jueves, junio 18, 2009

Voto nulo… y, sin embargo, sí cuenta

Ricardo Monreal Avila

Es tan sombrío el actual proceso electoral federal que el voto en blanco ha adquirido un brillo inusitado. Son tan pobres las propuestas de campaña, que el voto nulo ha venido a enriquecer la contienda. Es tal el malestar ciudadano en estas elecciones, que los “anulistas” podrían constituir la cuarta fuerza electoral. Es tal el hartazgo social, que el “ninguno” ha venido a movilizar a un sector de la sociedad.Pero también es cierto lo contrario. Es tan espontáneo el movimiento, que puede durar lo de una flama de cerillo. Es tan inorgánica la protesta, que puede dejar incólume el sistema electoral y de partidos.

Es tan noble el planteamiento, que está siendo utilizado por los poderes fácticos innobles. Es tan cuantitativamente intrascendente (el voto nulo vale cero con el actual sistema de conteo), que puede terminar fortaleciendo cualitativamente el voto duro de los partidos grandes. Y es tan sorda esta forma de protesta, que puede terminar afianzando la parte sórdida de nuestra partidocracia.La propuesta de votar en blanco, de anular la boleta tachándola toda, de votar por candidatos no registrados, o de colocar el nombre de “Esperanza marchita” o “Así no”, creció como reguero de pólvora en sólo unos meses. Empezó como una iniciativa de un grupo de intelectuales y académicos, y terminó como un movimiento ciudadano inédito, generando adeptos por Internet y enarbolando una causa coyuntural concreta. Sin temor a exagerar, es el primer movimiento ciudadano de opinión virtual generado en México. Un ejemplo concreto de cómo se construye una “causa ciudadana” en el tercer milenio y de cómo podrían ser los futuros movimientos ciudadanos en el país: al margen de los partidos, con una dirección colegiada o colectiva, con un programa de demandas básicas y una suma de inconformidades y visiones individuales.En su “Diccionario del siglo XXI”, Jacques Attali describe el futuro de estas formas de participación ciudadana. Al definir el concepto “Partido”, lo define así: “Primero reunión de ciudadanos en torno a un proyecto, convertido luego en asamblea de militantes en torno a un programa, después reunión de partidarios en torno a un candidato. No tendrá ya ninguna utilidad para la democracia cuando ésta se haya desplazado desde la jerarquía a la red. Aparecerán otros modos de canalizar los deseos individuales hacia ambiciones colectivas”.Sobre el impacto de las telecomunicaciones y la tecnología en la participación ciudadana, Attali señala lo siguiente al definir la “Red”: “Todas las organizaciones políticas, económicas, militares, sociales, culturales, tecnológicas, pasarán de la jerarquía a la Red, conjunto de nudos interconectados, laberintos… (La democracia) sólo tendrá cabida en la red si deja de ser delegación de poder y, como en cualquiera otra red, nadie se encuentra en la cima o en el centro. Eso equivaldrá a transformar los partidos en redes de solidaridad en vez de instrumentos de acceso al poder que son ahora”.Por ello, quienes militamos y pertenecemos a un partido, no debemos rechazar esta forma moderna de protesta que es el voto nulo o en blanco, sino por el contrario entender cuáles son sus planteamientos básicos. Es decir, debemos responder como una “red solidaria” y no como una jerarquía de poder. No creer que aquello que no está en la esfera del poder no existe. El hecho de que los simpatizantes del voto nulo, que de acuerdo a las últimas encuestas podría alcanzar entre el 10 y el 15% de la votación (es decir, entre 3 y 4.5 millones de ciudadanos, con una tasa de participación del 39% de los 77 millones de ciudadanos en el listado nominal), no salgan a las calles y protesten, no significa que este movimiento no exista. El hecho de que no estén agrupados de manera formal o carezcan de un registro oficial en el IFE, no significa que deban ser marginados, excluidos o discriminados de la votación. El hecho de que no tengan un liderazgo, un comité nacional o un politburó tradicional, tampoco debe ser pauta para minimizarlos o negarlos. Más aún, a diferencia de lo que algunos dirigentes de los dos partidos grandes señalan, este movimiento del voto nulo o en blanco no va contra los partidos, ni postula la desaparición de los mismos ni el desconocimiento del sistema electoral. Por el contrario, son una llamada de atención a que atiendan, entiendan y canalicen las demandas ciudadanas. En este caso, encontrar formas de representación que acerquen a la ciudadanía a los órganos de decisión del gobierno (sobre todo de los poderes Legislativo y Ejecutivo), no que los alejen y divorcien.
¿Cuáles son las demandas de los “anulistas”?
En opinión de José Antonio Crespo, uno de los fundadores y promotores de este movimiento desde el inicio del proceso electoral, los puntos clave son los siguientes:
“1) Facultad para sancionar o premiar de forma personalizada a nuestros representantes; 2) candidaturas independientes para el Congreso y las alcaldías; 3) incorporación del voto de protesta en la boleta (por ejemplo, con el recuadro “ninguno”) y que cuenten como parte del voto válido para fines de financiamiento público (lo que ya ocurre en Argentina, Colombia, Chile y España); 4) reducción del financiamiento de los partidos, así como del salario de los legisladores (los diputados alemanes ganan aproximadamente 120 mil pesos, al tipo de cambio actual, frente a más de 150 mil, por lo menos, de sus homólogos mexicanos), y la eliminación de sus privilegios fiscales; 5) incorporación de figuras de participación directa a nivel federal, que ya existen en otro estados”, como el plebiscito, referéndum, iniciativa ciudadana o popular, y revocación de mandato, entre otras figuras de la democracia directa (Proceso No. 1702, p.50).A este programa básico, en lo personal yo agregaría el planteamiento de la “urna electrónica”, es decir, que podamos votar por la red, a través de internet, con las medidas de seguridad convenientes. ¿Si podemos hacer transacciones bancarias desde una computadora personal con seguridad, por qué no podemos votar autoridades, iniciativas de ley, proyectos económicos y sociales de nuestros alcaldes, gobernadores y presidente, con la misma seguridad, certeza, transparencia, precisión y ahorro de tiempo y recursos?Estamos en la época de la Red, no de la jerarquía. Estamos en la era del poder reticular y horizontal, no de las decisiones verticales y lineales. Estamos en el tercer milenio, no en el siglo XIX. El voto nulo no lo es tanto: sí vale y mucho. Su importancia es cualitativa, no cuantitativa.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx

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