lunes, noviembre 03, 2008

El gobierno no sabe cómo festejar
Felipe Calderón y Rafael Tovar y de Teresa

Los historiadores John Womack y Lorenzo Meyer, consultados por Proceso, coinciden en que el gobierno calderonista encarna a la contrarrevolución. Sostienen que incluso va en contra de su naturaleza celebrar movimientos que en su momento sacudieron a las élites y a las estructuras del país. La renuncia de Rafael Tovar y de Teresa como encargado de organizar las festividades es la manifestación del colapso.Tras la inexplicada salida de Rafael Tovar y de Teresa de la Coordinación para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, las dudas sobre la conmemoración resurgen entre los historiadores: ¿Qué revolución puede celebrar un gobierno calificado de derecha e incluso considerado contrarrevolucionario?Más todavía: ¿Qué festejar si los idearios de igualdad, justicia, democracia y libertad están muy lejos de ser realidad? ¿Qué podemos recordar juntos si la división y la violencia en vez de disminuir crecen y en el propio gabinete presidencial hay pleitos?Y, ¿cómo convocará a la unidad el director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), el abogado José Manuel Villalpando -a cuyo cargo ha quedado el proyecto "por el momento"-, si su labor como autor de libros de historia es continua y severamente cuestionada?Entrevistados vía telefónica por Proceso, los historiadores Alfredo Ávila, subdirector académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, y Ariel Rodríguez Kuri, investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México (Colmex), coinciden en que el gobierno de Felipe Calderón no sabe cómo asir la Revolución y, por tanto, cómo encaminar los festejos.La historiadora Guadalupe Jiménez Codinach, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tercia, para señalar que, peor aún, el gobierno tampoco sabe qué hacer respecto de la Independencia. Y lo atribuye al hecho de que nada de lo que se propuso la lucha de 1810 a 1821 se ha logrado en el curso de 200 años.A ojos de críticos, historiadores y miembros de la comunidad cultural, el que en tan sólo dos años hayan sido nombrados cuatro responsables de los festejos hace pensar más en un desfile político que en la intención de hacer historia con seriedad y reflexionar sobre los asuntos que esos movimientos no alcanzaron a resolver.Y es que primero Vicente Fox nombró a Cuauhtémoc Cárdenas, quien propuso aprovechar la conmemoración para repensar el proyecto de nación y crear una nueva Constitución política. Pero a los pocos meses el ingeniero renunció asegurando que su presencia no favorecía la unidad requerida para las conmemoraciones.Al cambio de gobierno, la comisión quedó en suspenso hasta que se designó como responsable a Sergio Vela, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Prometió la presentación de un proyecto que jamás se conoció. La escritora Guadalupe Loaeza apunta en su columna del pasado 28 de octubre (Reforma), que el director de ópera "demostró que no pudo".Pese a que Vela aseguraba que seguía al frente de la Comisión Organizadora de la Conmemoración y que presentaría a tiempo su programa, comenzó a rumorearse que Fernando Landeros, presidente de la fundación Teletón, lo relevaría. Nunca sucedió tal nombramiento, pero los medios lo dan como el tercero en haber ocupado ese cargo.El 17 de septiembre de 2007 fue nombrado el embajador Rafael Tovar y de Teresa, quien -se deduce de lo recogido en los medios tras su renuncia- contaba con la aprobación de una parte de la comunidad cultural. El 20 de noviembre del año pasado él dio a conocer una propuesta con 400 actividades, pero comenzó el rumor de que dejaría el cargo por falta de recursos y que sería reemplazado por Bernardo de la Garza.Se consignó así en una declaración de Patricia Galeana, secretaria técnica del Consejo Consultivo de la Comisión para los Festejos del Bicentenario de la Cámara de Senadores (Reforma), que abiertamente dijo:"Lo que tengo entendido es que no se les estaban dando los recursos económicos para instrumentar el programa."Entrevistado en septiembre pasado por este semanario, Tovar negó que renunciaría. Aunque evidenció que la comisión no tenía recursos propios, pues dijo que "las instituciones federales son las que absorberán la mayoría de las actividades de acuerdo con su propia vocación" (Proceso 1662). Finalmente, renunció el pasado 24 de octubre, sin que se dieran razones.