miércoles, febrero 03, 2010

Columna Asimetrías. El “Modelo Estúpido”

Por Fausto Fernández Ponte



03 febrero 2010

“En México opera un modelo estúpido. O le entramos (los) municipios o nos carga La Fregada”.

Mauricio Fernández Garza.

I

El autor del aserto consignado en el epígrafe, polémico alcalde de Garza García, N. L., considerada la circunscripción municipal de mayor ingreso per cápita de México, es uno de los “hombres de pro” de alto perfil como militante del Partido Acción Nacional extramuros la capital.
Y desde el antaño no muy reciente, don Mauricio nutre su perfil político en una alfaguara de la discrepancia y la heterodoxia ideológica y política en el fondo y el estilo del ejercicio del poder político. Así se le conoce en los cenáculos y los cotos baratarios del panismo.

Como político de ocupación --viene de familias de empresarios pudientes-- , éste personaje es, diriase en jerga eufemística, “su propio dueño” o “propietario de sí mismo”. Y, como tal, su cosmovisión contrasta a rajatabla con el tartufo y corrupto oportunismo prevaleciente en el PAN.
Empero, ello no cancela ni atenúa el conservadurismo de clase de éste personero del poder político, aunque sus decires claridosos molestan al Presidente de Facto Felipe Calderón, adalid de un espuriato que exhibe una esquizofrenia aguda y, por ello, peligrosísima para los mexicanos.

II

A resultas de esa patología que antójase terminal, vivimos la aceleración virulenta del proceso de descomposición del poder político del Estado mexicano iniciada en 1982 con la asunción de Miguel de la Madrid a la jefatura como poderdatario tlatóanico sexernal.

Entre ese hito y el presidencialado fraudulento del señor Calderón, el proceso de descomposición del poder político se situó en un “continuum” inercial de degradación que, como un “tsunami”, adquiere ímpetu y arrasa con todo, creando una nueva realidad, una de anarquía y caos.

Y en esa estamos. Históricamente el conservadurismo mexicano ha sido centralista, aunque el liberalismo juarista y, luego, el porfiriato y, más tarde, en la fase revolucionaria y la priísta (desde 1946) también ha exhibiendo una vocación de control central de estados y municipios.

El centralismo calderonista,empero, no las tiene todas consigo. Enfrenta gobernadores que, en la cultura del tlatonismo intolerante, autoritario y arbitrario, son señores de horca y cuchillo en las entidades federativas sobre olas que mandan y no pocas veces desgobiernan.

III

Pero son los municipios los damnificados mayores del centralismo federal y de segunda mano --el de los gobernadores--, pues siendo, por lo menos en el plano teórico constitucional, la expresión del poder político del Estado más cercana al pueblo, no son realmente libres ni autónomos.

El municipio debe ser, como implica el alcalde de Garza García, una entidad central en el modelo económico y político prevaleciente o nos llevará “La fregada” aun más lejos. El municipio deviene, prospectivamente, en clave para resolver el problema creado por el “modelo estúpido”.

El atributo estúpido de ese modelo se nos muestra como inviable, por ser acusadamente antisocial e incluso criminógeno. En los hechos el poder político percibe al pueblo – elemento constitutivo principal del Estado— como enemigo y, así, aplica ese modelo para agredirlo y agraviarlo.

Si un ayuntamiento pudiere, con arreglo a potestades constitucionales, crear una forma de organización económica local y solidaria, con el ayuntamiento como rector activo de dicha economía, se iniciaría una revolución social. Pero la demencia del poder político lo impide.

ffponte@gmail.com

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