sábado, abril 11, 2009

Obama en México


MÉXICO, D.F., 10 de abril (apro).- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegará a México con un planteamiento directo a Felipe Calderón: su "estrategia" contra el narcotráfico no sirve. Por más que saque a miles de militares a las calles, que capture a lugartenientes o narcojuniors, que "limpie" la PGR, que militarice las policías locales y sature aún más las cárceles con narcomenudistas, no va a disminuir el poder de los grupos mexicanos de la droga, actores centrales de la economía ilegal en el mundo.

Distintos funcionarios civiles y militares de Estados Unidos lo han dicho de uno u otro modo: desde la polémica caracterización de "Estado fallido" hasta la pérdida de territorios a manos de los cárteles, pasando por los señalamientos de ingobernabilidad y la extendida corrupción policial.Conscientes de que el presidente mexicano hizo del combate al narcotráfico su principal medio de legitimidad, las diferentes dependencias estadunidenses involucradas en la relación con México, coinciden en que el tema era ineludible, incluso reconocen las capturas de algunos mandos medios y, sobre todo, aplauden la extradición de personajes acusados de traficar drogas hacia Estados Unidos.Pero saben que eso no conduce a nada si en verdad se trata de un combate al narcotráfico, que "ponga orden" en la actividad del narcotráfico y, por ende, en el mercado ilegal de las drogas en México. Pero sobre todo, que baje significativamente los niveles de violencia que padece la sociedad.La información que salga del encuentro de Calderón con Obama, el próximo jueves, así como en las declaraciones públicas, dirá que Estados Unidos reconoce su parte de responsabilidad por el extendido consumo de drogas en su sociedad y por ser proveedor del 90% de las armas que utilizan los narcotraficantes mexicanos.Ya lo hizo la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en su visita del mes pasado y seguro lo hará Obama, para quien la Iniciativa Mérida es apenas una mínima parte de lo que Estados Unidos quiere hacer en relación con el narcotráfico en México.El gobierno estadunidense sabe que aun tomando medidas para controlar la venta de armas a mexicanos –lo cual enfrenta el fuerte rechazo de la Asociación Nacional del Rifle, que revindica la comercialización de armas como una garantía constitucional–, el gobierno mexicano carece de capacidad para vigilar lo que entra por sus aduanas; es más, en la Dirección General de Aduanas, que depende de la Secretaría de Hacienda, es histórica la corrupción. El caso Zhenli Ye Gon es la muestra más reciente y escandalosa del contubernio de funcionarios mexicanos con la delincuencia organizada.En el más optimista de los escenarios, de un control de las armas provenientes de Estados Unidos, los narcos mexicanos buscarían mercados subterráneos alternos para abastecerse, ya sea en Europa, Asia o África, incluso en América Latina.Según las estimaciones estadunidenses, Aduanas sólo tiene capacidad para monitorear, al azar, el 8% de lo que entra a los recintos fiscales.De ahí que el programa anunciado recientemente por el procurador Eduardo Medina Mora y la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano, para detener el contrabando de armas desde aquel país, esté condenado a ser una medida publicitaria más.La tarea principal del Estado es la seguridad pública, garantizando a los ciudadanos la posesión de sus bienes y, por supuesto, su integridad física. Los cárteles del narcotráfico en México han puesto en jaque al Estado en esa función primordial, además de arrebatarle el control territorial en varias zonas del país.Calderón se enfureció cuando desde Washington, en el Congreso de ese país, se habló de esa parte de la realidad mexicana. Criticó a los estadunidenses por su corrupción y a quienes vienen a hacer "turismo académico", y los retó a ir a cualquier parte del país.Envalentonado como es, Calderón debería llevarse a Obama a la sierra de Sinaloa, Guerrero o Michoacán, a zonas turísticas como Cancún y Zihuatanejo, a destinos coloniales como Zacatecas, Morelia o Durango, o a los barrios de Tijuana y Villahermosa, Tabasco.Así, sin el aparato del Servicio Secreto estadunidense o del Estado Mayor Presidencial, podrían comprobar que ni Los Zetas, La Familia, El Chapo, La Línea, Los Pelones o los Beltrán Leyva tienen control territorial.Es más, según dice Medina Mora, "lento, pero seguro, los cárteles están entrando en un estado de fragmentación y autodestrucción", gracias –dice– a las medidas del gobierno de Calderón. Lástima que ni su principal aliado, Estados Unidos, se la crea.
jcarrasco@proceso.com.mx

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