Julio Pimentel Ramírez
El balance de este año, que termina en medio de una crisis económica que afecta ya profundamente el nivel de vida de los mexicanos, de un proceso de creciente violencia delincuencial que rompe vastos tejidos sociales, así como de un alarmante deterioro del sistema político, no es nada halagüeño y presagia un 2009 de mayores penurias para la mayoría de los habitantes de este país.
A manera de consuelo, el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón aduce que la crisis financiera es de carácter mundial, que se originó en otra nación y que, desgraciadamente, nos va a afectar con un "catarrito" que se convirtió en una leve pulmonía, según aceptan a regañadientes los doctores neoliberales (muchos de ellos formados en centros de estudios extranjeros y nacionales, formadores de tecnócratas desnacionalizados e insensibles socialmente) que conducen a este país al abismo.
En la entrega de cuentas el calderonismo presenta índices de altas y bajas, todo en el tono gris de la crisis y de la falta de rumbo y dirección para enfrentarla. A manera de ejemplo: suben el desempleo, la pobreza, los secuestros, las ejecuciones, los robos, en fin la inseguridad; caen los empleos, el poder adquisitivo del salario, las remesas, el valor del peso y la bolsa de valores, la esperanza en un futuro mejor.
Cuando parece que ya hemos visto todos los horrores causados por el crimen organizado y una de sus principales vertientes, el narcotráfico, con su cauda de decapitados, acribillados, torturados y "levantados", los mexicanos no dejamos de sorprendernos por hechos que han trastocado la cotidianidad, la convivencia social y que nos muestran la forma como infinidad de jóvenes--presente y futuro de la nación--, ante la falta de perspectivas, se ven deslumbrados y atraídos por el poder y el dinero fácil que les ofrecen los carteles de la droga.
Entre los casi seis mil ejecutados durante este segundo año de gobierno ilegítimo y de su llamada "guerra" contra el narcotráfico, un alto porcentaje es de jóvenes de entre 18 y 25 años. "Se están matando entre ellos", argumento falaz con el que autoridades gubernamentales pretenden eludir su responsabilidad de brindar seguridad y hacer real la vigencia del Estado de Derecho, esconde el fracaso del sistema neoliberal, incapaz de ofrecer a la población las condiciones para que, en un presente de trabajo y vida plena, se forje un mejor futuro.
Los resultados del fracaso de "combate" contra el narcotráfico están a la vista y, en ese sentido, muchas voces han alertado sobre la equivocada estrategia instrumentada por Felipe Calderón, quien, ante su carencia de legitimidad, optó por este camino en pos de obtener algo que no podrá adquirir durante los seis años de impuesto mandato.
Ante la presión de la sociedad, sobre todo de sectores medios y altos, se firman acuerdos, se reforman leyes aceleradamente, se lanza a la policia federal militarizada y al Ejército a las calles con todos los riesgos que eso implica, no solamente para la institución castrense sino, principalmente, para la población civil ante la criminalización de la protesta social adoptada por el gobierno panista.
De vez en cuando se detiene a elementos policiacos involucrados con los capos de la droga, sin tocar a otros funcionarios destacados, de alto nivel, de quienes se conoce información pública que cuestiona su honestidad y honorabilidad. Se castiga la corrupción a contentillo, mientras la impunidad estructural permanece incólume.
El nivel que ha alcanzado el narcotráfico, crimen internacional que extiende sus tentáculos por todo el mundo, tanto en lo que se refiere a producción, distribución, consumo y la red financiera que "lava" sus cuantiosas ganancias, ha puesto en riesgo la seguridad pública y la seguridad nacional.
Las palabras de George W. Bush, en el sentido de que Estados Unidos debe combatir y declarar la guerra, al narcotráfico en su vecindario, en el que México es considerado como su traspatio, no deben ser echadas en saco roto, por más que el impopular mandatario vaya de salida, pues los intereses geoestratégicos del vecino del Norte trascienden al inquilino de la Casa Blanca.
En el terreno de la economía, el fracaso del calderonismo es igual de catastrófico. Efectivamente la crisis económica tuvo su origen en el sistema financiero, especulativo, de Estados Unidos y su carácter global afecta ya a todos los países del planeta, México incluido, pero lo preocupante es que mientras los gobiernos de otras naciones, en mayor o menor medida, adoptan planes de rescate que mitiguen los efectos de la debacle capitalista, la administración calderonista se muestra incapaz de reaccionar y solamente atina a tomar medidas limitadas.
Los doctores neoliberales mexicanos se muestran en economía "más papistas que el Papa" y pretenden que las cosas se solucionen respetando la mano invisible del mercado, sin "proteccionismo", con inversiones privadas extranjeras y nacionales. Hipocresía y doble lenguaje: se protege a los grandes capitales y se olvida a quien solamente depende de su trabajo, es decir, a la mayoría de los mexicanos.
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