domingo, marzo 15, 2009

2009: ni un voto para el PAN

Por: Edgar González Ruiz

Ante las próximas elecciones, hay que tener presente que cada voto que se emita a favor del PAN será un sufragio contra el estado laico (independiente de cualquier religión) y contra el bienestar de las mayorías.
A la fecha, no hay otro partido, aparte de Acción Nacional, que se oponga sistemáticamente al estado laico y a las libertades nacidas de él, y que con tal entusiasmo se oponga también a las políticas de bienestar social, a la educación pública, a instituciones como Pemex y el IMSS, etc. es decir, a todo lo que signifique apoyar verdaderamente (no sólo con falsos mensajes de radio y televisión) al pueblo de México. Tampoco hay otro partido que esté controlado, como el PAN, por grupos de la ultraderecha católica.
En las dos últimas décadas, la gestión de los panistas, primero a nivel municipal y luego estatal y federal, demuestra claramente que sus prioridades han sido implantar prohibiciones de corte moralista, otorgar privilegios al clero católico y a los empresarios, además de arremeter contra instituciones como Pemex, el IMSS, los sindicatos y las universidades públicas. En suma, desarrollar una política contra el pueblo y a favor de empresarios y jerarcas católicos.
Más aún, en muchos casos, los gobernantes emanados del PAN han demostrado superar en rapacidad y abusos a los de cualquier otro partido: personajes como Vicente Fox y como Emilio González Márquez, son ejemplos conocidos de lo que significa gobernar de manera sectaria y abusiva, incurriendo en el derroche, a veces incluso ilegal, de los recursos públicos.
Como resultado de esas tendencias, se produjo el conflicto social en torno a las elecciones del 2006, donde el PAN no sólo recurrió a una guerra sucia contra la oposición, sino a la coptación de políticos, y a otras estrategias tramposas. Finalmente, ese partido no pudo justificar su triunfo y por ello, el gobierno federal ha recurrido a la manipulación mediática y a la militarización del país.
Al pueblo no le conviene que siga el PAN en el poder: a todas las personas que quieren que se respete su capacidad de tomar decisiones personales, pues la derecha se opone a ellas en virtud de prohibiciones religiosas; tampoco a los trabajadores y profesionistas que viven de su salario y por ende se ven afectados seriamente por aumentos de precios y privatizaciones que se hacen en beneficio de los más ricos; también perjudica a las minorías religiosas, a las que a veces trata de atraer Acción Nacional con un discurso conservador, para luego consolidar la discriminación religiosa en beneficio del clero católico, que a diferencia de las iglesias protestantes, siempre ha sido afin al PAN.
Todas las iglesias deben tener presente que no es mediante prohibiciones impuestas por un determinado gobierno, como suelen hacer los panistas, como se garantiza el mejoramiento espiritual de sus fieles, sino a través de la educación y del trabajo pastoral, y con respeto al libre albedrío.
Vale la pena traer a colación algunos elementos que apoyan los puntos anteriores.
1. El PAN: enemigo del estado laico.
Fundado en 1939 como expresión de la derecha católica y empresarial contra el gobierno de Lázaro Cárdenas, el Partido Acción Nacional siempre ha buscado otorgar privilegios al clero católico en detrimento de la libertad y del progreso de México.
En alianza con grupos como la Unión Nacional de Padres de Familia, que forman parte, al igual que el PAN, de una misma trama derechista, dicho partido siempre ha apoyado las pretensiones del clero de implantar la educación católica en las escuelas públicas.
Asimismo, desde hace décadas, con motivo de la segunda guerra mundial, ha apoyado la participación del clero en el ejército, mediante las llamadas capellanías militares, que en otros países de Centro y Sudamérica han servido para justificar los abusos de los militares y para otorgar cuantiosos recursos a los prelados encargados de ellas.
