jueves, agosto 14, 2008

Todos critican, pero nadie ayuda

Al igual que el de los medicamentos, el de la discriminación a los enfermos de sida es uno de los problemas más graves que requieren atención inmediata, según expusieron de manera recurrente los asistentes a la XVII Conferencia Internacional sobre el Sida, que se realizó la semana pasada en la Ciudad de México.Jorge Saavedra, director del Conasida, asegura que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos tiene un listado de más de 800 quejas por discriminación y violaciones a los derechos humanos, una cifra alarmante si se considera que ese listado es sólo “la punta del iceberg”, pues únicamente revela los casos documentados.Según él, la mayor parte de las personas infectadas por el VIH-sida son muy cuidadosas y se rehúsan a decir abiertamente que están viviendo con ese virus. En muchos casos, dice, el problema se recrudece cuando los enfermos son homosexuales y se ven obligados a revelar su preferencia sexual. Lo paradójico del caso es que, arguye, aun cuando la gente suele quejarse de que las personas portadoras del VIH son muy demandantes, no se atreve a denunciar la discriminación de que éstas son objeto. Y en el ámbito laboral este asunto ni siquiera se aborda, dice.A los enfermos con VIH se les estigmatiza como “sidosos” y se les discrimina lo mismo en su trabajo que en los centros educativos, donde incluso ha habido casos de expulsiones; en las clínicas y hospitales, donde algunos médicos o enfermeras se niegan a revisarlos o darles la atención que requieren.Saavedra resalta que el fenómeno de la discriminación no es exclusivo de México, por lo que insta a los gobiernos de todo el mundo, en particular de nuestro país, a realizar modificaciones a la ley para que se sancione por lo menos administrativamente a los funcionarios que discriminen a alguien por ser portador del VIH o por tener preferencias sexuales diferentes.El director del Conasida, fundador también de la primera clínica de Atención Ambulatoria de Sida en México, comenta que si bien hay campañas contra la discriminación, falta mucho para erradicar el estigma hacia personas con VIH, entre las que se incluyen los 2.1 millones de niños infectados en todo el mundo.Este sector de la población estuvo representado también en los debates de la XVII Conferencia Internacional sobre el Sida, que concluyó el viernes 8. Ahí se presentó el libro Y ni siquiera lloré, que narra la historia de 13 menores que viven con la enfermedad y la forma en que han sido discriminados, sobre todo en la escuela.El volumen fue promovido por la Comunidad Internacional de Mujeres (International Community of Women, ICW Latina), formada en 1992 durante el Primer Encuentro sobre VIH en Ámsterdam. Esta organización cuenta con el apoyo de la UNICEF y ONUSIDA, y es patrocinada por la Fundación Ford.México forma parte de ICW Latina, cuya presidenta es Patricia Pérez, quien incluso ha sido postulada para el Premio Nobel de la Paz por impulsar la campaña Más paz, menos sida. En Y ni siquiera lloré se incluye la historia de una niña chiapaneca que fue discriminada por portar el virus. Se llama Rosario y tiene 13 años. Al inicio de su relato ella cuenta que su primer viaje en avión lo hizo a la Ciudad de México, donde la esperaba un doctor para atenderla de una enfermedad que ni ella ni su padre adoptivo conocían y que resultó ser el VIH.Expone también que su madre murió cuando era pequeña y que hoy vive con su abuela, a quien le dice “mamá”. Su padre también falleció, pero fue adoptada por “Arturo”, quien la cuida y la lleva a pasear todos los domingos. Y confiesa que sus mejores amigas no saben que es portadora de ese virus.Según Rosario, comenzó a enfermarse cuando tenía dos años, pero su madre biológica no supo qué tenía, hasta que se lo dijo un doctor. Fue entonces cuando comenzó la discriminación en su pueblo. Años después, cuando la inscribieron en la escuela, comenzó a enfermarse, y a pesar de que los maestros no sabían la causa le decían que no era necesario que estudiara, si de todas formas se iba a morir. Dejó de ir a la escuela tres años.
Cifras de miedo
