miércoles, febrero 08, 2012

Decadencia de EU: reajuste de China, India, Japón, Rusia y la UE, según Brzezinski

Bajo la Lupa
Zuo Bin, un empleado migrante de la provincia central de Henan, la semana pasada en una fábrica de calcetines en Datang, en la provincia de Zhejiang, al este de China. Esa industria juega un importante papel en la economía de Datang, donde, de acuerdo con las estadísticas, en 2011 se produjeron cerca de 8.2 billones de calcetines, lo que se traduce en 65 por ciento de la producción total de estas prendas en China, y un tercio de la producción mundial.


Aunque no la coloca al mismo nivel de Estados Unidos (con todo y su decadencia), Zbigniew Brzezinski reconoce el poderío de China (ver Bajo la Lupa, 29/1/12), invariablemente mencionada como sucesor prospectivo de EU y quien posee un impresionante linaje imperial y una tradición estratégica de una paciencia calibrada cuidadosamente, lo que ha sido determinante en su larga historia milenaria, apabullantemente exitosa.

A su juicio, China acepta en forma prudente el sistema internacional existente, aunque no vislumbra la prevalente jerarquía como permanente, por lo que se ha manifestado en la evolución del sistema internacional hacia una redistribución gradual del poder en lugar de su colapso dramático.

A mi juicio, la tendencia geoeconómica, sin una guerra de por medio, se encuentra ya escrita en el muro, cuando China desplace en 2016 a Estados Unidos como la primera superpotencia económica del planeta (FMI dixit).

Según Brzezinski, la realidad básica (sic) es que China no está preparada a asumir el papel pleno de Estados Unidos en el mundo. Todo depende de la perspectiva cuando China se ha manifestado por un mundo multipolar: la división en compartimentos de varios poderes regionales (v.gr. los BRICS), mientras Estados Unidos se aferra a la caduca unipolaridad y no sabe reubicarse ni reajustarse en la pluralidad global.

Desmenuza las razones por las cuales China no es apta aún para asumir el liderazgo mundial en lugar de Estados Unidos y aduce que se encuentra significativamente detrás no solamente de EU sino también de Europa y Japón (sic) en los mayores índices per cápita de la modernidad y el poder nacional. Pues depende del rubro, ya que en armas nucleares, computación y proyecto espacial China no canta mal las rancheras, cuando le pisa los talones a Estados Unidos en otros segmentos tecnológicos.

Alega que los mismos líderes de la nación aludida han enfatizado que en cada importante medida de desarrollo, riqueza y poder, China es aún un país en vías de desarrollo y modernización, rezagado por varias décadas frente a los grandes.

El problema de estas mediciones es cuando se realizan como país entero o per cápita, lo cual distorsiona los cálculos debido a su gigantismo poblacional (2.6 veces mayor a la Unión Europea, 4.3 veces mayor a Estados Unidos y 10 veces mayor a Japón). Juzga que en un cierto punto puede surgir el nacionalismo de China más vigoroso y dañar sus intereses internacionales, lo que en forma no intencionada movilice una coalición (sic) regional poderosa (sic) en su contra, ya que “ninguno de sus principales vecinos –India, Japón y Rusia (sic)– está dispuesto a reconocer el título de China como el sucesor del tótem (sic) polar global en lugar de Estados Unidos”.

Zbigniew Brzezinski es muy determinista en la alineación de las coaliciones y parece no entender la teoría de juegos en la que pueden surgir inéditas coaliciones que, incluso, se pueden revirar en contra de Estados Unidos. Mucho dependerá, a mi juicio, de los intereses puntuales y del desempeño bélico de los actores. ¿Dónde queda el BRIC? ¿Qué advendrá del Grupo de Shanghai?

