martes, diciembre 30, 2008

Los compromisos del Milenio de la ONU son insuficientes

Barómetro Internacional

Nuestra especie en una situación de riesgo e incertidumbre frente al futuro

Por Sylvia Ubal

“En 200.000 años de existencia, apenas unas décadas de sobreexplotación y destrucción han colocado al planeta y a nuestra especie en una situación de riesgo e incertidumbre frente al futuro”, así lo explica el informe elaborado por la Fundación Universidad Complutense de Madrid y presentado en el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA, celebrado el 8 de Diciembre en Madrid).
Según el informe, la raíz de los principales problemas a los que nos enfrentamos los seres humanos son los modelos de producción y consumo junto a la falta de acción decidida de los gobiernos.
El modelo socioeconómico de crecimiento “ha ignorado los límites de la naturaleza, ha despreciado los principios de la ecoeficiencia y, al mismo tiempo, ha desvinculado sus objetivos de las verdaderas necesidades humanas”, señala el documento. Una de las causas fundamentales de la crisis radica en las actuales pautas de comportamiento que son insostenibles para el sistema biofísico.
No son suficientes las medidas tomadas hasta el momento en los Compromisos del Milenio de la ONU y con el protocolo de Kyoto. “Todavía no hemos conseguido establecer cambios de rumbo estructurales en cuestiones tan significativas como las emisiones de GEI, la ocupación y degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad, el consumo racional de agua o el modelo de desplazamiento de personas y mercancías”, declaran.
El informe Cambio Global opta por medidas decididas que “fomenten una vida mejor con menos recursos”, la modificación de las pautas de movilidad y transporte, iniciativas de educación y sensibilización y una potenciación del ahorro hídrico y energético, entre otros.
En Diciembre del 2009 en Copenhague se realizará la Convención de la ONU sobre Cambio Climático, así lo informa el Boletín de Noticias de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Este encuentro, deberá decidir cómo afrontar este problema una vez que expire el protocolo de Kioto en 2012.
Pero para ello, las 192 naciones signatarias de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático deberán superar las diferencias entre ricos y emergentes, así como la reticencia a adoptar tecnologías más limpias y más caras en momentos de crisis económica internacional.
La principal novedad será que las negociaciones contarán con una nueva administración estadounidense, liderada por Barack Obama, que se ha comprometido a adoptar medidas al respecto, tras ocho años de pasividad de su predecesor, George W. Bush.
La falta de resultados en la conferencia de la ONU sobre cambio climático celebrada entre los días 1 y 13 de diciembre en Poznan (Polonia) y el acuerdo para recortar las emisiones alcanzado por la Unión Europea el 12 de diciembre en una cumbre en Bruselas, son una muestra de las dificultades con vistas a Copenhague.
"Es muy difícil pedir a la gente que sacrifique algo hoy por unos beneficios a largo plazo y difícilmente se superará este obstáculo el año próximo", declaró a Efe el experto Ken Caldeira, portavoz de la Carnegie Institution (de EE.UU.) que estudia el impacto del cambio climático.
Caldeira expresó su "pesimismo" sobre que salgan soluciones "sustanciales" de la conferencia de Copenhague de diciembre de 2009 y dijo que éstas requieren "una transformación revolucionaria en los modos en los que producimos y consumimos energía".
En Poznan, los países en desarrollo, los más vulnerables ante las consecuencias del calentamiento global pidieron a las naciones industrializadas más ayudas para poder adaptar sus infraestructuras a los desastres naturales, pero lograron desbloquear sólo en parte unos fondos destinados a este efecto.
Por su parte China, el principal contaminador mundial y otros países emergentes como la India y México se mostraron dispuestos a adoptar medidas contra el calentamiento, pero sin renunciar al desarrollo.
El Protocolo de Kioto, firmado en 1997 y que entró en vigor en 2005, obliga a 37 países industrializados -todos salvo EEUU, que no lo ratificó- a reducir sus emisiones en una media del 5% entre 2008 y 2012 sobre los niveles de 1990, pero no compromete a los países en vías de desarrollo.
"EE.UU. y Europa deben dar el ejemplo. Si no reducimos nuestras emisiones, no podemos esperar que China y la India lo hagan", declaró Caldeira.
