lunes, junio 08, 2009

Columna Asimetrías. De Periodistas y Periodismo


Por Fausto Fernández Ponte





08 junio 2009


“(…) El saber periodístico sólo se consigue conjugando tiempo, tenacidad e ingenio”.
Luis Méndez Asensio, en el libro La Condición de Periodista.

I
A propósito del 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión, instaurado en el sexenio alemanista por los empresarios de la difusión impresa para cantarle loas al entonces Presidente de la República, tráense a cuento ciertas reflexiones atañederas.

Y a propósito, también, de otorgarle a este escribidor la presea “Defensor de la Libertad” ese día por la Organización de Comunicadores de los Estados, A. C., y la Delegación Veracruz del Club de Periodistas de México, las reflexiones son topicales.

Abúndese acerca de esto último para extender merecido reconocimiento a la muy fina y admirada colega Celeste Sáenz, Presidenta de la Fundación Antonio Sáenz de Miera y Fieytal, de índole filantrópica, y al colega Uriel Rosas.

Volvamos al tema. Lo topical y atañedero reside en nuestra propia realidad circundante: la descarnada y, a la vez, cruda descomposición del poder político del Estado mexicano y, por contagio al parecer inexorable, el mismo Estado.

Esa descomposición –que tiene manifestaciones dramáticas e incluso espectaculares que sacuden y estrujan violentamente el alma mexicana— afecta en gradación variopinta y sin duda alguna a todos los mexicanos.

Afecta, en particular, a los mexicanos de los estratos societales marginados o excluidos y desposeídos históricamente –desde los tiempos de la Nueva España-- pero cuya condición no ha sido siempre aceptada de buena gana y sin chistar.

No en vano. Esos estratos societales han expresado cíclicamente –la historia, cabría recordar, es circular, por lo menos en un sentido pedagógico— ansias reivindicadoras desde el yugo colonial español hasta el mal llamado México independiente.

II

En esos 489 años, los pobladores de entonces y sus descendientes en un mestizaje que el mapa genómico mexicano muestra un mestizaje dominado casi en un 90 por ciento por lo autóctono prehispánico han estado en afanes reivindicadores de varia laya.

El poder político del Estado mexicano, de dudosísima independiencia, se apresta a celebrar dos hitos de esos afanes reivindicadores –el “grito” de Independencia en 1810 y el inicio de la Revolución Mexicana en 1910-- pese a que no hay motivos para festejar.

Habría motivos, eso sí, para recordar ambas efemérides, pero no más. ¿Por qué? Por la simplísima y muy evidente y, por lo mismo, elocuentísima y apabullante razón de que hoy, en 2009, los mexicanos estamos en condiciones peores a las de 1810 y 1910.

¿Peores? ¡Sólo los mitómanos lo dudan!, pero éstos, poseídos por patologías incurables de psicopatías y sociopatías progresivas, incurren en raptos de lucidez, aunque, acéptese sin tapujos, breves. Esa lucidez no dura lo suficiente para mea culpa.

Mas, si la lucidez momentánea les hizo ver la realidad, aterrados vuelven a su demencial entorno amniótico de la mitomanía, a la posición fetal de la inconciencia. Los personeros del poder político del Estado mexicano viven en sempiterno escapismo.

Pero más allá de que ese escapismo de los personeros del poder político del Estado mexicano enriquece los acervos de la vernácula política zumbona y el folclorismo chunguero y festivo --catártico-- es identificable como causal del desastre corriente.

III

Esa patología psicótapa y sociópata como peculiaridad genérica de los personeros del poder político del Estado mexicano les ha llevado a invertir las prioridades que siendo sociales por imperativos morales y éticos han convertido en personales y particulares.

Ello explica conductas aberrantes de los gobernantes: entregar México –su patrimonio, su identidad histórica incluso, su acervo-- a intereses trasnacionales y al saqueo propio y ajeno y al uso de socaliñas para fines de control social.

Ineptitud, corrupción, desamor y traición a la patria, irresponsabilidad en el ejercicio del poder, indiferencia e insensibilidad, opresión y represividad del conocimiento de herramientas para comprender la realidad distinguen al poder político del Estado.

¿El resultado? La descomposición, la cual tiene facetas ominosas para la sociedad entera, para el ejercicio de su albedrío, de sus derechos, garantías, etcétera. Por lo que atañe al ejercicio del periodismo, esa descomposición tiene efectos terribles.

Más de 50 periodistas han sido asesinados en sólo ocho años (de 2001 a la fecha) y un número incontable de otros ha sido agredido, amenazado y secuestrado. El universo social está, empero, preñado de dramatismo estadístico.

Unas 12 mil personas han muerto en el contexto de la militarización del país con motivo de la “narcoguerra”. Y miles y miles más por las secuelas de la debacle económica y la ausencia, en los hechos, de libertades fundamentales.

Y, por añadidura, miles y miles más por efectos de la simulación de los personeros del poder político del Estado en el ejercicio de potestades cada día menos constitucionales. Defender la libertad es tarea de todos, no sólo de los periodistas.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.,com

Glosario:

Laya:
calidad, especie, clase.

Sempiterno: Lo que durará siempre; dícese lo que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.

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