jueves, diciembre 03, 2009

Bellinghausen: Zedillo, genocida de indios y el ex presidente menos odiado

El periodista presenta en Guadalajara el libro Acteal, crimen de Estado
Misa en honor de los 45 indígenas asesinados por paramilitares el 22 de diciembre de 1997

Juan Carlos G. Partida
Corrresponsal

Guadalajara, Jal., 2 de diciembre. En el libro Acteal, crimen de Estado, el periodista Hermann Bellinghausen expresa su “desconcierto” de que Ernesto Zedillo, quien gobernaba el país en 1997, cuando un grupo de paramilitares incursionó en la zona zapatista de los altos de Chiapas y mató al menos a 45 indígenas, “sigue feliz con una vida de supuesto intelectual y de jet set, que le permite circular por el país sin que nadie lo cuestione, cuando se trata del principal genocida de indios del siglo XX en México.
“No hay un solo presidente vivo, y creo que ni muerto, menos odiado. Nadie piensa mal de Zedillo. De Fox, la gente se ríe, se enoja; Salinas es el villano favorito, El Chupacabras; De la Madrid, ni fu ni fa; Echeverría estuvo a punto de pisar la cárcel; Díaz Ordaz es el gran criminal del 68.
“En cambio, Zedillo no sólo hizo lo de Acteal, también las matanzas de El Charco, de Aguas Blancas; su récord de indígenas asesinados como política de Estado, por sus órdenes directas, es el más grande del siglo XX después de la Revolución”, dijo.
“Una de las intenciones del libro es recordar a la gente, si sirve de algo, que es el más grande genocida que hemos tenido, y que es un hombre feliz”.
La presentación del texto –editado por La Jornada– en la Feria Internacional del Libro sirvió también para que el cronista advirtiera sobre la “alerta roja” en Chiapas por la salida de prisión de 20 paramilitares, en agosto pasado, luego de que el “historiador” Héctor Aguilar Camín publicó en la revista Nexos un reportaje que al final movió a jueces de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a otorgar un amparo a los paramilitares, con el pretexto de que el proceso estuvo plagado de irregularidades que ameritaban su salida de prisión.
“Lo que se teme es una nueva venganza, porque ahora (los paramilitares liberados) se van a vengar de quienes los acusaron.
“Además, el gobierno creó una fiscalía contra grupos armados en Chiapas que llegó a la gran conclusión de que no había paramilitares y nunca se confiscaron armas en Chenalhó, por tanto, dichas armas ahí siguen. Es una bomba de tiempo que en cualquier momento –cuando les funcione– activarán, y podrían pasar otras desgracias. Pero la gente ya no está volteando para allá, los medios no están prestando atención, y como ahora el país se ha llenado de sangre, pueden aparecer 20 decapitados en un día, y pues, ya 40 indios muertos no rifan”.
Bellinghausen dijo que el 22 de diciembre de 1997, en la noche, cuando después de ir a Acteal tenía que escribir un artículo, no sabía qué hacer, porque se preguntaba de qué habían servido seis meses de estar escribiendo todos los días sobre lo que podría ocurrir, si de todos modos pasó.
Libertad de prensa
Único ponente en su presentación, el reportero de La Jornada fue interrogado acerca de la libertad de expresión, luego de que hechos como los de Acteal, que fueron publicados ampliamente en el periódico, y buena parte de los cuales fueron retomados para el libro, no tuvieron la misma cobertura en otros medios de comunicación. “Antes hablábamos de prensa vendida; yo creo que ese es un problema secundario, porque ahora está convencida de estar con el poder, no necesitan comprarla”.
Por otro lado, lamentó que no existan movimientos nacionales apoyados por los jóvenes. “En el movimiento de López Obrador es evidentemente la presencia de la tercera edad”.

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