viernes, enero 16, 2009

48 millones de mexicanos víctimas del delito

Por Lilia Arellano

“Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo”. Sófocles

Las imágenes del avión Airbus 320 que acuatizó (algunos prefieren referir que se estrelló), en el Río Hudson, de Nueva York, trajeron a la mente una fotografía de lo que acontece en nuestro país. Iba, según lo demostraban los envíos de las agencias internacionales, hundiéndose poco a poco y, por razones que encuentran explicación en la física, el peso hacía que fuera desapareciendo entre las aguas la cola y esto ayudaba a que la cabina de pilotos, es decir la parte delantera, sobresaliera, intentara no sucumbir. Igual pasa en México.

Vendrán las investigaciones, se conformarán comisiones, intervendrán todo tipo de autoridades y los resultados se conocerán dentro de varios meses o tal vez más de un año, tiempo que será utilizado para que puedan taparse o disminuirse muchos errores ya sea técnicos, de mantenimiento, de fabricación o humanos y ¿acaso no sucede lo mismo en nuestro país cuando se trata de conocer a los responsables de las crisis, a los saqueadores, a los corruptos? Esa cola que se veía en las pantallas, la que soportaba el peso delantero de la aeronave son las clases humildes, la casi desaparecida media y con ello, el lugar en donde viajan los que conducen, en nuestra imaginación aparecieron los que gobiernan, se salvan junto con sus cómplices, sin que nadie haga un solo reproche.
México es el avión al que ya no pueden hacer volar, el que desconoce su destino, el que confunde las pistas de aterrizaje con las aguas marinas, el que hoy por hoy tiene tanto peso, tanta carga, tanto ciudadano en la miseria que no puede despegar y menos aún si aunado a todo lo anterior cuenta con el lastre de las ambiciones de quienes lo gobiernan en todos los niveles.
Los caricaturistas han presentado cientos, miles de cartones que nos hablan de un barco, de la falta de capitán, del timón abandonado. A esos editoriales gráficos tal parece que nos hemos acostumbrado, que no les brindamos el valor que merecen. Lo insólito del avionazo permite que el hecho llame la atención del mundo entero. Y, lo insólito de él es igual al de nuestro territorio. Sobra decir que con la extensión territorial con la que se cuenta, con los kilómetros de litorales en ambos lados, con una frontera que nos liga a un consumidor potencial, con la carga tributaria impuesta a los ciudadanos, con la capacidad creativa que durante siglos se ha demostrado, el hundimiento debería caer en lo imposible, sin embargo…
Tal parece que también resultara una costumbre estar al lado de cualquier víctima, aunque la situación de ésta no sea sino el resultado de sus errores y el daño propinado a millones. Así, cuando se critican las acciones de los gobiernos, las referencias sobre los informadores son las que se recrudecen y ni qué decir de las que se emiten sobre los informantes, los calificativos abundan y un porcentaje inimaginable cataloga, en el caso de los gobernantes, a estas supuestas víctimas como “buenos hombres”, a los que no los dejan ejercer su responsabilidad, les entorpecen el camino, los quieren tumbar los que nada tienen que hacer más que llenar las calles con manifestaciones absurdas, presionan los jodidos y los desempleados.
Así, por ejemplo, los últimos días de George Bush son los más amargos por más cínico que éste sea o por más consumo de alcohol con el que intente pasar por alto el rechazo que, con toda razón, le brindan los estadounidense en un porcentaje cercano al 80 por ciento, según lo revelan las últimas encuestas dadas a conocer en ese país. Sin embargo, nada de eso ha sucedido con Ejecutivos federales en las últimas décadas. Un repudio como el que viene recibiendo públicamente el todavía Presidente de EU no se le brindó a Carlos Salinas, tampoco a Luis Echeverría, los personajes que intentaron (y el primero casi lo está logrando) cambiar totalmente el destino de nuestra Nación.
Y hay otros casos en los que los resultados son los mismos, el Pueblo primero se enardece, luego se compadece, perdona y olvida y se repite a sí mismo “el próximo sexenio nos irá mejor”, lo cual todavía no sucede desde hace ya casi una treintena. De ahí que a ninguno parezca importarle cómo los registrará la historia porque con Felipe Calderón las cosas no son diferentes, a él hay quienes todavía lo llaman “buen hombre”, hay los que consideran que “no lo dejan trabajar” y algunos más dicen que ha sabido sortear los embates de sus “enemigos” políticos, los de dentro y los de fuera.
El michoacano no siente la necesidad de “poner sus barbas a remojar” después de lo sucedido con Bush.
Considera que no transitará esa senda aún y cuando al final de su sexenio el Dólar sea inalcanzable, el decrecimiento que hoy ya se reporta en un dos por ciento aumente, los desempleados deambulen por millones y millones, quiebren más empresas medianas y pequeñas, se cierren los comercios, los contribuyentes se encuentren literalmente ahorcados ante la carga tributaria, los paros y las huelgas se multipliquen, los campos luzcan desérticos, el hambre y la miseria se conviertan en nuestro sello ante un mundo que intentará explicar cómo es que contamos con multimillonarios en los primeros lugares de las revistas más famosas. Su blindaje, todo indica, es superior en todo y por todo al que nos garantizó ante la crisis financiera mundial.
Lo más negro de la comparación de nuestro país con la aeronave que se hundió es que en tanto que se alcanzaron a salvar los 151 pasajeros y la tripulación, de lo que hoy nos está aconteciendo no se salvarán más que los gobernantes y su pequeño, cada vez más reducido, grupo de mandamases económicos o cómplices, como quiera usted llamarlo.
Razones de seguridad
Este jueves quedaron internados en el penal de Nayarit los dos ex directores de la INTERPOL México, Ricardo Gutiérrez Vargas y Rodolfo de la Guardia García. Las acusaciones que pesan en su contra dicen que fueron comprobadas y ratificadas por los célebres testigos protegidos. Dicen que eran informantes de los capos del narcotráfico y que lejos de contar con informantes que les permitieran las capturas tenían relación abierta con los jefes de los cárteles por su conducto. La investigación tuvo como base las declaraciones de delincuentes comprobados y dos teléfonos celulares.
Habrá que seguir muy de cerca este caso junto con el de los hermanos también arraigados y ex miembros de la Secretaría de Seguridad Pública Federal a quienes se les señaló por presuntos nexos con los mafiosos, aunque existe el antecedente de las denuncias sobre irregularidades en esa dependencia y abusos y corrupción de su titular interpuestas por quienes hoy están bajo arraigo. Las pifias que se han cometido en estos terrenos son muchas, una de ellas y muy reciente es la liberación de dos personas, Gerardo Colín y Lorena González, que fueron señalados como cabecillas de La Banda de la Flor, de la que supuesta secuestró al hijo del empresario Martí.
Pero en tanto que estas detenciones y arraigos son bajo supuestos, la realidad que azota a los mexicanos es superior.

