lunes, septiembre 08, 2008

LA VERDADERA VICTIMA

Con la destitución de Carlos Briseño de la rectoría de la UdeG parece que se restaura el poder que durante decenios ha usufructuado Raúl Padilla en esa casa de estudios. Sin embargo, diversos especialistas aseguran que la situación por la que atraviesa la segunda universidad más importante del país es de un caos en el que no hay ganadores y sí una perdedora: la propia institución.

GUADALAJARA, JAL.- Luego del revés que el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa le propinó a Carlos Briseño Torres al ordenarle al Juzgado Tercero de Distrito la revocación del amparo provisional que le había otorgado y que no se le restituya en la rectoría de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, cabeza del grupo que controla a la institución desde 1989, logró que la clase política de la entidad cerrara filas en su favor.
Sin embargo, es previsible que el litigio se prolongue durante meses pues el rector destituido por el Consejo General Universitario (CGU) (Proceso 1661) interpondrá el recurso de revisión. El procedimiento jurídico puede dilatarse toda vez que, como lo dejó entrever el propio juez tercero, Héctor Martínez Flores, el asunto está politizado. Dijo que la revocación se dio "por ser un acto consumado -la destitución de Briseño y el nombramiento del sustituto en la rectoría, Marco Antonio Cortés Guardado-, para no alterar el orden social y para no violentar la autonomía universitaria".
Mientras tanto, Raúl Padilla recompone su poderío: el rector sustituto, Cortés Guardado, nombró al nuevo vicerrector, Miguel Ángel Navarro, en lugar del briseñista Gabriel Torres y cesó a decenas de funcionarios afines al rector destituido.
A lo largo de la semana, varios centros universitarios publicaron desplegados contra Briseño en diarios locales. Además, los gremios estudiantiles y sindicales anunciaron que presentarán una denuncia penal, por usurpación de funciones, en contra de los anteriores ocupantes de la rectoría.
La UdeG estuvo semiparalizada desde el viernes 29 de agosto, cuando se realizó la asamblea de destitución de Carlos Briseño, hasta el 2 de septiembre. La noche anterior, el juez tercero de lo Administrativo, Martínez Flores, había anunciado que concedía el amparo provisional a Briseño porque el CGU violó sus derechos como rector.
Sin embargo, muchas horas antes de que el juez se pronunciara en primera instancia, el lunes 1 por la mañana, el gobernador del estado, Emilio González Márquez, por medio del secretario de Gobierno, Fernando Guzmán, anunció que reconocía a Cortés Guardado como rector en funciones.
A partir de ese momento los reconocimientos llegaron en cascada: el alcalde de Guadalajara, Alfonso Petersen, la totalidad de los diputados del Congreso, el presidente del PRI, Javier Guízar, así como perredistas y panistas adoptaron una postura similar a la del gobierno.
Otros hechos cimbraron las filas del rector destituido: Arturo Zamora, excandidato priista a la gubernatura en las pasadas elecciones de 2006, quien recibió el apoyo incondicional de Briseño, declaró sus simpatías hacia Padilla López.
Así mismo, Gabriel Torres, exvicerrector y operador político; Javier Hurtado, rector del Centro Universitario del Sur, y Patricia Etienne, excoordinadora de Recursos Humanos, personas clave en el equipo del rector destituido, abandonaron el barco que comenzaba a hundirse.
El primero había lanzado una señal de rendición muy temprana al decir que si los padillistas lo restituían como vicerrector, de inmediato renunciaría para dedicarse a sus labores académicas.
Sin apoyo
Aunque no ha perdido la batalla final, el exrector general se encuentra en desventaja y sin apoyo aparente. Apostó por la movilización de los universitarios, pero la primera manifestación a la que convocó para defender "la dignidad universitaria" estuvo muy desairada. Apenas asistieron mil 500 personas, pese a que se valió del acarreo para traer estudiantes de diferentes escuelas de la ciudad y del estado.
Las acciones de Briseño resultaron tardías, pues la maquinaria padillista había comenzado a funcionar. Se anunció que serían sancionados maestros y estudiantes que asistieran a cualquier manifestación dentro de sus horarios de clase. También fueron difundidas versiones de que Briseño estaba enfermo y deprimido.
Mientras, los padillistas reforzaron noche y día la vigilancia en edificios estratégicos, como la rectoría general, con guardias privados y estudiantes afines. Se temía que Briseño buscara el apoyo de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) que había anunciado su total respaldo al rector destituido, con lo que en principio reabrió la guerra frontal que la federación entabló contra Raúl Padilla en 1989.
Las discusiones sobre el escenario jurídico dieron lugar a posturas diametralmente opuestas. Y así ocurrió también en el aspecto político. Mientras que Víctor Manuel Peña, abogado de Briseño, ha mostrado una completa confianza en que su cliente será restituido en el cargo, el abogado general de la UdeG, Javier Peña Razo, ha mostrado cautela, al aceptar la posibilidad de sufrir un revés jurídico, a largo plazo, "aunque no me queda la menor duda de que el CGU es el máximo órgano de decisión de la universidad y ha tomado las decisiones correctas con base en la Ley Orgánica".
Los saldos