La Unión Europea (UE), que ha liderado los esfuerzos internacionales contra el cambio climático, alcanzó el 12 de diciembre un acuerdo para reducir de aquí a 2020 en un 20% los gases de efecto invernadero, disminuir en un 20% el consumo de energía y que el 20% de la energía provenga de fuentes renovables.
Para ello, las industrias empezarán a pagar por los derechos de emisión que hasta ahora recibían gratis y los ingresos de las subastas de permisos irán a parar a las arcas nacionales.
Sin embargo, y para asegurarse el apoyo de los países miembros del Este, el plan concede exenciones a algunas de las industrias más contaminantes, con el fin de que no trasladen sus fábricas al exterior de la UE, y considera como una reducción de emisiones las inversiones en proyectos medioambientales de países en desarrollo.
Estos dos extremos han sido muy criticados por los ecologistas, entre ellos el Partido de los Verdes europeos, como un "duro golpe al liderazgo de la UE sobre el clima".
Ese liderazgo, según el "gurú" de la lucha contra el cambio climático y ex vicepresidente de EE.UU., Al Gore, puede pasar ahora a ese país y a Obama, que ve en las energías renovables la posibilidad de crear empleo en estos tiempos de recesión.
Mientras, los fenómenos meteorológicos extremos, como los ciclones y las inundaciones y el aumento del nivel del mar ya son patentes en un planeta en el que según Gore, cada 24 horas se liberan a la atmósfera 70 millones de toneladas de gases de efecto invernadero.
En su último informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) afirma que el calentamiento, como resultado de las actividades humanas, es inequívoco y que de los 12 años transcurridos entre 1995 y 2006, 11 figuran entre los más cálidos desde 1850, año a partir del cual se registran las temperatura.
El 16 y 17 de Diciembre fue la Cumbre de las naciones de América Latina y el Caribe
Que tuvo lugar en Salvador De Bahía, Brasil, donde el presidente Leonel Fernández abogó por una puesta en vigencia de una agenda común de desarrollo que implique un compromiso con la protección del medio ambiente, la ejecución de acciones en conjunto de infraestructuras y la entrada en vigencia de un diálogo político en la región.
Expresó que todas las condiciones están dadas para la puesta en marcha de esa agenda en común y estimó que sólo hay que identificar los puntos comunes y proceder a su aplicación para "hablar con una sola voz".
Entiende que ha llegado el momento de que el continente americano actúe de forma unificada. "Yo pienso que lo más importante es el reconocimiento y la voluntad que existe de que haya una mayor integración entre todos los pueblos de América Latina y El Caribe, y eso pasa por un diálogo en lo político, integración energética, agenda común de desarrollo, de infraestructuras, el cambio climático y la protección del medio ambiente. Existe toda una agenda de temas comunes en la que debemos tratar de unificar criterios".
"Yo creo que quedó muy claro que existen las condiciones para lograr una mayor integración dentro de un contexto de cooperación y de desarrollo entre los pueblos de la región", afirmó el gobernante dominicano.
En Amazonia se ha solicitado a todo el mundo el Fondo Amazonia
¿Una Amazonia internacional? ¿Un esfuerzo global por preservar el pulmón del Planeta? ¿Fondos de todos los continentes para conservar en pie la mayor selva tropical del mundo?:. La iniciativa llega, del país más receloso ante la intervención internacional pro Amazonia: Brasil.
Brasil se ha dado cuenta de que para evitar la devastación de la Amazonía necesita ayuda. Del sector privado y del resto del mundo. Por eso, el plan estrella del nuevo ministro de Medio Ambiente, Carlos Minc, el Fondo Amazonía, es la principal baza brasileña en la cumbre de Poznan, celebrada en Polonia el 20 de Diciembre. La consigna fue clara: el mundo tiene que pagar para que la Amazonía siga en pie.
El Fondo Amazonía, lanzado internamente en Brasil en agosto, ha adoptado en los últimos meses un sorprendente giro internacional. Noruega ha sido el primer país en romper el fuego amazónico: está dispuesto a donar 775.190 millones de euros en 2009. Y esta primera aportación no sería más que el principio. El Gobierno brasileño calcula que hasta 2021 puede recaudar del resto del mundo 16.279 millones de euros para salvar la Amazonía.
