jueves, enero 22, 2009

Dios, la Iglesia y los ateobuses

Juan José Morales
Escrutinio

A principios de este año, la Unión Italiana de Ateos y Agnósticos Racionalistas intentó realizar una campaña publicitaria con anuncios en los autobuses de la ciudad de Génova, que decían: “La mala noticia es que Dios no existe. La buena, es que usted no lo necesita”.
La campaña finalmente no pudo llevarse a cabo. La Santa Iglesia Católica Apostólica Romana ejerció sus acostumbradas presiones y logró que fuera cancelada por la compañía de autobuses y la empresa de publicidad.
En Australia ocurrió algo semejante. La empresa publicitaria a la cual se solicitó comprar espacio en los autobuses para exhibir anuncios de ese tipo, se negó a venderlo. En cambio, en Washington, la capital norteamericana, se exhiben sin mayor problema en los costados de algunos autobuses letreros que dicen: “¿Por qué creer en Dios? Simplemente sé bueno por ti mismo.”
Igualmente, en el transporte público de Barcelona, España, hay anuncios ateos con la leyenda “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. Ahí la Iglesia no pudo impedirlo, pero no por ello dejó de protestar y le hicieron coro no pocos periódicos que pusieron el grito en el cielo, calificaron esa campaña de ofensiva para las creencias de los católicos y pidieron que los anuncios fueran censurados y prohibidos.
Lo curioso es que la idea de usar los autobuses —los ateobuses como se les ha llamado jocosamente— para difundir esta clase de mensajes surgió en Londres precisamente como respuesta a una campaña publicitaria religiosa a base de aterrorizantes anuncios en los famosos autobuses rojos de dos pisos de la capital británica. Los anuncios, pagados por cierto grupo religioso llamado Jesús Said (Jesús Dijo) afirman entre otras cosas que los no cristianos se asarán por toda la eternidad en las llamas eternas del infierno.
Ante esa campaña, una periodista, Ariane Sherine, de la Unión Humanista Británica, propuso reunir fondos y contratar publicidad atea en los mismos autobuses. La sugerencia fue prontamente acogida por el famoso biólogo Richard Dawkins, ateo convencido, y pronto se reunió lo suficiente —aunque no tanto como las cuantiosas sumas que manejan los fundamentalistas cristianos de JesusSaid— para pagar cierto número de anuncios.
La iniciativa no tardó en ser adoptada por grupos de racionalistas, ateos y agnósticos de varios países, pero —como decíamos— ha enfrentado la férrea oposición de las iglesias cristianas, las cuales consideran que no debe permitirse la propaganda atea y la tachan de blasfema e injuriosa.
Ante ello, cabe preguntarse varias cosas. Por ejemplo, ¿por qué la Santa Iglesia no objeta que en los autobuses, la televisión, la radio, las revistas y los periódicos se difundan anuncios de bebidas alcohólicas que incitan a la gente a embriagarse pero le parece condenable que se invite a la gente a reflexionar sobre la existencia o inexistencia de Dios? O bien, ¿tan endebles son la fe y las creencias religiosas que un simple anuncio en el costado de un autobús basta para desmoronarlas? ¿Tan poca confianza tienen los pastores de almas en la existencia de Dios que no permiten siquiera que se ponga en duda?

Comentarios:
kixpachoch@yahoo.com.mx

Más aún, si los creyentes inundan los medios masivos difundiendo publicitariamente sus creencias ¿porqué a los ateos no habría de dárseles esa misma oportunidad?

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