martes, marzo 24, 2009

La refinería, para Roberto Hernández


MEXICO, D.F., 23 de marzo (APRO).- Así como el latifundista Luis Terrazas proclamaba en el Porfiriato que él no era de Chihuahua, sino “Chihuahua es mío”, Roberto Hernández Ramírez –acusado por los POR ESTO! desde 1997 de vínculos con el narcotráfico- se jacta no de ser oriundo de Tuxpan, sino que este municipio de Veracruz, forma parte de su vasto imperio económico.

Por eso, aunque hay efectivamente consideraciones de carácter técnico, la decisión sobre dónde se ubicará la primera refinería que se construirá en tres décadas, es eminentemente política y, en efecto, el ganador es Roberto Hernández, cuya fortuna se ha acumulado por su maestría en el tráfico de influencias.
Presidente del Consejo de Administración de Banamex, por cuya venta de 12 mil 550 millones de dólares al Citigroup no pagó ni un sólo centavo de impuestos gracias a Vicente Fox –su cómplice desde la Universidad Iberoamericana—, y uno de los más tenaces propagandistas y financieros de Felipe Calderón, Hernández ha hecho grandes inversiones –económica y políticas- en Tuxpan para materializar otro de sus magníficos negocios.
Junto con José Serrano Segovia y Bernardo Quintana, accionistas de Transportes Marítimos Mexicanos (TMM) e Ingenieros Civiles Asociados (ICA), Hernández Ramírez es uno de los inversionistas, entre otros multimillonarios negocios carreteros, en la autopista México-Tuxpan y posee numerosísimas propiedades inmobiliarias en ese puerto.
Paisano del ideólogo liberal Jesús Reyes Heroles, un mexicano de una enorme estatura que contrasta con la de su hijo del mismo nombre que dirige Petróleos Mexicanos (PEMEX), Hernández ha sabido cobrarle a Calderón -como en su momento a Fox- el respaldo económico y político que le dio en el proceso electoral del 2006.
Entre los muchos negocios que ha hecho al amparo del poder, cuando hace 20 años era un especulador quebrado, Hernández encabezó el amasijo de empresarios que compraron Aeroméxico, cuyo director es José Luis Barraza, el ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que delinquió, confesa e impunemente, en ese año.
Y el más reciente cobro de facturas de Hernández fue la decisión de Calderón, a través de la Secretaría de Hacienda, de avalar la participación accionaria del Gobierno de Estados Unidos en Banamex, pese a la prohibición establecida en el artículo 13 de la Ley de Instituciones de Crédito.
Sobra decir que otro de los negocios de Hernández Ramírez es el político a nivel local: Actuando en sociedad con Elba Esther Gordillo, amiga y cómplice, perfilan al ex priísta Miguel Angel Yunes como candidato a la gubernatura el próximo año.
Así, los foros que Calderón anunció para determinar dónde se ubicará en definitiva la refinería —que pretendidamente se llamará Juan Camilo Mouriño, en honor a otro traficante de influencias— es obvio que serán sólo un circo, con la participación de nueve gobernadores comparsas y Fidel Herrera, de Veracruz, en la dicha.
Roberto Hernández ya emitió la orden, y ni modo que Calderón objete su voluntad suprema.

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