viernes, junio 06, 2008

Medios, Calderón y FAP
Rafael Luviano

Aún fuera de los tiempos electorales, los medios de comunicación colectiva -en específico la televisión y cierto tipo de radio, sumisa e interesada en preservar los vergonzosos intereses de sus dueños- siguen haciendo de las suyas para conseguir los propósitos desmedidos de la clase en el poder. De esta manera coadyuvan, de forma descarada, con la derecha para perfilar una estrategia. Maniobra para retocar a la elite gobernante, con el interés de posicionarla de cara al 2009 y, desde luego, con miras a la próxima elección presidencial.Para lograr este objetivo es indispensable eliminar al único partido que puede hacerle sombra, en base a diluir el impacto de sus actividades, con estruendos noticiosos que hagan sombra a lo importante, con meros hechos accidentales: que en el fondo han sido el perfecto distractor de lo fundamental. Por ejemplo, es para los radiodifusores más contundente y acomodaticio decir que la elección interna del PRD, no sin cierta razón, fue un cochinero o que la toma de las tribunas es 'un golpe de Estado' o difundir anuncios, a pesar de una ley vigente que lo prohíbe, sobre la presunta clausura del Congreso, haciendo alusión al facismo alemán e italiano y al villanazo de Victoriano Huerta.Todo esto en vez de realizar un exhaustivo análisis sobre lo que implicará la venta de la infraestructura petrolera y lo que significará como una grave pérdida para el patrimonio nacional y los grandes hoyos negros que se viven en la paraestatal, con intrincadas operaciones de verdaderos coyotes, al margen de la transparencia y de cualquier legislación o, ya de perdiz, denunciar con pelos y señales los grandes negocios de Juan Camilo Mouriño y su familia. Nada de esto último hemos visto ni en la pantalla, mucho menos en los micrófonos de Radio Fórmula o de Radio Centro.No es descabellado que los órganos de inteligencia, como el Cisen, penetren muchos de los mítines del PRD y luego cuenten con la confabulación del duopolio televisivo para difundir entre la población cualquier presunta anomalía, que haga pensar a los televidentes o radioescuchas que en este partido se vive la anarquía.Lo contrario está más caracterizado por el entreguismo y la complacencia de los coordinadores parlamentarios de la llamada oposición. Éstos olvidan que muchos espectadores -a eso han reducido a la ciudadanía- anhelan otros resultados mucho más efectivos de un trabajo que ha dejado mucho que desear para un líder de fracción legislativa y no reunirse (Don Beltrone y Don Capoa) en un Club Campestre de Monterrey con el principal promotor de la privatización de Petróleos Mexicanos (Mouriño) para fraguar la logística, en una mesa de negociación digna de los capi di tutti capi, con el gobernador Natividad González Parás como interlocutor de las dos bandas.Pero la tarea -incluida Ruth Zavaleta, obviamente- se reduce a oscuras encrucijadas de acuerdos armados en el subsuelo o en los arrabales de lo oscurito que despiertan las más graves suspicacias. En este esquema, son diversos los medios de comunicación, coludidos -en su mayoría bajo el precepto de la cooperación o el cuello de la inanición o el desplome de sus finanzas- con el poder. De esta forma, con la dignidad por los suelos, ni tardos ni displicentes, han continuado esa labor de zapa preparada aun antes del 2 de julio de 2006. Aunque no está de más decir que va en contra de su propia credibilidad.La estrategia está centrada en el desprestigio de cualquier acción que emprenda Andrés Manuel López Obrador y su gobierno legítimo: el único opositor visible y legitimado en contra de la oligarquía que impidió que este personaje ganara el poder hace más de 21 meses y que ahora con su posición ante la privatización ha vuelto a resurgir con una feroz fuerza, cuando muchos lo daban por muerto.En este procedimiento, como estrategia global y unitaria, estos convenencieros medios (más comprometidos con su interés político-económico o con la clase oligárquica a la que pertenece el concesionario, que con la verdad) coadyuvan sistemáticamente con una tarea manipuladora de cualquier acción que emprenda el Frente Amplio Progresista.La guerra mediática para preservar el poder es más sofisticada, abierta y sistemática, que como lo era hace algunos años. Sin ningún miramiento. Baste aprovechar cualquier error de los opositores al sistema para infiltrar un movimiento, manteniendo un monitoreo constante con sistemas de inteligencia, para iniciar el desprestigio.Pero si contamos con que no sólo el PAN es el más preocupado por la suerte de AMLO y del PRD, sino también el PRI, cuyo futuro, según ellos, se anticipa como promisorio, pues creen que en este partido descansa la gobernabilidad del país -por lo menos así lo vociferan a los cuatro vientos ante las cámaras de televisión-, al grado de pronosticar su restauración como opción política hacia el 2012, con Peña Nieto como pretendiente a la corona. Acaso por este desaseo de los medios masivos de comunicación, la Comisión Coordinadora del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo convocó a sus brigadistas a distribuir, con carácter de urgente, una carpeta con videos, animaciones y material impreso relacionado con Pemex. Será así como en casa por casa, barrio por barrio y pueblo por pueblo, como si se tratara de una campaña política, se evitará que siga adelante la iniciativa energética presentada por quien se dice que a partir de las 18 horas 'no hay presidente', en Los Pinos, por su proclividad a la fiesta.Lo cierto es que el contubernio entre los Corleones priístas y los Capones panistas, el conflicto de intereses en que han estado imbuidos, como los hombres de la mafia que aparentaban ser 'hombres de honor', se ayudan mutuamente para conseguir sus lucrativos objetivos, al margen de la ley que dicen representar. A pesar de toda esta estrategia fallida ha podido más AMLO, con todo y el desastre de la elección interna del PRD, con su influencia sobre una minoría camaral, pero que en los hechos hace más ruido que un estadio repleto. Y es que cuenta con la ventaja de tener al pueblo de su lado, que ya es decir mucho. Que digo mucho, muchísimo.

No hay comentarios.: