23 febrero 2010
“Poco puede hacer un dirigente sin apoyo social”.
Evo Morales.
I
El jefe del Estado Plurinacional de Bolivia, el Presidente Evo Morales, establece precedentes de colosal envergadura histórica : realiza desde el poder una revolución económica, política y social y, ergo, cultural, en lo cabal del vocablo y el concepto. Un cambio de estructuras y superestructuras.
Realiza don Evo lo que otros hombres de su talla y talante que le precedieron, como Ernesto Guevara, Che, no pudieron e incluso perecieron en el noble y loable empeño de liberar de sus opresores a los habitantes del país andino, como punto focal del centro geográfico a la periferia..
Evo, quien el domingo presidió un multitudinario mitin de simpatizantes mexicanos en Coyoacán, dijo la frase consignada en el epígrafe de la presente entrega, la cual exhibe un hondo sentido pedagógico, en particular por el telón de fondo contrastante de nuestra realidad.
Y nuestra realidad –no huelga reiterarlo— es la de que, salvo Andrés Manuel López Obrador, ningún dirigente formal o fáctico tiene apoyo social, lo cual se muestra en el hecho de los efectos de su alcance de convocatoria a movilizaciones de masas.
Felipe Calderón, visto y considerado espurio por millones de sus connacionales (por lo menos los que votaron por don Andrés Manuel en 2006 (y no pocos de los que votaron por Roberto Madrazo) ha sido ya abandonado a su suerte por aliados de otrora y partidarios y simpatizantes del antaño.
II
Así, insístase en el obvio contraste entre el señor López Obrador y don Felipe, nieto de cristeros opuestos sangrientamente al laicismo del Estado mexicano –entonces en su fase de institucionalizarse y reorientadora en lo ideológico y lo político. Es un contraste paradigmático.
Y el paradigma se encuerpa en la moraleja siguiente: si el señor Calderón hubiese tenido apoyo social real desde que “haiga sido como haiga sido” asumió de facto la investidura presidencial, sus actuaciones, por equívocas que fueren y son, podrían haber logrado sus metas.
Y sus metas son, a la luz precisamente de esas actuaciones públicas, las de consolidar una forma de organización económica –la neoliberal-- que sólo sirve a oligarcas de México y de otros países, principalmente Estados Unidos, España y Canadá. En Bolivia, don Evo eliminó ese modelo.
Los oligarcas bolivianos, como sus pares mexicanos y trasnacionales, no pensaban en el costo brutal, anti-social, anti-pueblo, que la consolidación de su agenda suele exaccionar a la población. La consecuencia: mayor desigualdad económica e injusticia social, más --mucho más— pobreza.
En la reunión en Cancún, los jefes de Estado y de Gobierno de Nuestra América –toda, excepto EU y Canadá y el rey de España-- están animados del espíritu de la anfictionía: una patria –grande, por cierto; muy grande—liberada de oligarcas locales, estadunidenses, españoles, canadienses, et al.
III
¿Por qué en Bolivia fue posible elegir un gobernante que abandera el cambio revolucionario –de fondo— que también ha ocurrido en Venezuela y Ecuador y no en México? Cada país ofrece condiciones distintas, pese a similitudes y coincidencias históricas/actuales y experiencias propias?
Las condiciones, si objetivamente discernidas, son las que indican los métodos y las tácticas a emplear para obtener el poder y, desde allí, promover y, sobre todo, realizar sin desvíos el cambio vero, el de la estructura y la superestructura, convirtiendo un Estado plutocrático en uno social.
En 1967, en Bolivia, las condiciones no eran propicias a una praxis exitosa del foquismo aplicada por el Che. El análisis guevarista de la realidad boliviana era impecable. ¿Qué faltó, pues? Había condiciones revolucionarias y pocos revolucionarios. Faltaba el detonante de conciencia de masas.
¿Y cuál fue el detonante de conciencia de masas? La gran mayoría demográfico-electoral indía. Ese no es el caso en México (aquí los indios son del diez al 15 por ciento de la población) y el grueso mestizo discrimina a aquellos y, sirve, sin saberlo, a los fines de la oligarquía.
La mera candidatura de don Evo, precedida de intensa actividad organizadora en los sindicatos indígenas, detonó el despertar de la conciencia, la cual ofreció una vía accesible, la electoral, al poder y, de allí, darle verismo al anhelo centenario de las naciones indias de Bolivia.
ffponte@gmail.com
Evo Morales.
I
El jefe del Estado Plurinacional de Bolivia, el Presidente Evo Morales, establece precedentes de colosal envergadura histórica : realiza desde el poder una revolución económica, política y social y, ergo, cultural, en lo cabal del vocablo y el concepto. Un cambio de estructuras y superestructuras.
Realiza don Evo lo que otros hombres de su talla y talante que le precedieron, como Ernesto Guevara, Che, no pudieron e incluso perecieron en el noble y loable empeño de liberar de sus opresores a los habitantes del país andino, como punto focal del centro geográfico a la periferia..
Evo, quien el domingo presidió un multitudinario mitin de simpatizantes mexicanos en Coyoacán, dijo la frase consignada en el epígrafe de la presente entrega, la cual exhibe un hondo sentido pedagógico, en particular por el telón de fondo contrastante de nuestra realidad.
Y nuestra realidad –no huelga reiterarlo— es la de que, salvo Andrés Manuel López Obrador, ningún dirigente formal o fáctico tiene apoyo social, lo cual se muestra en el hecho de los efectos de su alcance de convocatoria a movilizaciones de masas.
Felipe Calderón, visto y considerado espurio por millones de sus connacionales (por lo menos los que votaron por don Andrés Manuel en 2006 (y no pocos de los que votaron por Roberto Madrazo) ha sido ya abandonado a su suerte por aliados de otrora y partidarios y simpatizantes del antaño.
II
Así, insístase en el obvio contraste entre el señor López Obrador y don Felipe, nieto de cristeros opuestos sangrientamente al laicismo del Estado mexicano –entonces en su fase de institucionalizarse y reorientadora en lo ideológico y lo político. Es un contraste paradigmático.
Y el paradigma se encuerpa en la moraleja siguiente: si el señor Calderón hubiese tenido apoyo social real desde que “haiga sido como haiga sido” asumió de facto la investidura presidencial, sus actuaciones, por equívocas que fueren y son, podrían haber logrado sus metas.
Y sus metas son, a la luz precisamente de esas actuaciones públicas, las de consolidar una forma de organización económica –la neoliberal-- que sólo sirve a oligarcas de México y de otros países, principalmente Estados Unidos, España y Canadá. En Bolivia, don Evo eliminó ese modelo.
Los oligarcas bolivianos, como sus pares mexicanos y trasnacionales, no pensaban en el costo brutal, anti-social, anti-pueblo, que la consolidación de su agenda suele exaccionar a la población. La consecuencia: mayor desigualdad económica e injusticia social, más --mucho más— pobreza.
En la reunión en Cancún, los jefes de Estado y de Gobierno de Nuestra América –toda, excepto EU y Canadá y el rey de España-- están animados del espíritu de la anfictionía: una patria –grande, por cierto; muy grande—liberada de oligarcas locales, estadunidenses, españoles, canadienses, et al.
III
¿Por qué en Bolivia fue posible elegir un gobernante que abandera el cambio revolucionario –de fondo— que también ha ocurrido en Venezuela y Ecuador y no en México? Cada país ofrece condiciones distintas, pese a similitudes y coincidencias históricas/actuales y experiencias propias?
Las condiciones, si objetivamente discernidas, son las que indican los métodos y las tácticas a emplear para obtener el poder y, desde allí, promover y, sobre todo, realizar sin desvíos el cambio vero, el de la estructura y la superestructura, convirtiendo un Estado plutocrático en uno social.
En 1967, en Bolivia, las condiciones no eran propicias a una praxis exitosa del foquismo aplicada por el Che. El análisis guevarista de la realidad boliviana era impecable. ¿Qué faltó, pues? Había condiciones revolucionarias y pocos revolucionarios. Faltaba el detonante de conciencia de masas.
¿Y cuál fue el detonante de conciencia de masas? La gran mayoría demográfico-electoral indía. Ese no es el caso en México (aquí los indios son del diez al 15 por ciento de la población) y el grueso mestizo discrimina a aquellos y, sirve, sin saberlo, a los fines de la oligarquía.
La mera candidatura de don Evo, precedida de intensa actividad organizadora en los sindicatos indígenas, detonó el despertar de la conciencia, la cual ofreció una vía accesible, la electoral, al poder y, de allí, darle verismo al anhelo centenario de las naciones indias de Bolivia.
ffponte@gmail.com
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