Baño de sangre
Trágica para México en verdad es la gestión de Felipe Calderón. En materia de seguridad, o mejor dicho, de inseguridad, la Comisión Nacional de Derechos Humanos reportó en su Segundo Informe Especial sobre el Ejercicio Efectivo del Derecho Fundamental a la Seguridad Pública en el país, que del 1 de enero de 2006 al 1 de diciembre de 2008 se reportaron más de 10 mil 500 ejecuciones atribuidas al crimen organizado.
De enero a diciembre de 2008 la CNDH registró 5 mil 585 homicidios. Esta cifra representa más del doble de las ejecuciones reportadas por la Secretaría de Seguridad Pública en 2007, cuando llegaron a 2 mil 561 y es también dos veces superior a la registrada en 2006, cuando llegó a 2 mil 221.
Este baño de sangre es debido en gran parte a la guerra entre los cada vez más poderosos cárteles de la droga por el control del mercado y las rutas de abastecimiento, no sólo hacia los Estados Unidos, el principal mercado consumidor de estupefacientes del mundo, sino también a otras regiones como Europa y por supuesto para satisfacer el mercado local. Y es que el consumo de drogas en México ha crecido casi 30 por ciento entre 2002 y 2008 de acuerdo a los reportes oficiales y en el caso de la cocaína el aumento fue de prácticamente 100 por ciento.
Ante la impunidad que impera en el país, la ineficacia de las autoridades y su ya inocultable complicidad con los delincuentes, los ciudadanos se abstienen de denunciar los delitos que son cometidos. Así, sólo uno de cada 10 delitos se denuncia. La suma de la cifra oficial de delitos denunciados y la cifra negra al 90 por ciento, en los últimos tres años arroja 48 millones de víctimas del delito en el país, es decir 16 millones por año y 43 mil 835 diarios, lo que nos da un terrible margen de impunidad de 98.76 por ciento.
El temor de la población está más que justificado. La crueldad de los delincuentes ha demostrado que no tiene límites. Ejemplo de hechos que tienen aterrorizados a los mexicanos los encontramos en diversas partes del país, como los ocurridos el pasado 21 de diciembre en Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, en donde aparecieron nueve cabezas humanas en una bolsa de plástico, de las cuales ocho correspondían a elementos de Ejército Mexicano destinados al combate al narcotráfico y la otra a un civil de profesión abogado. Asesinatos de este tipo, descabezados, se han cometido en Yucatán, Sinaloa, Tamaulipas, Guanajuato, Michoacán, Chihuahua, Estado de México, Baja California, entre otros.
Las noticias sobre la actividad de los narcotraficantes llenan las páginas de los diarios locales y ocupan la mayor parte de los espacios de los noticieros de los medios electrónicos, cuyos representantes también han sufrido el embate de los delincuentes. A pesar de todo, ya no impacta a la opinión pública conocer el hallazgo de cabezas calcinadas, cuerpos decapitados, que en muchas ocasiones van acompañadas de mensajes amenazantes a las autoridades locales y federales y, a pesar de estos reportes que son oficiales, Felipe Calderón se atreve a afirmar en el extranjero que es una exageración lo que se dice acontece en nuestro país, que somos un lugar seguro en el que se puede deambular con la mayor tranquilidad.