La directora general adjunta de Quejas y Recomendaciones del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Vilma Ramírez Santiago, asegura que esta dependencia tiene reportadas 127 quejas y reclamaciones de personas que viven con VIH y han sufrido algún tipo de discriminación. En esa estadística no se incluyen las 18 denuncias laborales contra servidores públicos ni otras 34 quejas interpuestas por empleados seropositivos contra sus jefes y compañeros por intimidación en sus centros de trabajo, aclara la funcionaria.En entrevista con Proceso, Vilma Ramírez Santiago explica que la discriminación se presenta a nivel público y privado, por los estigmas sociales y los mitos que todavía persisten sobre el VIH. Incluso todavía hoy se pide la prueba de VIH a quien solicita un empleo; si resulta positivo, no se le contrata y “eso es una violación a las normas oficiales mexicanas que impiden que dicha prueba sea requisito para obtener un empleo”, dice.El presidente de la compañía Bristol-Mayer, Luciano Silvert, dice en entrevista que los empresarios están conscientes de esta discriminación hacia los enfermos de sida, por lo cual conformaron desde 2004 el Consejo Nacional Empresarial sobre Sida (Conaes), del que ahora él es presidente.Este consejo está conformado por más de 20 compañías extranjeras y su propósito es “erradicar el estigma y la discriminación asociadas al VIH-sida en el lugar de trabajo. Así mismo, cuenta con el apoyo de la consultoría Impulso, cuyos integrantes se encargan de diseñar políticas laborales contra la discriminación, y Constella Group, que brinda asesoría técnica al consejo.
Historias de discriminación
Hilda Esquivel tiene 42 años y vive en Monterrey, Nuevo León. Es enfermera y comenzó a laborar como eventual en 1995 en la clínica 17 del IMSS en aquella entidad.Cuenta que, por accidente, en 1998 se contagió del VIH. “Un día –dice–, un paciente infectado comenzó a sangrar abundantemente; intenté controlarle la hemorragia pero su sangre me bañó las manos y el virus entró en mi organismo por una pequeña herida. Pensé que no me había infectado”. Sin embargo, tras someterse a la prueba ELISA (Enzyme Linked Immuno Sorbent Asssay), Hilda se enteró de que había sido contagiada.En entrevista telefónica desde Monterrey, dice que tres meses después del incidente le entregaron los resultados. Apenas lo supo, notó que sus compañeros de trabajo comenzaron a discriminarla. “Todo el mundo me volteaba a ver con susto”, afirma.Como sólo tenía tres años de antigüedad laboral la pensionaron. Al principio, dice, le daban 600 pesos mensuales, luego le aumentaron a mil 400 pesos, pero no le alcanzan para vivir. Le consuela, dice, ser aún derechohabiente del IMSS.Otro caso es el de Yssel Reyes Delgado, quien recientemente fue despedido como asesor del Grupo Financiero HSBC. Su vía crucis comenzó en septiembre de 2007. Se dirigía a sus oficinas en un taxi cuando éste chocó con otro vehículo. El accidente le provocó varias lesiones en la columna vertebral que lo dejaron incapacitado por varios meses, dice.Pero las cosas se agravaron realmente cuando los estudios médicos revelaron que Yssel era seropositivo. Cuando sus compañeros de trabajo se enteraron comenzaron a hostilizado y después vino el despido.Tenía 14 años de laborar en el corporativo bancario, relata, y las autoridades le inventaron abandono de empleo, pero él sostiene que en realidad lo despidieron por su enfermedad. Esta situación lo llevó a interponer una querella ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en la que demandó al director de Medi Access, S.A. de C.V., Jorge Gurza, así como a las empresas HSBC México, S.A., Institución de Banca Múltiple; Grupo Financiero HSBC, S.A. de C.V.; Afore HSBC, S.A. de C.V.; INMX Comercialización, S.A. de C.V.; INMX Servicios, S.A. de C.V., así como de todas sus filiales, subsidiarias y compañías externas.Además, Yssel interpuso una queja ante el Conapred, el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH-sida (Censida), así como ante las secretarías de Salud, Gobernación y de Trabajo y Previsión Social, y asegura que acudirá a organismos internacionales si sus expatrones no lo indemnizan. l

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