países del mundo, especialmente en partes de Pakistán”. Sobre la situación en Irak, Bhutto escribió que “vergonzosamente”, líderes musulmanes, intelectuales y la gente común “está muy cómoda al criticar a los extranjeros por la violencia infligida a los musulmanes, pero nadie habla cuando se les confronta sobre la violencia entre musulmanes.“Incluso en Darfur, donde hay un genocidio cometido contra la población musulmana, no hay casi protestas, ni cobertura en la televisión árabe o del sur de Asia”. Para Bhutto, que hubiera cumplido 55 años el próximo 21 de junio, la experiencia colonialista “tuvo un gran impacto en la psicología musulmana”, pero agregó que aquello que los extranjeros hicieron en el pasado “no es la única razón por la calidad de vida de los musulmanes de hoy en día”.A modo de despedida, concluyó, que “la caída de las Torres Gemelas se volvió una metáfora doble, tanto sobre el debate interno del Islam acerca de los valores sociales y políticos de la democracia y de la modernidad, como sobre la potencial pelea catastrófica entre el Islam y el Occidente (…) Y en ambas de estas batallas épicas, mi tierra de Pakistán se ha convertido en el epicentro --el Ground Zero--, donde, o alcanzamos la reconciliación o caemos en el desastre”. (18 de febrero de 2008)

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