martes, febrero 16, 2010

Columna Asimetrías (5,904) PRD: Alianzas, ¿Rigor Mortis?





16 febrero 2010
“Necesitamos seguir haciendo vida política para que la izquierda sea factor de decisión en el rumbo del país”.

Jesús Ortega.

I

Para muchos ciudadanos situados a extramuros de los partidos políticos e incluso no pocos de los ubicados a intramuros, los afanes de la dirigencia corriente del Partido de la Revolución Democrática en pos de alianzas electorales “tácticas” son sospechosas.

Sospechosas, por una parte, de claudicación, pues reconoce en los hechos la incapacidad de su dirigencia para organizarse entre los estratos afines y desafines de los pueblos de México e izar las banderas de una vera revolución democrática.

Sospechosas, por otra parte, de optar por la vía fácil: la de adherirse parasitariamente a otro ente partidista que le es antipodal en todos sentidos, y que representa, amén, a intereses de un orden establecido que excluye al mismo PRD y oprime a México.

Y sospechosas, en suma, de la omnipresencia evidentísima de una crisis no sólo del PRD, sino del “aliado táctico” de oportunidad, el Partido Acción Nacional, y de todos los actores institucionales del antidemocrático régimen de partidos en México.

Esa crisis –que la sociología marxista bien discerniría como estructural, si no es que hasta superestructural— no se superará mediante alianzas que, siendo declaradamente tacticas, despiden hedores de estratégicas. Hedores de cadáver.

II

La racionalidad “chuchista” justifica, sin duda, las alianzas del PRD con el PAN e incluso –eventualmente--, el Revolucionario Institucional. Pero es una racionalidad de oportunismo y claudicación.

Supongamos que los candidatos de la citada alianza ganen las elecciones venideras a gubernaturas, legislaturas locales y ayuntamientos, ¿cogobernará realmente el PRD? ¿Será, como dice el señor Ortega, verdadero factor de decisión en el rumbo del país?

La experiencia histórica demuestra lo opuesto. En aquellos procesos de renovación de poderes de los 31 Estados Unidos Mexicanos en los que el PRD se ha aliado con el PAN y/o el PRI, ha sido ninguneado o ignorado y hasta expulsado de la alianza.

¿Qué le garantiza al PRD, que se ostenta como una izquierda que, por partidista, es cómplice de las aberraciones del poder político del Estado promotor de la forma de organización económica neoliberal actual, francamente antisocial, antipueblo?

Es obvio que las razones del señor Ortega para justificar esas alianzas –que él llama tácticas— son premisas falsas de una lógica del mercenarismo político, lo cual anula cualesquier metas estratégicas al cercenar una alternativa político-electoral coherente.

III

Ello despierta sospechas acerca de los verdaderos móviles del señor Ortega y una paupérrima concatenación dialéctica de premisas/silogismos en su ideología, devenida ésta de reivindicadora originalmente en crematística. Es reconocer a priori una derrota.

Supongamos que en 2012, el PRD ignora a sus propios precandidatos naturales y resuelve postular, en alianza, al abanderado del PAN o del PRI, y éste llega a Los Pinos, ¿de verdad cree don Chucho que sería él un “factor de decisión” en el rumbo del país?

Supongamos que el jerarca perredista así lo crea de verdad –que esté genuinamente convencido de ello--, su papel de “factor de decisión” en el rumbo de México no se inspiraría en los principios de la izquierda, sino en los de su personal ganancia política.

La izquierda en México vive en crisis de congruencia filosófica y definición ideológica y política y cultural por propia mano, lo cual raya en saltimbanquismo suicida. Su moraleja: los principios pueden ser cooptados a precio de remate.

Imagíne el ciudadano a un PRD obligado por sus “alianzas tácticas” a oponerse en el resto del sexenio a anhelos populares de modificar las relaciones de producción y las fuerzas productivas prevalecientes que aherrojan a los pueblos de México.

ffponte@gmail.com

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