¡Ay qué tiempos, don Porfirio!Más allá de los desencuentros entre funcionarios, preocupa en el medio cultural el curso de los festejos. Desde 2006, cuando Cárdenas estaba al frente, el historiador estadunidense John Womack, biógrafo de Emiliano Zapata, anticipó a Proceso -entrevistado en el marco de la contienda electoral- que sería "difícil" la conmemoración.Explicó que, por el lado de la Independencia, el conflicto residía en que los católicos estaban en contra de ella, y no fue reconocida de inmediato por el Vaticano. En cuanto a la Revolución, Womack recordó que la gesta triunfante no fue la de Francisco I. Madero sino la de Álvaro Obregón, y el resultado fue la Constitución de 1917, "con su artículo 130".Así mismo, el historiador Lorenzo Meyer, investigador de El Colmex, respondió a este semanario en el contexto de una entrevista sobre la reforma petrolera cuando se le preguntó qué independencia celebraría México si entregaba sus recursos naturales a intereses privados:"¡Deje qué Independencia va a celebrar el gobierno de Calderón, porque además está obligado a celebrar dos revoluciones, él que es la contrarrevolución misma! Que la derecha deba celebrar revoluciones, quiero ver cómo le van a hacer con eso."El desinterés del gobierno calderonista que los especialistas perciben contrasta con la fastuosa y diligente organización con la que el régimen del dictador Porfirio Díaz celebró el primer Centenario de la Independencia en 1910, previsto desde 1900.A decir de Alfredo Ávila, Díaz se encargó de "inventar" una imagen nacional próspera, aunque dos meses después sobrevino la insurrección del 20 de noviembre. Ahora dice ante los problemas que enfrenta la comisión nacional, las comisiones estatales, locales y académicas toman impulso.El historiador, miembro de la comisión de la UNAM, encabezada por la doctora Alicia Mayer, cuenta que al margen de los festejos oficiales la máxima casa de estudios realizará congresos, reuniones académicas, publicaciones y demás. De hecho señala que están por publicar un diccionario de historia de la Independencia y otro sobre la Revolución, y que colaboran estrechamente con las comisiones de Tamaulipas, Coahuila, Durango y la Ciudad de México, entre otras."Estas instituciones, que sí están haciendo su trabajo, a lo mejor pueden darle mayor riqueza y pluralidad a la conmemoración. Pero es una lástima que no haya una instancia capaz de coordinar los trabajos de todas las demás instituciones que estamos trabajando para esto."Se le pregunta si no considera un contrasentido que un gobierno considerado de derecha festeje una revolución y una independencia, cuando se habla de "reconquista" a causa del caudal de la inversión española.Dice que sólo en parte, pues piensa que la falta de interés se debe más a la habitual negativa del PAN a promover desde el Estado una historia oficial. No ve un rechazo hacia la Independencia, pero sí "un alejamiento de los principios de la Revolución de 1910 por parte del gobierno federal". Revela que en comisiones estatales le han manifestado sorpresa por el peso que se le da al Bicentenario de la Independencia, mientras se deja de lado la Revolución. Lo resienten sobre todo los estados del norte, para los cuales esta última gesta es relevante.Sí hay qué festejarCuando se le pregunta por qué festejar si las demandas no han sido satisfechas, Ávila responde que nos hemos acostumbrado a ver lo no cumplido, pero ha habido otros aspectos alcanzados. A decir suyo, en esta época de globalización es difícil encontrar una nación del todo independiente, dominan las empresas trasnacionales y los intereses financieros, que al final no tienen nacionalidad. La soberanía, subraya, es un objetivo que debe perseguirse, pero no es sino un ideal. Y agrega:"La verdad sí tenemos mucho que conmemorar, mucho que celebrar, finalmente son 200 años en los cuales los mexicanos -para bien y para mal- hemos tomado las riendas