Por Ricardo Rocha
24 agosto 2010
No se me ocurre otro modo de expresar la sensación de vacío que nos provoca este país. Y es que el crimen organizado nos “levantó”, nos encerró, nos mantiene incomunicados y ya hasta aumentó el monto del rescate. De no pagarlo, nos acabará de matar.
Aquí no se habla de otra cosa que no sea la violencia nuestra de cada día. Con su caudal de descabezados, narcobloqueos, crímenes, plagios, torturas y fuegos cruzados. La muerte acechando en cada esquina. La discusión macabra de cuántos miles van exactamente. Y el temor de que todo esto se nos va haciendo cada vez más cotidiano, más rutinario. Como si ya fuera parte de la vida misma.
Así son estos obsesivos días circulares. Como el título de aquel libro de mi cuate Gustavo Sáinz donde los protagonistas no pueden huir del entramado de su propia historia sobre la que giran un día sí y otro también. Sometidos a un hartazgo que empieza a hacer insoportable la existencia.
Así está igualmente el calderonismo. Secuestrado por un tema único y obsesivo; girando alrededor de un sólo propósito, que es una lucha perdida que nos desangra a todos; haciendo a un lado los temas esenciales de la nación para seguir obcecado en el delirio monotemático del narco. A ver ¿y el resto de las tareas del gobierno?, ¿Y los grandes desafíos del país? Cuándo Calderón ha convocado a reuniones semejantes a los Diálogos por la Seguridad para debatir por ejemplo la salud, la productividad, las tendencias demográficas, las condiciones económicas y sociales de las próximas décadas y la pérdida de expectativas para nuestros jóvenes. Me pregunto también cuántas veces el Presidente ha recibido a los secretarios de Educación y Desarrollo Social y cuántas veces a los de la Defensa y Seguridad Pública. Cuánta energía ha malgastado el gobierno en una guerra sobre la que no oye ni escucha porque mantiene inamovibles sus dogmas: el Ejército seguirá en la calle; el fuero militar no se toca; la violencia se combate con más violencia; la inteligencia puede esperar; la policía única es la panacea; el debate sobre la legalización fue sólo un petate distractor. Así que opinen lo que quieran pero nosotros seguiremos como hasta ahora. Sí, es verdad que nos propusimos como la presidencia del empleo, eso fue en la campaña, pero luego cambiamos de opinión. Había que legitimarse. Que no calculáramos el precio ha sido pura mala suerte.
Por cierto, el Presidente ya amenazó con que más dinero para su guerra o habrá más impuestos. Eso confirma el secuestro.
P.D. Y a ver ahora de qué escribo en la próxima entrega.
Aquí no se habla de otra cosa que no sea la violencia nuestra de cada día. Con su caudal de descabezados, narcobloqueos, crímenes, plagios, torturas y fuegos cruzados. La muerte acechando en cada esquina. La discusión macabra de cuántos miles van exactamente. Y el temor de que todo esto se nos va haciendo cada vez más cotidiano, más rutinario. Como si ya fuera parte de la vida misma.
Así son estos obsesivos días circulares. Como el título de aquel libro de mi cuate Gustavo Sáinz donde los protagonistas no pueden huir del entramado de su propia historia sobre la que giran un día sí y otro también. Sometidos a un hartazgo que empieza a hacer insoportable la existencia.
Así está igualmente el calderonismo. Secuestrado por un tema único y obsesivo; girando alrededor de un sólo propósito, que es una lucha perdida que nos desangra a todos; haciendo a un lado los temas esenciales de la nación para seguir obcecado en el delirio monotemático del narco. A ver ¿y el resto de las tareas del gobierno?, ¿Y los grandes desafíos del país? Cuándo Calderón ha convocado a reuniones semejantes a los Diálogos por la Seguridad para debatir por ejemplo la salud, la productividad, las tendencias demográficas, las condiciones económicas y sociales de las próximas décadas y la pérdida de expectativas para nuestros jóvenes. Me pregunto también cuántas veces el Presidente ha recibido a los secretarios de Educación y Desarrollo Social y cuántas veces a los de la Defensa y Seguridad Pública. Cuánta energía ha malgastado el gobierno en una guerra sobre la que no oye ni escucha porque mantiene inamovibles sus dogmas: el Ejército seguirá en la calle; el fuero militar no se toca; la violencia se combate con más violencia; la inteligencia puede esperar; la policía única es la panacea; el debate sobre la legalización fue sólo un petate distractor. Así que opinen lo que quieran pero nosotros seguiremos como hasta ahora. Sí, es verdad que nos propusimos como la presidencia del empleo, eso fue en la campaña, pero luego cambiamos de opinión. Había que legitimarse. Que no calculáramos el precio ha sido pura mala suerte.
Por cierto, el Presidente ya amenazó con que más dinero para su guerra o habrá más impuestos. Eso confirma el secuestro.
P.D. Y a ver ahora de qué escribo en la próxima entrega.
Comentario:
¿Y todavía Rocha sigue llamando presidente a este ladrón? Como que ya está el tiempo lo bastante avanzado para nombrar a este como lo que es ¿No? Un ladrón, un vulgar delincuente, traidor a la Patria...Un USURPADOR PUES...
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