lunes, diciembre 21, 2009

Columna Asimetrías. Sentido de la Natividad





21 diciembre 2009
“Jesús está más cerca de los pobres que de los ricos; "su iglesia" en cambio está más cerca de éstos que de aquéllos”.

José Saramago.

I

Como sábese, el mundo cristiano se apresta a celebrar el nacimiento de Cristo, Jesús el nazareno, ocurrida hace 2009 años. La fecha es arbitraria pues según discernimientos historicistas-arqueológicos, sería 250 años más antigua.

Pese a las discrepancias que bien podrían ser históricas, la celebración está muy lejos de reflejar la pedagogía y la preceptividad del pensamiento de ese hombre en cuya representación se han realizado y realizan acciones de lesa humanidad.

Por ello, millones de cristianos dudan de que Cristo haya imaginado y previsto que sus legatarios reales y supuestos organizasen una religión con fines de lucro, negocios y poder y creasen una entelequia, las iglesias, para eso precisamente.

Pero los humanos, inventores de Dios, somos capaces de todo en aras de nuestra naturaleza. Esa naturaleza –lo definió Aristóteles centurias antes del nacimiento de Cristo—es política aunque no tengamos conciencia o conocimiento de ello.

Todos los humanos somos políticos y, por tanto, actuamos políticamente incluso en aquellas interacciones altruistas. Las relaciones entre individuos son políticas. Y políticos son todo nuestro quehacer social. El hombre es un animal político.

II

Por ello, no sorprende la noción de que la religión organizada para fines de lucro y poder sea, como ha sido y es, instrumento de un grupo de presión y de interés poderoso que bajo guisa espiritual ejercen potestades pseudodivinas.

Trátase en realidad de una omnipotencia política terrenal devenida de otra potestad, la económica, la del poder real: la religión organizada está más cerca del oligarca que del indefenso y vulnerable, el proletariado. Con el rico, pues.

Visto al través de la sociología e incluso la antropología social y, ni se dude, las ciencias políticas, la religión organizada actúa no diferente a un partido político, con arreglo a las premisas y silogismos de la meta de conquistar y ejercer el poder.
Los partidos políticos son, por definición genérica, antidemocráticos, aunque preconicen la democracia y sus lemas. En la Iglesia no hay democracia: lo divino inspira hacia lo externo decisiones políticas internas de la religión organizada.

No en vano la religión organizada –la cristiana en todas sus vertientes—apoyaba a los monarcas que se ostentaban de origen divino y estaban siempre a la vera (o detrás) de éstos hasta que caducó la patraña de la divinidad de los monarcas.

III
Pero descubierta la falsedad del origen divino de los monarcas, ¿qué hizo la religión organizada? Situarse entonces detrás del jefe del gobierno en estados laicos y hacer prevalecer sus intereses propios y afines mediante el control social.

Es un quid pro quo –“trade off”, dirían los gringos—pues las Iglesias cristianas fomentan, paradójicamente, el neopaganismo de la grotesca comercialización y consumismo so pretexto de celebrar el natalicio de Jesús; éste es mercancía.

Y mercancía es la fecha misma y la celebración de esa natividad. Mercancía es la simbología del caso. Y mercancías son los fetiches de la conmemoración. Obedecen a las leyes supremas de otro dios, tal vez superior, el del mercado.

Ese dios se manifiesta en lo material. Se transfigura en dinero, cuyos poseedores son los jerarcas de esa religión tan antigua como las judeo-cristianas. Ambos dioses presiden reinos entreverados. El mercado de un ámbito bajo control de los herederos de los fariseos y mercaderes de la época de Jesucristo.}

Pero control del mercado –incluyendo el de la compraventa inicua de la fuerza del trabajo del proletario— es poder económico y político que, por su omnipresencia y metapotestad, es una religión organizada con fines de dominio.

ffponte@ gmail.com

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