de nuestro propio destino. Aquí hay algo muy importante, me parece que junto con el festejo debe haber también reflexión; ese es más papel de la UNAM."Si queremos hablar de festejos tendremos que hablar de conmemoración en el sentido más propio de la palabra, es decir, traer a la memoria y reflexionar no precisamente sobre la Revolución Mexicana o sobre la Independencia, sino sobre lo que hemos hecho desde esos movimientos. Ese trabajo de reflexión puede ser mucho más importante, y ahí sí creo que instituciones académicas como la Universidad Nacional, El Colegio de México, las universidades estatales, tienen mucho que aportar."Para Rodríguez Kuri, el problema de las conmemoraciones no está en las comisiones, "sino en el gobierno de la República", pues le parece que en la Presidencia no saben "o nadie les ha dicho qué hacer con los bicentenarios".Coincide con Ávila en que se da preferencia al Bicentenario, pues es "más fácil manejarlo política e ideológicamente". A decir suyo, no causa conflictos a católicos, izquierda laica, priistas o al "vecino más humilde". En cambio conmemorar la Revolución plantea cuestiones vigentes, "como el patrimonio del petróleo, ¿para qué hablamos del petróleo, por ejemplo. Acabamos de pasar por todo ese huracán":"Como en otras esferas de la política y de la cultura mexicana, no sabemos qué hacer con el presente. En realidad, no es que no sepamos qué hacer con el Centenario y el Bicentenario, no sabemos qué hacer aquí y ahora. Y es muy característico de Calderón recurrir -como parece hará- al director del INEHRM (a quien le tiene confianza, creo que fue su maestro en la Escuela Libre de Derecho) no para solucionar el asunto, sino para dar una salida del momento. Es como el equivalente en el gabinete al secretario de Economía (Gerardo Ruiz Mateos), haga de cuenta."Habrá que añadir, dice, que se llegará a 2010 en medio de la "resaca de la conmoción financiera", con lo cual los festejos se desdibujarán aún más. Y desde luego es evidente que no es la prioridad del gobierno. El investigador sí coincide en que es también una cuestión ideológica, pues pareciera un contrasentido que un gobierno calificado de derecha celebre una revolución:"Con toda seguridad. A la mayor parte de los egresados de la Libre de Derecho les parece un contrasentido que exista el vocablo 'revolución'. No quiero exagerar, pero la Libre de Derecho se formó como una reacción contra la revolución maderista, como una escisión de la Escuela Nacional de Jurisprudencia."Considera que al tener vivos sus iconos como Zapata, Villa, Madero, y sus planteamientos originales, la Revolución se vuelve un problema, e incluso en la academia ha sido denostada. Pero sucedió también con los franceses, añade, cuando conmemoraron el bicentenario de su revolución y no sabían si destacar más la figura de Robespierre, Napoleón o Mirabeau.-¿Diría entonces que no es ni siquiera pretender imponer su visión de la historia, sino que ni siquiera les interesa?-No, no les da para tanto. Es que no saben enunciarla. Digamos como sicoanalistas: No hay manera de enunciar el problema, no hay manera de solucionarlo. ¿Cómo enunciar la Revolución Mexicana? Ni idea. ¿Cómo enunciar la Independencia? Es bien fácil: Nos hicimos nación independiente, además la hicieron católicos y todos éramos católicos y felices."Eso no se puede decir de la Revolución y mucho menos de la posrevolución. Y naturalmente andan todos los fantasmas que todos sabemos alrededor de la vida política: Andrés Manuel López Obrador, las adelitas, etcétera. No sé qué van a hacer. A ver si no la dan por muerta antes de 1910 para no tener que enfrentar esto. Ojalá no, porque a la academia le toca ser justa con la Independencia y con la Revolución en temas estrictamente académicos: Hay que revalorar, repensar, criticar y sacar consecuencias, pero al menos por lo que respecta al Centro de Estudios Históricos, no tendríamos por qué suponer que está muerta, como piensan algunos, o que está tan viva, como dicen otros. Hay que enfrentarlo objetivamente."Ideario pendienteCon más de tres décadas en la investigación sobre el tema de la Independencia y la Nueva España, Guadalupe Jiménez Codinach dice