El rector del Centro Universitario de Lagos de Moreno, Roberto Castelán Rueda, asegura: "En efecto, el litigio jurídico podrá resolverse tarde o temprano; podrá ratificar las demandas de nuestros abogados o darle el triunfo a Carlos Briseño. Sin embargo, lo que importa es que si vuelve a la universidad como rector, no podrá gobernar, será destituido de inmediato porque la mayoría del CGU le ha perdido toda la confianza".
El notario y exdirigente estudiantil Rafael Castellanos expresa que los medios se han ido por el análisis de las pugnas, pero no ven el trasfondo. "Han dicho algunos que ganó Padilla; otros todavía esperan que Briseño dé el vuelco a la situación, pero lo cierto es que ninguno de los dos ganó, ni va a ganar. El gobierno tiene la sartén por el mango y, por primera vez en muchas décadas, ya está adentro de la institución debido a la pugna, y muchas cosas están por escribirse".
El Frente Ciudadano y Universitario por la Educación Pública, integrado por decenas de universitarios opuestos al padillismo, realizó un foro el jueves 4 y ahí hizo público un pronunciamiento de deslinde de Carlos Briseño y de Raúl Padilla en la pugna calificada como una tragicomedia: "Desde principios del año pasado, para el frente, la rectoría hoy destituida ya era ilegítima toda vez que el propio Consejo General había transgredido la Ley Orgánica al violar una de las cláusulas para tal nombramiento. Esto fue el principio de la tragicomedia, hoy envuelta dentro de un cúmulo de contradicciones y de imposturas".
Señalan los del frente -entre quienes se encuentran el exdiputado federal perredista Gilberto Parra y el dirigente de un sindicato de académicos, Román Munguía- que parte de la tragedia de la UdeG es su propia comunidad que está casi totalmente ausente de las decisiones que se tomen y que ahora apuntan a que éstas serán del orden más político que jurídico. "Hoy todo mundo reconoce, hasta los propios funcionarios 'destituidos' o 'elegidos' recientemente, que existe una profunda crisis institucional. La verdad es que ningún grupo tiene un proyecto verdaderamente alternativo de universidad".
Dicen que una reforma integral incluiría necesariamente "la modificación de la Ley Orgánica, la que, a su vez, incorpore las figuras de plebiscito y/o referéndum para la remoción del rector o de cualquier funcionario universitario. De igual manera es necesaria la creación de la figura democrática de un verdadero ombudsman para defender los derechos legítimos de los sectores de la comunidad universitaria".
Al mismo tiempo concluyen que "es imprescindible y urgente la puesta en práctica de una auditoría confiable para empezar a resolver los graves problemas de manejo discrecional y desvío de fondos para fines aviesos y totalmente ajenos a las tareas sustantivas universitarias y sus prioridades académicas".
Para varios analistas, la pugna ha dejado maltrecha a la universidad; sin embargo, ha permitido poner sobre la mesa muchos temas de urgente discusión. El columnista Pedro Mellado, participante en el foro, insistió en el uso patrimonialista y discrecional de los recursos universitarios y en la perversión de los fines sustantivos de la UdeG gracias al poder que el grupo padillista ha ejercido sin escrúpulos en las dos últimas décadas.
Dijo que "hace falta transparencia, a pesar de que en los últimos años los jeques de la UdeG hablan mucho de ese supuesto afán en su quehacer cotidiano, lo que no es cierto. Y se pueden dar muchos ejemplos en el área. Uno de ellos es el costo del Teatro Diana. Al principio se dijo que había costado 32 millones de pesos, luego que 47 y más tarde 102.
"Un funcionario me comentó en corto que la cantidad real había quedado en 120 millones, pero más adelante otro declaró a los medios que ninguna cantidad era la buena y que no podía bajar de 240 millones. Dijo que no sabemos muchas cosas de la universidad y queremos saber los números reales de los proyectos culturales en los que se empecina el cacique Raúl Padilla, mientras año con año se sigue rechazando a miles de estudiantes porque alegan que no hay espacios suficientes."
Al final de cuentas, hasta las personas más ligadas a Raúl Padilla reconocen los tristes momentos por los que atraviesa la universidad. El diputado federal por el PRD y presidente de la Comisión de Educación en la Cámara, Tonatiuh Bravo, asevera que en la disputa que se vive "quien perdió fue la institución porque dimos un espectáculo lamentable ante la sociedad. Se piensa entonces que los universitarios no podemos ponernos de acuerdo y que con frecuencia estamos en disputa por asuntos ajenos a la institución".
Señalado por diversas corrientes y analistas locales y nacionales, como una tercera opción en la presente pugna, Bravo comenta que él votó por Cortés Guardado para ocupar la rectoría general y que espera que siga allí de manera permanente. "Hay que darle tiempo para que trabaje como debe trabajar".
Gustavo Monterrubio, analista crítico del padillismo, asegura que "la conclusión que tenemos que hacer es que de esta crisis nadie se va a salvar. Briseño no podrá regresar a la rectoría general, pero también es cierto que Raúl Padilla ya no será el mismo de antes. Ya no lo es. Aparentemente estamos viendo su enésimo triunfo, pero con la pugna ha quedado al descubierto: ha acumulado a lo largo de 20 años mucho poder, pero también ha acumulado muchas debilidades. De aquí en adelante ya no podrá disponer de la institución como lo hizo, a su antojo, todo este tiempo. Me atrevo a decir que quien ha perdido en esta pelea, a fondo, ha sido Padilla López". l

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