En el aspecto histórico, la derecha católica, encarnada en el PAN, busca reivindicar gestas como la de los cristeros, personajes sanguinarios y fanáticos, que en las primeras décadas del siglo XX mutilaban y asesinaban a las maestras rurales, a la vez que rechazan, hasta en el calendario cívico, la referencia a la obra de Benito Juárez, quien en el siglo XIX liberó a nuestro país, como caso excepcional en Latinoamérica, del dominio del clero, el cual, en ese tiempo se oponía a la tolerancia, o libertad de cultos.
En los últimos años, el gobernador de Jalisco ha dado muestras muy claras de lo que significa gobernar contra el estado laico en beneficio de la jerarquía, al protagonizar escándalos como el de la millonaria Macrolimosna, que otorgó a la Iglesia Católica, para la construcción de un santuario en honor de los cristeros.
El caso, desde luego, no es único, entre los derechistas más radicales dentro del PAN se han contado el ya fallecido exsecretario de Gobernación, Carlos Abascal, descendiente del principal dirigente del Sinarquismo, así como el propio Felipe Calderón, hijo de Luis Calderón Vega, uno de los fundadores del PAN, cuyas ideas contra el protestantismo, contra el laicismo y contra la educación pública, quedaron plasmadas en sus escritos.
Felipe Calderón, por su parte, ha puesto las instituciones al servicio del clero: en lo que va de su sexenio, hemos visto cómo la PGR y la CNDH intervinieron para tratar de invalidar la despenalización del aborto en el DF; la SEP ha estado apoyando proyectos de grupos ultraderechistas a la vez que censuró un libro de educación sexual editado por el Gobierno del DF; se ha propiciado el ingreso de curas (incluso uno de nacionalidad Guatemalteca: Otto Francisco Galicia Soto, quien dirige una “capellanía” aledaña al campo militar) a las filas castrenses, donde predican la obediencia al gobierno; en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, hay un destacamento de la PFP destinado a apoyar a Norberto Rivera, reprimiendo o desalentando las protestas contra él.
En su gabinete ha incluido, en cargos clave para las relaciones Iglesia-Estado a personajes prácticamente sin formación profesional pero con una militancia de décadas en la ultraderecha (en el grupo denominado Ancifem: Asociación Nacional Cívica Femenina): Ana Teresa Aranda, como subsecretaria de Asuntos Religiosos de la Segob, y Cecilia Romero Castillo, como comisionada de Migración, de la misma Secretaría.
Otros de los muchos panistas encumbrados con antecedentes conocidos en la ultraderecha enemiga del estado laico son: José Luis Luege, titular de Conagua y exdirigente del Dhiac; el exembajador en El Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, así como Manuel Espino Barrientos, expresidente del PAN y dirigente de la Organización Demócrata Cristiana de América, ODCA, que es una coalición de partidos derechistas de América Latina. Además de su participación pública, todos esos personajes han sido señalados como miembros de la Organización Nacional del Yunque, un grupo secreto y radical formado a mediados del siglo pasado para propiciar la llegada de la derecha al poder.
Una de las prioridades de la derecha es impulsar mediante reformas constitucionales la llamada “libertad religiosa”, entendida no como libertad de cultos, sino como acceso del clero católico a todas las instituciones. Asimismo, el PAN se opone a que el carácter laico del estado quede plasmado en la Constitución.
2. El PAN contra el pueblo de México
El PAN gobierna para beneficio no del pueblo sino de poderosos intereses empresariales, representados por personajes como Lorenzo Servitje, fundador del grupo Bimbo.
De ascendencia española, dicho personajes, aliado del PAN y del gobierno de Calderón, ha hecho alarde de su desprecio hacia México y hacia los pobres.“Comencé a descubrir “lo mexicano” en el contacto con el hijo de la portera y (con) las sirvientas”, ha expresado, y recuerda asimismo que su madre, quien llegó a México a los 21 años, desde el principio “detestó la imagen de gallinas, puercos y desolación que vio al desembarcar”
A pesar de que en 2002, en compañía de su hija Marinela, Servitje se dignaría a viajar a la Sierra del Nayar en un tour para darse el lujo de “Conocer de cerca la miseria”, es totalmente enemigo de toda política que beneficie a los pobres, sea mediante prestaciones o aumentos salariales.
