viernes, noviembre 19, 2010

CÉSAR VALLEJO: El cholo que revolucionó la poesía

Por Nazario Soto.
Texto dedicado con viril amor para mis hermanos, los que luchan.
A J.S. F. Y A.M.F.
Dios mio, si tu hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuvistes, siempre bien,
no sientes nada de tu creación:
Y el hombre sí te sufre:el Dios es él!
Los Dados Eternos.
Vallejo, uno de los hombres más puros que han pisado la Tierra. Un ser humano masculino que estuvo dispuesto a echarse sobre los hombros todo el sufrimiento de la especie, con una valentía titánica, para comprenderlo, para denunciarlo, para padecerlo y nutrir su recia dignidad. Vallejo, la prueba existencial de que la biología en el universo puede evolucionar hasta el poeta, el visionario, el ser que toma conciencia y la potencializa artísticamente hasta el límite de las estrellas. El ejemplo palpable del individuo donde se acumulan las fuerzas históricas para trascender las carencias, las penurias, y así proyectarse hacia el futuro, sublimándose y representando a la colectividad. El peruano nación un día que Dios estuvo gravemente enfermo, en Santiago de Chaco en 1882; y murió en París en la primavera de 1938. Toda su vida debió sobreponerse a la atroz miseria económica a la que esta caduca sociedad sigue condenando a sus mejores miembros, aquellos que se niegan a venderse, a delinquir, a explotar al semejante, y que solo tienen la fuerza de sus brazos, de su intelecto, para sobrevivir:
Se quisiera tocar todas las puertas,
y preguntar por no sé quién; y luego
ver a los pobres, y, llorando quedos,
dar pedacitos de pan fresco a todos.
Y saquear a los ricos sus viñedos
con las dos manos santas
que a un golpe de luz
volaron desclavadas de la cruz!
acusado de no saber escribir, de tener "oídos de artillero"para el ritmo poético, de no conocer la Hortografía, de críptico y difícil, de comunista(que por supuesto lo fue), de panfletario ...; eterno estudiante, minero, ayudante de cajero, maestro de primaria, enamorado de las hembras; es encarcelado "por error" en 1920, desarrollando su posición ideológica. En 1923 se ve obligado a exiliarse a Francia, donde trabaja como periodista. Es recordado de esta forma por uno de sus discípulos, el novelista Ciro Alegría:
Mas la personalidad de Vallejo inquietaba tan solo de ser vista yo estaba definitivamente conturbado y sospeché que de tanto sufrir, y por irradiar tristeza , Vallejo tenía que ver tal vez con el misterio de la poesía.
Sale para España(apoyando a los combatientes republicanos, a los que dedica su notable poemario España a parta de mí este cáliz), y luego el gobierno francés le prohibe la entrada a este país, adonde debe regresar en la total clandestinidad.
La característica humana más valorada por Vallejo no fue la inteligencia, si no la pura sensibilidad, arma de doble y triple filo, que siempre termina hiriendo a su poseedor. Siempre fue un firme creyente en la transformación de la realidad por medio de las armas:
Excecrable sistema, clima en nombre del cielo, del bronquío y la quebrada,
la cantidad enorme de dinero que cuesta el ser pobre...
Aclara su posición revolucionaria en el texto Contra el secreto profesional, donde explica al detalle:
Un hombre cuyo nivel de cultura -hablo de la cultura basada en la vida y en la práctica de la justicia, que es la única cultura verdadera-un hombre digo, cuyo nivel de cultura está por debajo del esfuerzo creador que supone la invensión de un fusil, no tiene derecho a usarlo.
El subrayado es mío, y por supuesto está dedicado a los cobardes ejércitos asesinos de jóvenes desarmados.Claro que no lo entenderán siquiera.
Maestro, padre, abuelo, de legiones de escritores, poeta favorito del Che Guevara, César Abraham Vallejo Mendoza cumple exqusítamente su función profética de alimentar nuestra esperanza en un lejano siglo devastado por ceguera egoísta de una pendeja minoría, cuya pobreza espiritual pretende degradarnos hasta lo antihumano:
Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe.Al que fuera , se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte.

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