Sorprende el pensamiento lineal y maniqueo, característico de la guerra fría, de Brzezinski, quien manipula la hipercomplejidad no lineal característica de la multipolaridad, con el fin de llevar agua propagandística al vacío molino, hoy sin granos, de Estados Unidos, y llega hasta ilusionarse de que India, Japón y Rusia (sic) podrían aún buscar apoyo de un EU evanescente con el fin de contrarrestar una China abiertamente vigorosa, lo cual resultaría en un revoltijo (sic) regional que podría ser intenso y que derivaría en una fase de tensión internacional aguda en Asia, que en el siglo XXI podría entonces empezar a parecerse a la Europa del siglo XX, violenta y sedienta de sangre (sic).

Por lo visto, a Brzezinski se le olvidan dos situaciones distintivas de la historia moderna de Asia en referencia a la interferencia de Estados Unidos desde su guerra con Japón (que incluye el bárbaro lanzamiento de dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki): sus guerras en la península coreana y en Indochina, al unísono de sus inolvidables guerras financieras desde Tailandia hasta Indonesia a finales del siglo XX. Nada garantiza que Asia sea más estable, próspera y ausente de guerras con un Estados Unidos decadente y coaligado a los vecinos de China.

Conjetura, sin mucho sustento, que los japoneses, temerosos de una China vigorosa dominando Asia, puedan estar pensando en lazos más estrechos con Europa (sic). ¿Y qué tal si sucede lo contrario? ¿Y qué tal el reciente acuerdo de swaps del yen y el yuan sin el dólar?

Zbigniew Brzezinski busca enemigos por doquier en contra de China y llega hasta vislumbrar que los líderes de India (sic) y Japón pueden estar considerando una cooperación política más estrecha, aun militar, en caso de que Estados Unidos decaiga y China ascienda.

A mi juicio, el secreto de China para no enardecer a sus vecinos consistirá en conducirse de manera distinta al unilateralismo de Estados Unidos (v.gr. las orinas de Afganistán). Ya que si siembra y repite los mismos errores unilaterales de EU, no tardará en cosechar la misma debacle.

No podía faltar la legendaria rusofobia de Zbigniew Brzezinski, quien deduce el schadenfreude (placer sádico por el daño ajeno) del Kremlin sobre la incierta prospectiva de EU, por lo que casi seguramente (sic) tendrá sus ojos puestos en los estados independientes de la anterior URSS.

Señala, nada descabelladamente, que la ausencia de cohesión de Europa es probable que la arrastre en tres direcciones: 1) Alemania e Italia hacia Rusia debido a intereses comerciales; 2) Francia y una Europa central sin seguridad en favor de una UE políticamente más estrecha; y 3) Gran Bretaña manipulando (sic) un equilibrio dentro de la UE mientras preserva su relación especial con un EU en declive.

Nuestras acotaciones sobre las tres supuestas direcciones de la UE: la primera es muy plausible; la segunda muy aleatoria (que puede acabar siendo absorbida por la primera); y la tercera merece una pregunta: ¿cuándo ha pertenecido realmente Gran Bretaña a la Europa continental, a la que desde el siglo XVI se ha consagrado a balcanizar con sus piratas y neopiratas financieros?

Pocos países merecen la atención de Zbigniew Brzezinski, aun dentro del G-20 (por cierto, ilusa creación anglosajona), y cita tangencialmente a Turquía y a Brasil como potencias medianas regionales que intentarán abrirse camino en sus propias esferas de influencia. Llama la atención que no cite a Irán, que, a mi juicio, se encuentra en el nivel irredentista de Turquía (con su recuperada influencia en la zona del viejo imperio otomano).

Pese a la creciente influencia de Turquía y Brasil (en el hemisferio sur), juzga en forma perentoria que ninguno (sic) de estos países tendrá (sic) la requerida combinación económica, financiera, tecnológica y de poder militar aún para considerar que herede el liderazgo de Estados Unidos.

De su libro hiperoptimista El gran tablero de ajedrez mundial: la supremacía (¡súper sic!) de EU y sus imperativos geoestratégicos, Brzezinski olvida su relevante definición de países pivote, los que como Turquía, Brasil y hasta Irán no liderarán al mundo entero pero pueden determinar y contribuir al ascenso de la próxima potencia hegemónica o, como ahora, impulsar vigorosamente el nuevo orden multipolar.

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