sábado, marzo 01, 2008

De la misoginia al feminicidio

Satiricosas

Manú Dornbierer

Uno de los libros que más impresionaron a los lectores en los años 80 fue la novela del francés (bretón) Yann Keffelec, Nupcias Bárbaras. Tanto que ganó el Premio Goncourt de 1985. Es la historia de Ludovic, un niño odiado por su madre, por sus abuelos, por sus profesores, por sus compañeros de escuela (cuando breve y tardíamente lo llevan a una), que pasa sus primeros años oculto y completamente solo en un granero y termina siempre solitario en un barco abandonado en una costa. Es el producto de la violación masiva de una niña de 13 años por jóvenes soldados estadounidenses estacionados en Bretaña después de la II Guerra Mundial. La chica se enamora de uno de ellos y sale con él. Por fin se cierra la base y a punto de regresar a su país, el novio la invita a la fiesta de despedida. El está solo con sus amigos y se las “regala”. Todos la violan.

Desde tiempos inmemoriales son comunes las historias de brutalidades contra el botín de guerra que son las mujeres por parte de las tropas en tierra conquistada o no. Los soldados están programados para matar. Es obvio que de alguna manera los obligan a despreciar la vida humana. Se les exige no sentir piedad y combatir sentimientos como el amor, la ternura (lea o relea el libro 1984 de George Orwell”. Así haya muchos soldados estadounidenses que se casaron después de las guerras mundiales del siglo XX con mujeres de los países invadidos, hay también siniestras historias de violaciones y abusos sin fin en los países ocupados, por supuesto en nombre de la democracia. No hablemos ya del sadismo de las tropas -our boys- en Irak, Afganistán y Guantánamo. Con el también más que evidente y nunca curado racismo anglosajón contra los de piel más o menos oscura, en India son infinitas las historias de niñas violadas, literalmente trituradas y ¡tiradas a la basura! durante el “Raj”, la dominación británica. Y a final del siglo pasado, como si no hubiera habido bastantes guerras, en la horrible que inventaron “los aliados” para desmembrar a Yugoslavia y librarla de su “contaminación” musulmana, las violaciones de mujeres constituyeron una siniestra estrategia de limpieza étnica contra albaneses y kosovares.

El terrible asunto conocido como Las muertas de Juárez en tiempos en que el panista Francisco Barrio era gobernador de Chihuahua y aparentemente no hizo nada para pararlo en seco, se empezó a sospechar que gente muy poderosa y hasta intocable estaba tras ese horror. Por alguna razón aquel libro empezó a trotarme en la mente, pero sólo recientemente vi en un artículo Utopía, de Eduardo Ibarra Aguirre en su revista Fórum, la mención de una base militar cercana a Ciudad Juárez: “Para la nueva fiscal especial para delitos de violencia contra las mujeres, Guadalupe Morfín Otero, alrededor de la cuarta parte de los 400 homicidios cometidos en Ciudad Juárez, Chihuahua, se deben agotar las hipótesis que señalan la existencia de asesinatos seriales y la comisión de esos delitos como parte de ritos de iniciación”. Habló de hipótesis clave soslayadas hasta hoy, e Ibarra en su artículo menciona la de tráfico de órganos y la posible participación en los crímenes de soldados de Estados Unidos, establecidos en la base militar de El Paso, Texas”.

¿No habrían osado nuestros políticos investigar siquiera la línea de la base militar de El Paso entre otras? Claro que no. ¿Cómo van a molestar con una sospecha sucia de tantos y espantosos feminicidios a los inversionistas de las maquiladoras o a la Army que hoy va a venir a unirse y mandar a nuestro ejército a través de la Iniciativa Mérida? A los soldados -piensan sus jefes, los presidentes- hay que defenderlos contra los ciudadanos y ocultarles todos sus desmanes. Se dice además que hay políticos importantes implicados en la monstruosidad.

ERNESTINA SUPO QUE NUESTROS SOLDADOS TAMBIEN VIOLAN y Calderón demostró que no está dispuesto a elucidar asuntos de sus militares... “Haiga sido como haiga sido”, se dijo sin duda el pragmático Felipe cuando defendió a los sardos violadores y asesinos de la anciana indígena Ernestina, “ella murió de anemia”, no por la cobarde barbarie de sus muchachos, sino de la “lógica” desnutrición que tradicionalmente deben padecer esos debiluchos aborígenes. ¿Qué no obligó a cambiar su versión original al ombudsman José Luis Soberanes cuya tarea es precisamente la de defender a los ciudadanos de los abusos de las autoridades? Y él accedió gustoso, pues lo único bonito que tiene ese señor es un saco de cashemere beige finísimo y de muchísimas libras… esterlinas. Y por supuesto no es Ernestina, asesinada en Veracruz, la única mujer indígena masivamente violada por uniformados que ha logrado los titulares de los periódicos.

