martes, noviembre 18, 2008

Astillero

Julio Hernández López

La mira está puesta en el periodismo: días atrás fue asesinado un reportero de El Diario de Ciudad Juárez, Armando Rodríguez Carreón, y ayer fueron detonadas dos granadas en El Debate de Culiacán. Los golpes llegan a medios que son destacados en su localidad y a partir de esa resonancia el mensaje es claro: el verdadero tema tabú del México actual es el narcotráfico, y todo aquel (individuo o empresa) que informe con mediano profesionalismo sobre esa actividad rectora de la política y la economía nacionales corre el alto riesgo de ser ejecutado o dañado sin que haya esperanza sensata de justicia. Por ello hoy en México hay un periodismo autocensurado, amordazado por decisión propia, reproductor de boletines de prensa de gobiernos doblegados, sabedor de que no hay una sola autoridad confiable y respetable que pueda ofrecer seguridad y protección a quienes cumplen con la necesaria función de informar y analizar.

Luego de las granadas sinaloenses, el Ejército rodea las instalaciones de los principales medios de la capital del estado para protegerlos de posibles ataques, y esa imagen de un periodismo bajo tutela verde olivo, rodeado de fusiles y uniformes, contrasta con las fotografías que dan cuenta del arranque de los festejos por los 80 años de vida del escritor Carlos Fuentes. Fastuosa celebración en la cúpula, con el autor de La región más transparente del aire abrazándose con el gran Gabriel García Márquez y el presidente formal de México atestiguando, sonriente, las manos aplaudiendo. A 100 años de la Revolución (en el puente de almanaque que disuelve la memoria histórica para convertirla en un día de asueto agregado), los motivos de los festejos públicos parecen cada vez más distantes y discordantes de la rojinegra realidad cotidiana. Como en el porfirismo de 1910, las elites brindan, agasajan, homenajean y conmemoran, viéndose a sí mismas sabedoras de las precariedades del poder que les anfitriona, e incluso de sus excesos, de sus pillerías y manos manchadas, pero contentas de poder ofrecer a los desvalidos el refugio mínimo de las fiestas en grande.

Constreñida también a su mundillo (electoral), la sedicente izquierda perredista-lopezobradorista está por decidir hoy si Alejandro Encinas debe aceptar la secretaría general del partido del sol azteca, bajo la presidencia así convalidada de Jesús Ortega y con el presunto objetivo de no dejar al PRD sólo en manos del chuchismo calderonista (bajo esa lógica, ¿por qué no aceptó el lopezobradorismo una cartera de gobierno, o varias, en la administración felipista? ¿El fraude electoral presidencial es absolutamente inadmisible, pero el partidista es negociable y sujeto a legitimaciones en la práctica?). Los aires “pragmáticos” y de “alta estrategia” pretenden que se continúe con la farsa del entendimiento y la convivencia forzadas con el segmento perredista que ha ganado el control de la estructura legislativa federal y partidista a niveles nacional y estatal. Los chuchos se han quedado con el PRD y continuarán con su sabido plan de acercamiento creciente con el calderonismo y de negociación política con el priísmo para 2012, pero los mariscales de campo con sede en la calle de San Luis Potosí creen necesario seguir peleando por presupuesto, prerrogativas, cargos, candidaturas y presunta definición de líneas políticas.

En todo caso, dicen algunos en voz baja, tratando de explicar lo inexplicable, se está en presencia de una jugada inteligente, mañosa, todo un dechado de realismo político: Encinas aceptará el segundo puesto de la directiva perredista para torpedear a los chuchos, impedirles que tomen decisiones lesivas al movimiento social e ir preparando el terreno para rupturas ya consideradas, aprobadas, que entonces sí abrirían el paso al anuncio de candidaturas comunes en 2009 del Partido del Trabajo y Convergencia, bajo la conducción del tabasqueño jefe máximo; de la postulación presidencial en 2012 y del congreso constituyente de un nuevo partido en 2013. Para lograr esos propósitos sería necesario el sacrificio táctico de Encinas, que más delante sería entendido en su verdadera dimensión y permitiría la recuperación del ex jefe de gobierno (de Alejandro, no de Andrés Manuel). ¡Oh, justicia divina: la filosofía y praxis de los chuchos, aplicada ahora contra ellos! ¡Aguilar Talamantes vive, la unidad perredista sigue!

El ingeniero Cárdenas, mientras tanto, acepta a Ortega, y Eva Beatriz Paredes ofrece la manzana de la unidad a los adanes del Perreducho con los que, dice la tentadora tlaxcalteca, el PRI podría constituir “una formidable fuerza que cambiaría el destino de México”. En Chiapas hay un claro ejemplo de esos cambios por la izquierda, institucional y democráticamente revolucionarios, pues el frívolo mandatario de aquella entidad, Juan Sabines, mudó ayer de secretario de Gobierno y nombró en ese cargo a Noé Castañón León, político relacionado con Roberto Albores Guillén, bajo cuya gubernatura impulsó planes para remunicipalizar las áreas de influencia del EZLN y promover deserciones de integrantes de esta organización. El nuevo secretario de gobierno fue acusado por el entonces gobernador Pablo Salazar de peculado, abuso de confianza y otros delitos, aunque ninguna de las acusaciones mereció resolución en contra del resucitado funcionario.

Astillas

Ana María de la Cruz plantea: “Creo que todos pensamos lo mismo: el exceso en los negocios es lo que verdaderamente mató a los tripulantes del vuelo de los ‘héroes’. El gobierno actual ya no gobierna, pero como hace negocios todo está concesionado. Esta vez sus concesiones los llevaron a contratar servicios en áreas que para los ‘líderes’ que transportaban debían ser estratégicas, y ahora son víctimas de su propia corrupción. Hoy se da la noticia de cuatro buzos muertos en el mantenimiento del sistema Cutzamala y, ¿qué crees?, la empresa que daba el servicio de mantenimiento al sistema, porque ya nada lo hace el gobierno, no se explica las causas”… Y, mientras siguen los estallidos mortales en Pemex, ¡hasta mañana, con los profesores todavía en lucha!

Parece que están de moda los homenajes a los oportunistas y mediocres. Carlos Fuentes no merece homenajes ni como escritor ni como ser humano.

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