viernes, enero 30, 2009

Columna Asimetrías La Tripolarización (2/2)







30 enero 2009

"La revolución no está reñida con el sentimiento religioso".
Fidel Castro.


I

En la tripolarización ideológica, política y político-cultural que adviértese no sin dramatismo en México y que, ya deviene en conflictos fraticidas entre estratos, incluso, de una misma clase social o entre clases.

Esa consecuencia es un insoslayable componente prospectivo de cualesquier escenarios posibles y sus desenlaces predecibles. Es factual que la tripolarización ya enfrenta a los mexicanos. Hermanos contra hermanos.

Señálese que la tripolarización no tiene espejo en las cúpulas de los partidos políticos establecidos, pues las diferencias entre éstos son de matices, no de fondo. Todos comparten adhesión incondicional al sistema.

Y el sistema, sábese, está en descomposición franca y, al parecer, imparable mediante métodos y prácticas convencionales, definitivamente corruptas, de complicidades en ciertas conductas criminógenas.

Esa adhesión de los partidos al sistema es una guisa de contrato entre los intereses verdaderos que representan y el poder político. No es un contrato entre fuerzas sociales. No es contrato social; es pacto faccional.

Esa adhesión cupular es crematística, convenenciera, oportunista y, no se diga, acusadamente ajena, si no es que contraria a los intereses sociales. Es una adhesión cómplice en un Estado por definición antisocial.

Tal Estado --el mexicano-- es un ente cuyos elementos constitutivos (pueblo, poder político, soberanía y territorio) no se corresponden entre sí. Esa falta de correspondencia sistémica es a la vez causa y efecto de la crisis.

La crisis es estructural y superestructural --vocablos usados en su sentido sociológico-- y, ergo, expresión inequívoca de inviabilidad del sistema. Por sistema, aclárese, alúdese al Estado mexicano.

II

Esa inviabilidad del sistema o del Estado no fue creada por Vicente Fox o Felipe Calderón, sino por presidentes surgidos del PRI, acentuadamente los tres últimos: Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

La inviabilidad tiene definiciones concretas:

Una, la naturaleza francamente plutocrática del poder polítiuco, entendido éste como elemento constitutivo del Estado.

Y, otra, la distorsión progresiva, sostenida, sin duda aberrante y diríase también que monstruosa, de los elevados propósitos del Estado mexicano constituido en 1917 como un Estado social. Hoy es un Estado antisocial.

Por antisocial defínase aquí lo que la ciencia política consignaría: un Estado cuya actuación es opuesta a los intereses de la sociedad en general, privilegiando los intereses del poder político o los de sus patrocinadores.

Esos patrocinadores conforman el poder real, el del dinero, que en el caso es el de los clanes familiares, socios y afines autóctonos y de Estados Unidos y España, que osténtanse dueños del país y actúan bajo esa premisa.

Esa peculiaridad antisocial --o antipueblo-- del Estado mexicano no es advertida concientemente por dos de los tres polos ideológicos, políticos y político-culturales. El tercer polo es uno de conciencia de esa realidad.

Empero, los polos (y sus satélites, vertientes pequeñas que incluso se emblematizan en los partidos políticos conocidos como "la chiquillada" o como negocios familiares o de grupúsculos) tienen ciertos denominadores comunes.

El principal denominador común, el más epiceno de todos, es el de la conciencia de que hay que modificar el rumbo del Estado. Las diferencias, sin embargo, están en el método. Una vertiente en el gobierno aspira a soluciones provindenciales.

III

Otra vertiente, tan pasiva como la primera, anhela el surgimiento de un líder --"un Hidalgo, un Morelos, un Juárez, un Madero", dicen-- que lleve al país, en abstracto, a resolver las encrucijadas de México.

Que otro --un tercero providencial (metafísico o divino) o un líder de carisma avasallador-- lo resuelva por los demás. Ese anhelo es pasividad; excluye participación social activa y, por ende, desestima lo organizacional.

Ello implica abdicar deberes cívico-políticos. Implica anular por mano propia el albedrío y la voluntad política, inherentes a la naturaleza humana que define al hombre como animal político según el axioma aristotélico.

El tercer polo se distancia de los otros dos en cuanto a que tiene conciencia que el "cambio de rumbo" trasciende la acción de modificar la ruta que se ha seguido durante 26 años. Significa mucho mnás que rectificar.

Significa, para ese tercer polo, más que un golpe de timón o reparar la podrida nave que hace agua y que ningún capitán quiere achicar. Significa construir otro navío, desde la quilla hasta el aparejo. Y con motor nuevo.

Significa refundar al Estado a partir de la experiencia histórica de México y las luchas, también históricas, del pueblo mexicano, libradas contra dominadores ancestrales venidos de Europa o del Norte.

La tripolarización es un verismo que al ser ignorado por los personeros de los poderes federales y locales (gobernadores y alcaldes) del Estado se intensifica. Los tres polos reflejan la pluralidad de la sociedad mexicana.

Esa tripolarización, si mal registrada, indiscernida e incomprendida o simplemente ignorada y desestimada podría conducir a lances fraticidas que, documentadamente, ya están ocurriendo doquiera en México.

Existen intereses creados, mexicanos y ajenos --como los de los consorcios trasnacionales de EU y la religión organizada para fines de poder y lucro-- empeñados en fomentar exclusiones sociales. En dividirnos.

ffponte@gmail.com

Glosario:

Criminógeno: dado a lo criminal. De origen criminal.

De la Madrid, Miguel: (1982-1988).
Estructural: referido a estructura, que en sociología es el conjunto de relaciones internas y estables que articulan los diferentes elementos de una totalidad concreta.
Político-culturales: relativo a la cultura política y/o a la política de la cultura.

Salinas, Carlos: (1988-1994). Mandatario surgido de un madruguete descrito técnicamente como un golpe de Estado. Ver: El día que calló el sistema, de Martha Anaya.

Superestructural: referido a supestructura que, en sociología, es el conjunto de instituciones cuya función es la de cohesioinar a la sociedad y la cultura en torno a la base económica.

Zedillo, Ernesto: (1994-2000).

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