EL CASO ATENCO ORDENADO POR VICENTE FOX a su entonces policía y hoy Procurador General ¡de Justicia! de la Nación, Eduardo Medina Mora -amén de que produjo una criminal condena de 67 años contra el luchador social Nacho Valle siendo que al peor de los narcos le dan de 3 a 4 años- tiene aún una averiguación previa, un poco lenta, respecto a las violaciones de que fueron objeto las mujeres mexiquenses el 3 y 4 de mayo del 2006. Menos mal que la nueva fiscal citada que tomó posesión del cargo a fines de enero, dijo que es “uno de los casos a los que le estamos dando prioridad”. ¿Será?

Esa nueva fiscal ya había estado en Ciudad Juárez de octubre del 2003 a octubre del 2006, como comisionada del gobierno federal para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres. Ahora la ascienden. ¿Hizo algo positivo en su anterior escalón? ¿Podrá resolver el caso de los policías violadores de Medina Mora en Atenco, cuando a él mismo lo ascendió Calderón a la Procuraduría? ¿La dejarán?

Foxtrizas ya se largó con su partida de ladrones Bribiesca, limpio como un angelito, según la justicia de su heredero del trono panista, aunque será recordado por la Historia como un irresponsable cínico que le hizo a México los peores daños. Pero queda el Caso Atenco intacto o peor aún, mal juzgado. Un crimen oficial de las policías conducidas por Eduardo Medina Mora contra ciudadanos cuyo principal crimen fue humillar a Fox que les quería comprar sus tierras a 7 pesos el metro.

La antecesora de Morfín Otero, la fiscal Alicia Pérez Duarte, ex titular de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres, renunció por dignidad profesional y HUMANA al cargo porque precisamente recibió órdenes del hoy Procurador Eduardo Medina Mora de no consignar a los policías poblanos que secuestraron a Lydia Cacho en Cancún el 16 de diciembre del 2005, para llevarla a “juzgar” a Puebla. Las órdenes de vejar, asustar, faltarle al respeto, etc., lo que relata Lydia Cacho en su reciente libro Memorias de una Infamia, eran del gobernador priísta Mario Marín, del rey de la mezclilla Kamel Nacif, es decir un empresario que manejó a policías estatales para defender a su amigo el estadounidense rey de la Pornografía y de la Explotación Infantil, el pedófilo Jean Succar Kuri. El gobierno primero y la Suprema Corte después solapan y protegen a todos estos canallas. A los y las ministras les pagamos 500 mil pesos al mes los mexicanos. ¿Se sospecha de otras entradas dados algunos fallos últimos? Grave, muy grave que la Suprema haya perdido la credibilidad.

Así relata su renuncia la ex fiscal Pérez Duarte, que dejó su cargo, por “indignación y vergüenza”: “El procurador “me dijo expresamente que me esperara”, que no ejecutara la acción penal, “y en la espera, de pronto me quitaron el asunto” de la denuncia de Lydia Cacho para mandárselo al fiscal para delitos contra periodistas”.

Posteriormente, la Suprema Corte consideró como “no graves” las violaciones a los Derechos Humanos de la periodista secuestrada durante las 22 horas de viaje de Cancún a Puebla, amenazada de muerte, soportando procacidades de los policías y una terrible presión psicológica. Qué caro le salió a Lydia no sólo su valor de denunciar a los criminales, algo que México debe agradecerle siempre, sino que le cobraron también el precio que el PAN le pagó al PRI por el fraude.

Y aquí volvemos a Chihuahua. La infame red de Jean Succar Kuri incluye al parecer las ciudades de Chihuahua, Tijuana, Mexicali y Cancún. ¿No incluirá también Juárez? La nueva fiscal dice que no hay antecedente de que se haya iniciado una investigación contra la red Succar Kuri… Es fácil desearle a Lupita Morfín Otero que resuelva sus casos, que aclare los pavorosos feminicidios que le han dado la vuelta al mundo para vergüenza de este país y que proteja a las mujeres mexicanas. Pero es más difícil creer que lo pueda hacer: Tiene en contra, como vimos, al propio procurador Eduardo Medina Mora. Y Felipe Calderón, amén de su necesidad de pagar facturas como la de Mario Marín y Ulises Ruiz, como también vimos con el caso de Ernestina no es precisamente un hombre de naturaleza propensa a hacer justicia a las mujeres. Muchos daños pueden amenazar bajo este gobierno a mujeres mexicanas de todos tipos y niveles sociales. Es obvia la misoginia calderonista. Todas podemos estar en peligro: Lydia Cacho lo está, a Carmen Aristegui le quitaron su trabajo “mexicano”. Por fortuna, igual de equilibrada y valiente, sigue en la CNN, pero ojo, mucho ojo. El pasado miércoles con AMLO a bordo, falló la señal de la emisora por la oficial Cablevisión, naturalmente. La denuncia es nuestra mejor defensa, señoras.

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