Según él, en épocas pasadas los gobiernos hacían mal en evitar los aumentos a productos básicos y en otorgar buenos aumentos a los salarios de los salarios populares, porque con ello “A los trabajadores les cayó un río de dinero que no esperaban…” y ha criticado los logros sindicales, con el argumento mezquino de que implican una “injusticia” hacia los demás trabajadores.
En septiembre de 2004, en una Asamblea de Coparmex, el empresario panista llamaba a los sindicalizados “parásitos de la economía”, y exigía “renegociar” los contratos colectivos de las empresas estatales y dependencias: “…No hay que darles nada, absolutamente nada, al contrario, hay que quitarles”
Esa es exactamente la forma de pensar que encarnan los panistas, empeñados en llevar a cabo privatizaciones, y en destruir las políticas de beneficio social; son enemigos de los sindicatos, de las universidades públicas, de las políticas que no vayan encaminadas a favorecer los negocios de unos cuantos.
Un ejemplo claro de la rapacidad panista que el de la famosa pareja expresidencial, formada por Vicente Fox y Martha Sahagún, quienes protegieron negocios ilícitos e incurrieron en todo tipo de despilfarros y de irregularidades en el manejo de los recursos públicos.
Siguiendo tendencias capitalistas internacionales, Fox y Sahagún ejercieron el latrocinio recurriendo a una seudofilantropía que consiste en recabar recursos públicos y privados mediante membretes como Vamos México, que en realidad no están destinados a beneficiar a los pobres, sino a hacer negocio a costa de ellos.
Las estrategias mediáticas que está siguiendo Calderón, con el apoyo de los “grandes” medios, y en especial de las televisoras y de algunas estaciones de radio, tienen paralelos con algunas orquestadas por el gobiernod e EU, en el periodo de Bush, y por las que han implantado países con gobiernos derechistas, como Colombia y El Salvador.
Los lineamientos de esas estrategias, que sirven para que no se cuestionan las políticas antipopulares, son sencillos: evitar las críticas al gobierno, e incluso la referencia a las problemas económicos y sociales; por el contrario, siguiendo consignas, los medios se concentran exclusivamente en temas como el narcotráfico (problema basado en una muy cuestionable política de criminalización de las drogas) y como los secuestros (que afectan principalmente a los más ricos).
También se recurre a difundir mensajes sobre supuestos éxitos del gobierno que existen sólo en su propia publicidad, Es una estrategia totalmente de engaño, de mercadotecnia.
Con el pretexto de la “lucha contra el narcotráfico”, el gobierno federal ha sacado al ejército a las calles y a las carreteras, como si esa fuera su misión, propiciando así la militarización del país, con tal de retener el poder.
3. Cómo gobierna el PAN
A fines de los 80, el PAN llegó al poder, de la mano del entonces presidente Salinas de Gortari. Con su apoyo, ganó algunas presidencias municipales, como la de León, y en 89 asumió el panista Ernesto Ruffo asumió, con la presencia de Salinas, la gubernatura de Baja California.
En 91, el PAN comenzó a gobernar Guanajuato, mediante una imposición de Salinas, que beneficio al ultracatólico empresario Carlos Medina Plascencia, y en 92, Francisco Barrio Terrazas pasó a gobernar Chihuahua; en 95 el PAN ganó la gubernatura de Jalisco.
En todos los casos en que el PAN llega al poder, se escenifica la misma historia, nacida de las raíces de ese partido: llegan al poder personajes de grupos ultras que imponen prohibiciones ridículas (de las cuales hay una larga historia: desde la famosísima de la minifalda en Guadalajara, en 1995; hasta la reciente y también escandalosa, de los besos en Guanajuato).
