domingo, junio 22, 2008

¿Ciudad del silencio? O difusión del miedo

Edna lorena Fuerte
Analista política


A veces los caminos de la justicia parecen agotados y no queda claro por dónde se tiene que buscar para encontrarla; cuando las vías institucionales no han dado resultados, el camino de la difusión y la concienciación suelen ser los más socorridos para contribuir a la construcción de una sociedad más justa.

El caso de los crímenes de mujeres en nuestra ciudad es un ejemplo. Las autoridades competentes no han dado resultados, entonces los esfuerzos tanto de los grupos de madres de las desaparecidas, como de diversos organismos de la sociedad civil nacional e internacional, se ha encaminado a hacer este llamado a la conciencia de la sociedad mundial.

Auspiciada por Amnistía Internacional se rodó el año pasado la película Bordertown (Ciudad al límite) que ha sido subtitulada para su distribución en español como Ciudad del silencio. Estelarizada por la actriz estadounidense de origen latino Jeniffer López, quien también es productora de la cinta, encarna a una reportera norteamericana encargada de investigar periodísticamente en nuestra ciudad los casos de feminicidios en los que, finalmente y como es de esperarse, se ve involucrada.
Según lo referido por el director de la película, Gregory Nava, su realización se basó en los relatos de las madres y familiares de las desaparecidas, así como en una amplia investigación periodística a partir de la que se creó el guión de este thriller de aventura completamente acoplado al estilo hollywoodense.

Más allá del análisis del contenido de la cinta para valorar su apego a los hechos, lo cierto es que se trata de una película de ficción que ni siquiera ha sido rodada en nuestra ciudad, la mayor parte se realizó en Albuquerque, Nuevo México y en algunas partes de Mexicali. Los datos, personajes, situaciones y conclusiones a las que se llega obedecen a la trama de la misma y no a los hechos reales que, por otro lado, no cuentan aún con la claridad suficiente como para ser reseñados.

Es sumamente importante que se analicen las implicaciones de crear una realidad ficcional con hechos cuya vigencia está aún en manos de autoridades –a pesar de su incompetencia–, luchadores sociales y ONG's que han puesto durante años todo su empeño en que se den a conocer los hechos como son, que se devele la verdad y se consiga justicia para las víctimas y castigo para los victimarios. Y más aún, qué implicaciones tiene una película como ésta ante las actuales condiciones de seguridad pública en que estamos viviendo, qué abona a los ciudadanos de a pie de nuestra ciudad el ir a ver en pantalla grande una historia que supuestamente nos involucra y que nos ofrece un panorama tan desalentador. El punto es si la resolución de una trama de ficción contribuye en algo a desentrañar las problemáticas de la realidad.

El cine es un medio de difusión muy poderoso, el impacto masivo de sus mensajes está directamente relacionado con la esfera sensible de las sociedades, por ello debe ser manejado con la mayor responsabilidad. El clima de violencia generalizada en nuestra ciudad merece un trato mucho más cuidadoso, espacios de discusión social responsables.

No se trata de descartar canales de acción ni la buena voluntad de nadie, sino de analizar puntualmente cuál es el uso que se hace de nuestra historia y para qué, en qué contribuye al bienestar de los juarenses. Cada quién tendrá su propio juicio de esta película cuando la vea y cada uno de nosotros como habitantes de esta ciudad podremos decir de qué manera nos impacta.

Amnistía Internacional le dio un premio a la actriz y productora por su participación en esta cinta pues la considera una valiosa contribución a la protección de los derechos humanos; mi pregunta es por qué no se les premia a las madres que llevan años en pie de lucha y no con un galardón, sino con la justicia. Con el debido respeto a los realizadores, esta columnista no está segura de que la contribución al miedo con una cinta que habla de nuestras calles y colonias populares como si fueran la antesala del infierno, sea una forma de defender los derechos humanos. ¿Verdaderamente somos una ciudad del silencio?

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