El Gobierno de Luiz Ignacio Lula da Silva ha iniciado ya su ronda de contactos para recaudar fondos para su programa amazónico. “Ya estamos conversando con Corea, Japón y Suecia, que están interesados. No hay arrepentimiento por parte de estos países a pesar de la crisis”, aseguró el propio ministro Carlos Minc, hace unas semanas, en el Tercer Foro Internacional de Medio Ambiente Brasil-Japón, celebrado en Río de Janeiro. Además de los países mencionados, según el propio Minc, otros dos países europeos, Alemania y Suiza, podrían unirse al primer año de Fondo Amazonía.
El mega cheque internacional ambientalista sería gestionado por la institución pública Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico e Social (BNDES). Además de las aportaciones internacionales que se reciban, el fondo contará con donaciones de empresas privadas
Contra las compensaciones
Lo dejó claro en Poznan: no tiene sentido contaminar y limpiar imagen y emisiones comprando créditos amazónicos. “Brasil siempre estuvo en contra de la compensación en el área forestal”, afirmó en Poznan Sérgio Serra, embajador brasileño para el cambio climático. La estrategia de Lula será arrancar compromisos (y donaciones internacionales) en Polonia, más allá de operaciones ambiental limpia de emisiones.
En esta dirección, Perú llega a Polonia con un ambicioso plan de deforestación cero. Y con un fondo comodín bajo la manga muy similar al de su vecino amazónico. El Gobierno peruano calcula que en sólo diez años, con la ayuda monetaria de gobiernos occidentales, la deforestación de la Amazonía en su territorio desaparecería. Apenas harían falta, según el gobierno peruano, un total de 19,37 millones de euros anuales para frenar la debacle amazónica en su territorio.
Responsabilidad común
“No somos un país pobre que va a la conferencia de Poznan a mendigar”, declaró a la BBC el ministro de Medio Ambiente de Perú, Antonio Brack. Simplemente, Perú, como Brasil, solicita una responsabilidad compartida. ¿Por qué tienen que pagar el pato ambientalista los más pobres, cuando lo que está en riesgo es el calentamiento global del Planeta? Carlos Minc, en una entrevista concebida a un medio brasileño, tiene clara la estrategia para convencer a la hora de contribuir en el Fondo Amazonía: “Pretendemos no sólo para Pozdam sino para Copenhague el año que viene, decirles: amigos, esto es el pago por la emisión evitada, por la deforestación evitada”.
Críticas ambientalistas
El Gobierno Lula no ha tardado en recibir un alud de críticas. La principal es que el dinero no sea patrimonio exclusivo del Gobierno, sino de los habitantes del territorio de la Amazonía. “El fondo tiene que alcanzar a agricultores y pequeñas poblaciones locales que mantengan la selva en pie”, en palabras de Adriana Ramos, del Instituto Socio ambiental (ISA). Sergio Leitão, director de políticas públicas de Greenpeace Brasil, critica la apuesta internacional del Gobierno Lula: “La deforestación debería ser siempre cero. Además, Brasil tiene recursos suficientes para controlar la devastación de la Amazonía”, señala el ecologista.
El plan interno de Lula para proteger la jungla
Tras años de debacle ambientalista, el Gobierno Lula ha perdido parte de la confianza internacional. Por eso, ha decidido apostar sin tapujos por la conservación de la Amazonía. A partir de 2010, el Gobierno brasileño espera reducir la deportación en la Amazonía en torno al 30% por cuatrienio, llegando a un 70% en el año 2017. El plan, anunciado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva a principios de diciembre, establece objetivos que podrían reducir la deforestación anual de 19.000 a 5.000 kilómetros cuadrados en promedio.
El plan lanzado por Brasil es ambicioso. Incluso no se limita a luchar contra la deforestación y consecuente liberación de gases de efecto invernadero, sino que incluye un paquete de medidas paralelas para evitar el calentamiento global.
La apuesta por el etanol del Gobierno brasileño, según el Ministerio de Medio Ambiente, significaría que en 15 años va a evitarse la emisión de 508 millones de toneladas de CO2. “Queremos ampliar en un 11% al año la participación de estos combustibles”, afirmó el ministro de medio ambiente Carlos Minc, el día que se anunció el plan.
Por otro lado, el aumento del número de árboles replantados es otra de las metas brasileñas. “Queremos pasar de 5,5 millones de hectáreas a 11 millones en 2017”, matizó Minc.

sylviaubal@gmail.com

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