Juan Cendales
Rebelión
Bien se sabe que a los gobiernos norteamericanos poco les importa la calaña de los socios que desde la presidencia de sus países sirven a sus intereses geoestratégicos. Innecesario repetir la historia de sus alianzas con personajes como Bin Laden, Hussein, Manuel Antonio Noriega, Somoza, Pinochet, Videla y un largo y sangriento etcétera.
Álvaro Uribe Vélez hace parte hace rato de este muy selecto grupo de personajes.
Ya hace 20 años, cuando era parlamentario, apareció en de una lista de políticos a quienes las agencias yanquis relacionaban con el mundo del narcotráfico. Aparentemente su nombre fue borrado. O engavetado. También existen acusaciones múltiples por paramilitarismo, violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Nada diferente a lo que presidentes como Reagan o Bush no hayan hecho. Y que Obama empieza a tolerar.
El gobierno de El Ecuador en un gesto de soberanía ha decidido dar por terminada la base militar norteamericana de Manta. Entonces Álvaro Uribe negoció con los yanquis utilizar cinco bases militares en Colombia para supuestas acciones antinarcóticos y para la lucha contrainsurgente. Pero no solo para actuar en Colombia. También en toda Suramérica. Es una nueva fase del Plan Colombia que articulará acciones político-militares con el Plan México, o Mérida, que abarca al país azteca y a otros de Centroamérica, entre ellos Honduras.
Colombia se convierte nuevamente en el Caín de América. Como cuando en la guerra de las Malvinas entre Argentina e Inglaterra el gobierno colombiano apoyó a los ingleses. O de los pocos que apoyó la guerra de Iraq. O de los que envía contingentes a Afganistán. Son las concesiones que se hacen producto del alma cipaya de este tipo de gobernantes. O el pago para que les perdonen inconfesables pecados. Para que les regalen una firmita en una servilleta. O les aprueben un antinacional TLC.
Colombia será gracias a Uribe una inmensa base militar norteamericana. Cabeza de playa contra la hoy rebelde América Latina . Con militares, espías, mercenarios y asesores que gozarán de total impunidad. Hagan lo que hagan.
Esta irracional presencia militar norteamericana debe ser rechazada por todos aquellos que no tienen el alma vendida a los bancos gringos o la rodilla postrada a su bandera. Los candidatos presidenciales deben fijar claramente su posición. Las centrales obreras. Los partidos todos. La iglesia y los empresarios. Y ante todo el movimiento estudiantil de histórica tradición antiimperialista.
Convertir a Colombia toda en una base militar yanqui no es aislado de la ofensiva oligárquica contra los procesos de transformación democrática de la región. No es ajeno al golpe fascista de Honduras. El gobierno de Uribe dio una lacónica declaración de apoyo al orden institucional. Pero no más. Luego de eso los voceros más reaccionarios del uribismo y el régimen han salido en vulgares notas editoriales a defender el golpe fascista al que califican como una acción para defender la democracia.
Por ahí van los tiros.
Honduras, México, Colombia y Perú como plataformas de la contraofensiva del imperio para recuperar su viejo patio trasero. Colombia la gran base militar, eje del proyecto imperial.
El Caín de América.
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