sábado, junio 14, 2008

“No me van a detener”


Retratada por los periodistas Arturo Cano y Alberto Aguirre en el libro Doña Perpetua. El poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo, publicado por Grijalbo, la poderosa dirigente del magisterio deja ver sus ambiciones, sus lujos, sus excesos. Con autorización de la editorial reproducimos aquí dos pasajes de su trayectoria. Los textos forman parte del capítulo Las últimas tareas de Elba Esther.
Apenada “por la forma como había llegado”

“Estoy lista para irme”, dice Elba Esther Gordillo al dejar la secretaría general del SNTE en 1995. Se mira en el espejo de su antecesor: “No seré cacique sindical ni líder moral”, jura. De Carlos Jonguitud Barrios, dice la Maestra, aprendí lo bueno y lo malo. Sin embargo, detesta que la comparen con el profesor y licenciado.Y en 1995 rechaza también su frase de seis años antes, cuando veía llegado el final de su vida política: “Ser secretaria general del SNTE es algo que yo quise toda la vida, era mi más grande aspiración, como cualquier político puede aspirar a otra cosa. Yo no, estoy donde quería estar”. Ya no. Elba Esther ha probado el poder y quiere más. “Aquellas frases las dije en un momento muy difícil. Estaba vituperada, yo misma apenada ante mis compañeros por la forma como había llegado.”“Ahora voy a hacer política-política”, anuncia en el primer año de Ernesto Zedillo y se queda con un cargo sindical que ella misma inventa, presidenta del Comité Nacional de Acción Política, y con el control de una estructura paralela a la dirección formal del sindicato. Ahora, cuando la cuestionan sobre su permanencia al frente del sindicato por 19 años, responde con un eufemismo: “Soy y siempre seré primero que nada maestra”.Una maestra que está a punto de superar el más largo cacicazgo del SNTE, medalla de Jesús Robles Martínez. Ni él ni su sucesor, Carlos Jonguitud Barrios, tuvieron las ventajas de la Maestra. Ninguno de ellos optó por la reelección formal. Ella, en cambio, ha trascendido al sindicato y a sus dos caciques anteriores: su zona de influencia rebasa con mucho las fronteras gremiales, y su extensa red de puestos y negocios es muy superior a la que regentearon sus antecesores.Jesús Martín del Campo, exdirigente de la Coordinadora, lo dice de este modo, más en serio que en broma: “El elbismo es la fase superior del jonguitudismo”.No bebo ni he vendido una casaAl comenzar el nuevo siglo, Elba Esther Gordillo justifica sus lujos en una entrevista. De no ser por los extensos recuentos de sus negocios y propiedades profusamente publicados, sonaría cándida la respuesta: su opulento estilo de vida se debe a su hábito de ahorro y a su espíritu abstemio:“La verdad es que no es cierto (que es muy rica)… Vivo bien, soy una mujer muy trabajadora, he trabajado muchísimo, he estado en varios cargos… Sí, mi padre, mi abuelo, particularmente, chiapaneco, amasó una fortuna, todos tenemos historia, ¿no?… Algunos nacieron con pedigree en el país, yo no, yo soy producto del esfuerzo, mi familia hizo su dinero vendiendo alcohol; mi padre llegó a amasar una fuerte fortuna vendiendo aguardiente, alcohol en Chiapas. A los 11 años huí de mi casa, no me gustaban las formas, las maneras y desde entonces vengo luchando. No es todo lo que dicen, pero les acomoda muy bien a mis adversarios. Manejan cifras, me gustaría que los que denuestan de esta manera dijeran si no tienen prestanombres que cubren lo que realmente es… Lo que tengo es algunas cuestiones… no tengo ranchos, no tengo fincas, no tengo negocios, nunca he vendido una casa, nunca he chantajeado a nadie, pero si quisieran saber lo que he trabajado, sin ninguna pena se los diría. Soy una mujer que terminó el primer año de secundaria y tuvo que trabajar y estudiar al mismo tiempo, he trabajado de mesera también y lograba hasta 500 pesos diarios de propina y en la mañana me iba a dar clases, corría de un lado a otro, contestaba teléfonos; no bebo, no gasto en botellas de cognac, sí compro vestidos, me gustan, a veces me voy a algunas tiendas, no necesariamente en México, donde un vestido muy fino puede costar dos, tres veces más barato. ¿Por qué visto bien? Porque me enseñó mi madre, que es maestra, que los niños cuando nos ven bien vestidos quieren ser como nosotros… No. Estoy harta de tanta calumnia, pero no me van a detener.”Vaya. Al menos hasta antes de su enfermedad, según muchos testimonios recogidos para este libro y los propios ojos de los autores, la maestra Gordillo era muy buena bebedora. Aunque, bueno, puede ser que siempre la inviten, que no gaste en botellas. Lo curioso es que diga, con toda frialdad, “nunca he vendido una casa”, y tiempo después justifique sus ingresos precisamente gracias a inteligentes operaciones inmobiliarias.En materia de riquezas, el segundo año de Calderón comienza sin novedad en el frente. Es decir, nuevos negocios de sus allegados salen a la luz pública. Francisco Yáñez, su gerente en la Lotería Nacional, otorga un contrato de hasta 40 millones de pesos a un hospital propiedad de Jorge Kahwagi, líder del Partido Nueva Alianza. No es el único negocio de los elbistas en la otrora “caja chica” del presidente de la República. l

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