tajante que si el gobierno no sabe por dónde asir la Revolución Mexicana, no sabe tampoco asir la Independencia, pues simplemente no la conoce. Y le parece una pena que no se den a los centenarios la dimensión debida, cuando sólo a esta generación le toca conmemorarlos.Y enfatiza que debería darse más importancia a la conmemoración del Bicentenario, pues la Nueva España fue el virreinato más importante en América. Evoca también que con Díaz se hicieron obras perdurables: caminos, puentes, estaciones ferroviarias, ramales, palacios que hoy funcionan como museos, y ahora -pregunta- qué vamos a dejar, y con pesar se responde: "Creo que puros pleitos".También lamenta que los 11 años de lucha vividos entre 1910 y 1921 no se traduzcan aún en beneficios. Recuerda que Morelos planteó que el jornal del pobre tendría que ser suficiente para llevar una vida decorosa, y hoy el salario mínimo de 51 o 52 pesos no alcanza ni para sobrevivir.Para la investigadora, mucho de lo que se hace son obras de relumbrón, para la "foto". Pone como ejemplo la propuesta de hacer estatuas o parques costosos. Dice que sería mejor pedir a las comunidades una lista de sus prioridades y tratar de resolverlas como un regalo del Bicentenario, "en recuerdo de una causa que fue buena, con igualdad, fraternidad", por ejemplo drenaje, clínicas de salud, caminos, escuelas.Lo más importante, considera, es recuperar los valores de justicia social, igualdad y soberanía, y no estar "hincados ante el poderoso vecino":"¿Dónde está nuestra independencia? ¿Qué hemos hecho de nuestras playas, de nuestro territorio? ¿Venderlo y cambiar y arreglar la Constitución? ¿Hacer trampas para que se pueda?"-¿El caso del petróleo?-¡Uff! Me temo que ya están hechas las concesiones y el punto era nada más legalizar, por eso los resquicios en la ley, que no se hagan... ¿A poco no? Vuelvo a lo mismo: ¿Eso es independencia, es amor a la patria? Lo dudo, hay intereses personales muy fuertes, intereses de grupos, de partido. En esos 11 años de guerra que tratamos de recuperar sí hubo verdaderos patriotas, y también bandidos, aprovechados y oportunistas, hay que decirlo, pero hubo valores, es lo que debemos recordar.En tela de juicioLa salida de Rafael Tovar fue lamentada por miembros de la comunidad académica y cultural. En cambio la designación de José Manuel Villalpando ha encendido una alerta. El historiador Enrique Krauze declaró a la prensa que el abogado "es un apasionado de la historia mexicana y una persona decente y apreciable, pero me parece claro que su permanencia debe ser temporal".Ávila y Rodríguez Kuri coinciden en aclarar que no es historiador, sino abogado, un divulgador de la historia. Si se le van a hacer críticas, serán por su desempeño al frente de los festejos y no por buen o mal historiador. Para Ávila, hay una diferencia entre divulgar y hacer historia, pues un historiador no sólo divulga su conocimiento, sino lo genera acudiendo a los archivos y confrontando sus propuestas con las de colegas en México y en el extranjero.-¿No es contraproducente divulgar ideas que no se apegan a las fuentes o no se han investigado cabalmente?-Sí, por supuesto es un problema serio. Debe divulgarse algo que, por lo menos, esté fundado en lecturas de otros trabajos que sí tengan una investigación rigurosa."A la gente le interesa, por supuesto, la anécdota, es inevitable, le interesa saber si Miguel Hidalgo tuvo un affaire, pero también quiere saber cuál fue su verdadero objetivo el 16 de septiembre de 1810 al levantar a la gente, y me parece que este último aspecto es el que divulgadores de la historia, como el licenciado Villalpando, aunque no sólo él, no han sabido atender."Jiménez Codinach espera, como Krauze, que el nombramiento sea temporal, pues ella sí considera que Villalpando es un abogado "metido a historiador" que carece de rigor académico.Villalpando (Ciudad de México, 1957) es autor de más de 25 obras. En la solapa de sus libros se destaca también que es historiador. Ciertamente sus obras más recientes, Batallas por la historia y Muertes históricas, no incluyen bibliografía o citas al pie de página. l

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