La guerra del narco
Reportes de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y de la Procuraduría General de la República destacan que el rompimiento de alianzas entre grupos de narcotraficantes y la lucha por el control de territorios ha bañado de sangre el territorio nacional, sobre todo los estados de Chihuahua, Baja California y Sinaloa, entidades consideradas como los principales centros de operación de los cárteles de Juárez, Arrellano Félix y del Pacífico (Sinaloa). Si bien en esas entidades se concentró el 50 por ciento de las ejecuciones, éstas también se registraron en forma alarmante en entidades como Jalisco, Guanajuato y Estado de México, y el asunto es de tal gravedad que se espera que la ola de violencia se agudice en entidades como Chiapas, Tabasco, Veracruz y Quintana Roo.
La ola de violencia se ha agudizado tras el rompimiento y posterior enfrentamiento entre los cárteles del Golfo y de Sinaloa. En el caso del primero, organización que dirigió Osiel Cárdenas Guillén (extraditado a Estados Unidos en enero de 2007), se dividió: por una parte, los desertores de los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (GAFES), del Ejército Mexicano, al mando de Heriberto Lazcano Lazcano, se convirtieron en un nuevo cártel y se fortalecieron con la incorporación de militares guatemaltecos, los crueles kaibiles. Por otro lado, el grupo que encabeza Eduardo Costilla El Cos, quien pretende suceder a Cárdenas Guillén, le disputa zonas de Reynosa, Matamoros, Ciudad Altamirano y Ciudad Victoria en Tamaulipas, así como diversas áreas en Tabasco y Veracruz.
En Tijuana, otro importante paso de la droga hacia los Estados Unidos, la lucha la protagonizan los Arellano Félix, con el apoyo de Los Zetas, por el control del Cártel de Tijuana, ante el desafío que les representa Teodoro García Pimentel, El Teo, un sicario que se alió con Ismael El Mayo Zambada, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa.
Un personaje de singular importancia en este esquema lo es sin duda el tristemente famoso Joaquín El Chapo Guzmán, cabeza del Cártel de Sinaloa -y quien es señalado como el capo consentido de la pasada administración de Vicente Fox y, al parecer, también de la de Felipe Calderón-, organización que sufrió una ruptura con los hermanos Beltrán Leyva, quienes han logrado consolidar su propio cártel, de acuerdo con las averiguaciones oficiales, y operan en Sinaloa, Chihuahua y Durango, así como en el Estado de México, Jalisco, Sinaloa y el Distrito Federal.
En Chihuahua, el cártel de Juárez, que comandan Vicente Carrillo Leyva y Vicente Carrillo Fuentes, enfrenta el desafío que le representa el Mayo Zambada, apoyado por El Chapo Guzmán.
A pesar de las evidencias, la administración de Felipe Calderón insiste en que “va ganando” la guerra contra los cárteles del narcotráfico. Sin embargo, es inocultable que el Estado mexicano está fallando en una de sus labores más esenciales, que es precisamente la seguridad pública. ¿Seremos capaces algún día de exhibir a los que se prestan a la gran farsa de combatir al narcotráfico representada y financiado por el principal consumidor de estupefacientes: los EU? ¿O de por lo menos llevar a juicio a quien ha sembrado de cadáveres el territorio nacional, los cuales suman más de los caídos en las guerras del gigante americano contra Irak y de Israel y los palestinos juntos? O tal vez suceda que ni siquiera nos atrevamos a lanzar un zapatazo… quién sabe…

De los pasillos
La protección con la que cuenta Felipe Calderón para seguir tomando decisiones que causan grandes daños a la población no proviene precisamente del cielo, de lo cual ahora intenta convencernos, sino de los grandes capitales –que por cierto él se ha impuesto seguir haciéndolos crecer a través de contratos de alto beneficio, condonación en algunos casos de impuestos y en otros devoluciones multimillonarias de los mismos en detrimento de la captación de ingresos para el desarrollo nacional.
A todas estas malas acciones no les pasará lo que a las limosnas de los narcos, de las que un obispo jalisciense calificara de “puras” una vez que están dentro de la Iglesia, de la casa de Dios. Así que su reunión con las familias, la organizada por el clero, la que puso en marcha mostrándose como “el primer” católico de México, no hace sino un gran daño hasta a los propios creyentes, a los que recurren a los rezos, a las plegarias, a las novenas, a la súplica con tal de contar con un empleo, con ingresos que les permitan alimentar a sus familias, pagarle al doctor, sostener a sus hijos en la escuela.
El hombre que ha roto con el laicismo, el que se muestra dócil ante una creencia religiosa a sabiendas de que ya no es la única que se practica en el país, al que dice gobernar, logrará que la grey católica disminuya, que los creyentes se alejen de las Iglesias porque les ha resultado, según comentarios de familias no panistas acarreadas, prácticamente imposible aceptar que en el nombre de Dios sea el michoacano capaz de causar tantos daños a tantos hogares, a la que llaman hipocresía demostrada, al que, como decían las abuelas “comen santos y cagan diablos”…
lilia_arellano@yahoo.com

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