viernes, febrero 27, 2009

¿Hasta dónde llegaremos?

Pablo Gomez

En el verano, dice Calderón, habrá pasado lo peor. ¿Por qué y para qué decir eso? Nadie lo sabe. Quizá se actúa con la idea de que es función del gobierno “tranquilizar los mercados”, pero a partir de tal declaración y de otras peores, los mercados siguen mal. Los dueños del dinero le creen más a sus propios cálculos, normalmente fríos, que a las peregrinas declaraciones de los políticos, a quienes, por lo demás, desprecian.
El campo de las inversiones se ha reducido debido a un problema de realización, es decir, de generación de ganancias. Esto se debe a varios factores conjugados pero todos ellos ciertos. No son discursos sino realidades. Hacia finales del año pasado, la economía mexicana se estaba literalmente cayendo: empleo, producto interno, exportaciones, inversión extranjera directa, remesas, ingresos petroleros. Ahora conocemos los datos definitivos, pero a principios de enero las cosas ya estaban claras: catastrofistas, respondieron Calderón y el PAN, pero no arreglaron nada con sólo decir que estábamos mejor que otros países y que la economía mexicana sí iba a tener crecimiento en 2009: todo falso.
Yo he propuesto un plan de inversiones públicas por un billón de pesos (un millón de millones) para dos años, a través de una ley de impulso a la economía productiva que podría ayudar en alguna medida a atemperar la recesión que ya no es una frase sino una realidad. Pero sólo he recibido silencio del gobierno y, para mayor desgracia, de la prensa.
Calderón no ha enviado al Congreso ningún plan económico. Él, solo, sabe lo que dice, o sea, se entiende consigo mismo. Casi no hay otro país en el mundo en donde el gobierno actúe de tal manera. Por ello, desde el Congreso se podría hacer una convocatoria, una reforma del gasto público, un esfuerzo para promover las inversiones que se están desplomando a través de toda la economía nacional.
Al gobierno sólo le interesan dos cosas: la estabilidad de las finanzas públicas y que la banca no se desbarranque: gran error. Ni el Estado debe, en tiempos de crisis, tener el mismo balance de antes ni la banca podrá evitar un cierto nivel de quebranto. Frente a esta situación es necesario responder según la realidad y no según un deber ser imposible. Pero esto es lo verdaderamente imposible por parte de un gobierno sin la menor responsabilidad frente a su país.
No sabemos de cierto hasta dónde llegaremos. Lo que sí podemos saber es que sin una nueva política económica no se podrá defender la economía en todos sus componentes. Y, como parte de lo nuevo, el Estado debe invertir mucho dinero, ya que los capitalistas no pueden hacerlo debido al estrechamiento del campo de las inversiones. Sin inversión no hay crecimiento ni se puede defender el empleo. ¿Quién supone Calderón que va a invertir en el nivel mínimo necesario? Eso no nos lo contesta nadie ya que es verdaderamente imposible saberlo: autismo político, se llama.
pgomez@milenio.com

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