Ricardo Andrade Jardí
Por aquello que le “vamos ganando la guerra” al crimen organizado, el periódico Debate en Sinaloa, fue atacado el lunes 17 de noviembre con granadas de fragmentación, al igual que fue atacado el POR ESTO! en Cancún y Mérida, a finales del 2006. Y la certeza es que hoy en el México de “las manos limpias” se pueden tirar granadas sobre medios de comunicación incómodos, con todas las implicaciones que eso supone sobre los imaginarios colectivos, al fin que la IMPUNIDAD ya se encargará de que nada pase y sin embargo si un estudiante o un ciudadano cualquiera expresa su derecho a llamar espurio, al sujeto que sustenta “su triunfo electoral” con los datos “manipulados” por su cuñado y sin que hasta el momento su partido político enseñe
públicamente las actas electorales con las que afirma sustentar “su triunfo (usurpación) electoral”, es rápidamente reprimido por ese ejército paralelo que es el Estado Mayor Presidencial (EMP) y que hoy usurpa, al parecer con la venia de la fuerzas armadas, las funciones del Ejército Mexicano, sacrificado en las líneas del supuesto combate contra el crimen organizado, fuera de las instituciones, ya que al que se organiza desde dentro no se le toca. Una lucha inmoral y absurda la que supone la prohibición de la droga. Absurda, pues es claro que la prohibición no es más que el camino de un negocio, que por su ilegalidad se vuelve absolutamente rentable, al tiempo que desmorona la seguridad y la vida social en beneficio de los grandes capitalistas, que no sólo controlan los mercados financieros, sino la vida política de las bananeras naciones en las que el neoliberalismo ha convertido, sumisas y dependientes, a casi todas las naciones del continente. Aunque hay que destacar que es, quizá, México el sistema más abyecto y embrutecido por la rapiña del “libre mercado”; casi 40 años de embrutecimiento cultural han hecho que en México nos (des)gobiernen hasta Fox y su segunda mujer o se nos impongan sujetos que son incapaces de articular un discurso propio.
Por eso el narcotráfico y su violenta cultura llena los espacios de la realidad cotidiana, que no pueden llenar la doble moral de las programaciones basura de la telecracia, peligrosamente abandonadas las políticas y programas educativos del cada día más desmantelado Estado. La renuncia a la educación científica y artística, entendiendo a éstas como complementos inseparables del proceso creativo, imaginativo, lúdico, es decir transformador y por ende revolucionario, es a su vez la renuncia al progreso responsable y humanista de la sociedad. El que es sustituido por la falsa idea de la “competitividad”, que no significa otra cosa que la destrucción irresponsable de ecosistemas y la renuncia a la colectividad social. Son más o menos estas lógicas y estos abandonos los que hacen que los periódicos, los periodistas, los librepensadores, sean tan atacados, ante la decadencia sistémica, por todos los frentes: “Muera la inteligencia” vociferan las oligarquías, “Viva la muerte”, grita el crimen organizado protegido por las faldas de la IMPUNIDAD y por los laberintos de la corrupción.
¡Viva la muerte, muera la inteligencia! es el grito con el que se asesinó al poeta Federico García Lorca y se sepultó la República Española.
¡Viva la muerte, muera la inteligencia! es el alarido con el que Pinochet, en Chile, asesinó al electo Presidente Salvador Allende.
¡Viva la muerte, muera la inteligencia! es el chillido con el que se impusieron las dictaduras militares en Sudamérica, que tan sólo en Argentina dejaron unos 60 mil desaparecidos.
¡Viva la muerte, muera la inteligencia! es el aullido con el que la imposición empresarial, el narcotráfico, el fraude y la mentira se apoderan de la vida cotidiana del usurpado México de hoy.
¡En el 2009 ni un voto al PRD, ni un voto a los traidores Chuchos! ¡Que con nuestros recursos no se alimenten sus parásitas ambiciones!
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