Llegan los panistas al poder, con la urgencia de censurar y de prohibir (como si la gente no fuera libre de elegir) y cuando vienen las críticas públicas, entonces, de manera hipócrita niegan su propia mojigatería: según ellos, no es verdad que sean conservadores, no censuran, no prohíben, pero simplemente, lo siguen haciendo.
Más aún, una constante en la política gubernamental panista ha sido el ascenso de personajes de grupos ultraderechistas. Por ejemplo, los actuales gobernadores de Guanajuato y de Morelos, Juan Manuel Oliva y Marco Antonio Adame (exdirigente del grupo católico Testimonio y Esperanza) representan a ese sector yunquista y actúan en consecuencia.
Al margen de esos compromisos ideológicos, los gobiernos panistas, se han distinguido por su rapacidad, sectarismo e ineficiencia. Una y otra vez, en diferentes estados, se repiten historias similares de nepotismo, donde la parentela de los mandatarios pasa inmediatamente a ocupar altos cargos, convirtiendo así el poder en un negocio familiar; como empresarios rapaces, carentes de moral, usan las instituciones para fomentar sus propios negocios, y ponen los recursos públicos al servicio de sus intereses mezquinos; gastan liberalmente esos recursos en publicidad a favor de ellos mismos.
Hace dos décadas, cuando comenzaron a hacerse públicas las prácticas de los gobernantes panistas, escandalizaron a la gente, por su insólito descaro: en lugar de ser austeros, los gobernantes panistas se multiplicaban el sueldo y se prodigaban lujos y comodidades a costa del erario; hacían negocios al amparo del poder, eran corruptos, y no les gustaba que los criticaran, sino que exigían que la gente “reconociera” sus supuestas virtudes.
Ahora, han crecido tanto sus abusos, que aquellos inicios parecen ya un juego de niños. Hay que recordar el cinismo con que Fox y Sahagún hicieron alarde de los recursos obtenidos mediante el saqueo del país, mientras que Calderón, ya desde su campaña misma, dedicada a la agresión contra sus competidores, protagonizó hechos como la protección a los cuantiosos negocios turbios de por lo menos uno de sus cuñados (Hildebrando) y el haber obtenido una suma millonaria amenazando al chino Ye Gon, a quien luego de acusó de ser narcotraficante.
Ante un nuevo fraude
El PAN está contra el estado laico y contra el pueblo de México, además de que en los gobiernos que ha encabezado, desde hace dos décadas, ha mostrado ser más corrupto y faccioso que cualquier otro partido.
Hace tres años, en 2006, los panistas y sus aliados, se jactaban de que su pragmatismo no conocía ética, al grado de que plantearon la competencia electoral como una “guerra” donde toda agresión era válida, y en las pantallas de televisión, la lideresa Elba Esther Gordillo, aliada oportunista de Calderón, se jactó de que ella vendía los votos de sus agremiados como si se tratara de vender su automóvil. El PAN se negó al recuento de los votos y las autoridades electorales fueron cómplices de esa actitud.
Ahora, mediante una insistente propaganda en los medios, tratan de hacer que las instituciones recuperen su credibilidad en forma gratuita, pues no puede confiarse en que actuarán de manera independiente e imparcial.
Los grandes medios de comunicación así como personajes de la jerarquía católica se esfuerzan en hacer la campaña del partido de la derecha, que carece de base social y de proyectos populares.
El gobierno federal, por su parte, recurre al engaño masivo y cotidiano pregonando supuestos “logros” y beneficios sociales, en realidad inexistentes.
Ha llegado a intervenir en los otros partidos, incluso en el PRD, para dividirlos, creando y beneficiando corrientes progobiernistas a donde se suman políticos convenencieros, carentes de escrúpulos.
Ante toda esa estrategia de engaño, hay que recurrir a la información y ante todo a lo que se ha vivido, a las realidades cotidianas de los gobiernos derechistas, para darnos cuenta de que el PAN representa la peor opción para México: ni un voto para ese partido.

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