viernes, noviembre 27, 2009

Más deuda para que paguen mexicanos

México SA
*Crédito del Banco Mundial al gobierno
*Más deuda para que paguen mexicanos

Apenas tres días atrás el Banco Mundial aprobó un crédito por mil 504 millones de dólares para el gobierno calderonista, dineros que oficialmente utilizaría para apoyar políticas económicas que mitiguen el impacto de la crisis y fortalecer las bases, a mediano plazo, para una recuperación y un crecimiento sostenible”. De ese monto, 34 por ciento se canalizaría al sector financiero, 33 por ciento a la administración pública y una proporción igual al sector industrial y a la integración comercial. Para celebrar el acontecimiento, el secretario Carstens destacó que “México mantiene un diálogo activo con esa institución multilateral, que comprende el intercambio de experiencias y asistencia técnica en áreas esenciales del marco institucional. Las mejoras institucionales han permitido la aplicación de políticas contracíclicas y macroeconómicas que contribuyan a la recuperación y el crecimiento sostenible de la economía”.
Miel sobre hojuelas, en apariencia, porque todo indica que el Banco Mundial no coincide con la festiva versión del inquilino de Los Pinos, de que “la recesión llegó a su fin” en el caso mexicano. La lectura real sobre la crisis económica en el país y los riesgos que enfrenta México no forman parte de los azucarados comunicados oficiales divulgados días atrás, que anunciaban la referida aprobación crediticia, pero sí del documento de evaluación elaborado por el propio organismo financiero multilateral (Reporte AB5168).
El gobierno calderonista contará con un crédito por mil 504 millones de dólares, aunque en la óptica del Banco Mundial las perspectivas del país no son tan gratas como las divulgadas en el discurso oficial. Así, el organismo financiero advierte (no sin antes subrayar que “todos los indicadores se han discutido con el gobierno durante la evaluación del programa crediticio”) sobre “el riesgo de una posible débil recuperación de la crisis económica, así como de una “doble caída” (tras una eventual recesión en W en Estados Unidos, el principal mercado para México) que podría conducir a un segundo año de mediocre desempeño económico y de reducidos ingresos del sector público. Los resultados fiscales pueden estar en peligro, y (por lo tanto) la situación será difícil para que el gobierno mantenga los niveles de gasto destinado a los principales programas sociales y de infraestructura. Un factor atenuante es que el historial fiscal de México asegura un buen acceso a los mercados financieros con una calificación crediticia dos escalones por encima del grado de inversión grado”, aunque en los hechos una de las principales calificadoras internacionales, Fitch, recién redujo tal calificación.
También advierte sobre la posibilidad de que “los esfuerzos por mejorar el flujo de crédito a través del sistema financiero podrían verse superados por acontecimientos negativos, como una recuperación económica mucho más débil (como actualmente se prevé). El sistema financiero se mantiene sólido, pero una segunda ronda de desarrollo económico negativo inevitablemente podría dar lugar a aumentos adicionales en el índice de morosidad y limitar aún más el alcance bancario en el otorgamiento de crédito. Los factores atenuantes incluyen la condición inicial fuerte del sistema financiero, el alcance de la intermediación financiera adicional por los bancos de desarrollo del país, y la fuerte la credibilidad del Banco de México en la conducción de la política monetaria”.
Por lo que toca a la generación de empleo, el Banco Mundial advierte que las condiciones del mercado laboral mexicano “podrían continuar deteriorándose, incluso durante una incipiente recuperación económica. El gobierno podría tener que ampliar o mejorar las medidas de apoyo, a fin de mitigar el impacto social y económico de ese deterioro. Estas acciones podrían hacer frente a las limitaciones fiscales, particularmente en caso de presentarse una doble recesión. Un atenuante podría ser una mejor selección, evaluación y coordinación en la aplicación de los programas sociales gubernamentales, así como los avances en la gestión y reasignación del gasto”.
Además, indica que “un riesgo para esta operación es una modificación sustancial, por parte del Congreso, del paquete económico y el presupuesto de egresos propuesto por la administración (calderonista)… El presupuesto final que se aprobó en última instancia podría representar un empeoramiento inesperado de la posición fiscal en 2010”. De cualquier suerte, destaca la necesidad de “mejorar la estructura” del ingreso público y reducir la dependencia, “ampliamente reconocida”, de las arcas petroleras, amén de que existe la posibilidad de que el Ejecutivo ponga en práctica “políticas alternativas bajo su control, si es necesario”.
La supuesta miel sobre hojuelas y la “confianza” que el organismo financiero dice tener en el gobierno calderonista desaparecen cuando el propio Banco Mundial impone su condición y deja en claro que “supervisará la aplicación y resultados (del crédito) más allá de 2010”, es decir, meterá las narices en “cuatro áreas de política: fiscal y gestión del gasto público; sector financiero (es de suponer que el correspondiente al aparato gubernamental, no al privado); mercado de trabajo e integración comercial”. Así, subraya, “el préstamo apoyaría al gobierno central en la implementación de la política económica durante la recesión”, así como en “las políticas comerciales” y “sentar las bases para un crecimiento económico renovado”.
En vía de mientras, el gobierno calderonista ya cuenta con su crédito de mil 504 millones de dólares, autorizado por el organismo financiero multilateral; el pueblo de México con una deuda adicional que pagar y el Banco Mundial con un juguete al que le revisará hasta los tornillos.
Las rebanadas del pastel
Algunos entusiastas del sector privado celebran que el tipo de cambio peso-dólar “muestra una posición ganadora” y se encuentre “en su mejor nivel”, pues reporta una cotización ligeramente inferior a 13 unidades por billete verde. ¡Felicidades!, pero resulta que antes del “catarrito” dicho tipo de cambio rondaba los 10.5 pesos por dólar, de tal suerte que el “mejor momento” de nuestra devaluada moneda brilla por su ausencia.
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