domingo, abril 29, 2012

AMLO-López Dóriga: cuando el amor se acaba

Cuando el amor se acaba

Aun sin dejar de tender la mano a Joaquín López Dóriga, Andrés Manuel López Obrador soltó sus invectivas contra Televisa, a la que acusó de montar la guerra sucia contra él durante la campaña de 2006 y, ahora, de proteger al priista Enrique Peña Nieto. El conductor lo llamó mentiroso e intentó defender al consorcio de Emilio Azcárraga Jean, pero el tabasqueño insistió y pidió derecho de réplica. Concedido el espacio en Radio Fórmula, el candidato de la izquierda insistió: la televisora quiere imponer al “muy limitado” Peña Nieto en la Presidencia.
 
Dóriga y Obrador. Cinco meses de tregua.


La reconciliación duró poco, cinco meses apenas. El encuentro de Andrés Manuel López Obrador con Joaquín López Dóriga, conductor estelar de Televisa, el 16 de noviembre de 2011 ante las cámaras de El Noticiero, terminó con un insólito apretón de manos. Ya en periodo de campaña, las cosas han cambiado entre el candidato de la izquierda y el conductor.
La tarde del jueves 26 ambos volvieron a conversar, esta vez por teléfono. La despedida fue fría. Habían regresado los enfrentamientos.
Mientras el candidato del Movimiento Progresista acusa a Televisa de ser la principal promotora y protectora de su contendiente priista Enrique Peña Nieto, López Dóriga acusa al tabasqueño de mentiroso por afirmar que, junto con empresarios, el presidente Vicente Fox y Felipe Calderón, el consorcio televisivo actuó en la guerra sucia de 2006 para hacerlo ver como “un peligro para México” y de ser cómplice de una celada que se le preparaba para después del primer debate de ese año,  al que López Obrador no asistió precisamente porque, dijo, lo querían exhibir como perdedor.
El martes 24 muy temprano, López Obrador salió al patio de su casa de campaña para dar su mensaje. Los reporteros le cuestionaron por qué ahora insistía en el debate, a diferencia de hace seis años, cuando se negó. Y él contestó que no lo hizo porque tenía información de que en los medios, incluida Televisa, tenían preparado un programa para decir que había perdido el debate.
“Sí –respondió López Obrador–. Ya estaba la guerra sucia a todo lo que daba… En todos los medios, pero fundamentalmente en Televisa, estaban pasando imágenes de (Hugo) Chávez conmigo diciendo ‘Chávez. Patria o Muerte’ y el bombardeo: ‘López Obrador, un peligro para México’; decían que no convenía el cambio. Se caían las bardas, se caían las bicicletas, se cerraban las cortinas. Estaba al 100% la guerra sucia.”
Un reportero desinformado le preguntó por qué no había asistido al segundo debate de ese año, y él lo corrigió. Le recordó incluso que en esa ocasión aludió a los contratos entregados a Hildebrando Zavala, cuñado de Felipe Calderón, y evocó la forma en que las autoridades cortaron toda posibilidad de que prosperara la demanda penal que interpuso ante el Ministerio Público.
“Si ustedes no lo sabían, ¡imagínense si lo va a saber la gente!”, dijo López Obrador. Y añadió: “Pues así sucedió. Entonces, yo no quiero anclarme en el pasado. Estoy viendo hacia delante; pero el tiempo y la realidad nos han dado la razón”.
Luego habló del presente que, expuso, es distinto. Comentó que esos medios, como Televisa, están protegiendo a Peña Nieto. “El debate tiene que ver ahora con la intención de los que no quieren el cambio,  de sentar en la silla presidencial a alguien (como él) que no tiene capacidad, para decir lo menos. Están queriendo dar gato por liebre con el manejo de los medios. No quieren que vaya al debate porque no tiene argumentos. Esa es la verdad”.

Las diatribas

Al día siguiente, con un discurso alejado de aquel amoroso y conciliador con el que arrancó su campaña, López Obrador insistió en referirse al contubernio de algunos medios, en particular Televisa, con el aspirante priista, sobre todo porque su coordinador de campaña, Luis Videgaray, había anunciado que no asistiría al debate radiofónico convocado por Carmen Aristegui.
“Le están recomendando sus patrocinadores que no abra la boca, que no diga ni pío, que todo sea pura imagen, pura publicidad; eso es lo que le están recomendando y la señora no sé por qué le sigue, al final lo que demuestra es que son lo mismo”, dijo en referencia a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien había condicionado su participación a la asistencia de Peña Nieto.
“Ahora que no asiste Peña Nieto al debate, no aparece nada en la televisión, no se dice nada. No sé si ha salido algo en Televisa sobre esto. No es nota, ¿verdad? Y la nota es la nota”, ironizó.
“(Peña Nieto) es muy limitado, están queriendo dar gato por liebre, quieren engañar a la gente, y por eso no quieren que vaya al debate”, dijo en su conferencia de ese miércoles 25, en la que acusó una vez más a Televisa de haber protagonizado una trampa en 2006 en contra suya. Y eso provocó la reacción iracunda de López Dóriga, quien desde su espacio noticioso en Radio Fórmula lo tildó de “mentiroso”; incluso dijo que aceptaba el derecho de réplica en ese espacio, pero no en la televisora, como lo pedía el tabasqueño.
López Obrador ya se había referido a la protección de las televisoras a Peña Nieto: “No lo quieren tocar ni con el pétalo de una rosa”, dijo; “es producto de la mercadotecnia chatarra, merengue; un títere que carece de ideas”. Por eso evade los debates que han convocado algunos medios, como el de Carmen Aristegui en MVS, previsto para ese día.
Al cancelarse el debate en el espacio de Aristegui, López Obrador pidió un espacio y en entrevista con ella volvió a recordar que en la elección de 2006 fue atacado por Televisa y TV Azteca por negarse a acudir al primero de los dos debates de ese año.
El mismo miércoles 25 por la tarde, en su noticiario radiofónico López Dóriga criticó lo expresado por el candidato de la izquierda respecto de la resistencia de Peña Nieto a participar en los debates a los que se le ha invitado.
“Peña Nieto no quiere debatir porque va en primer lugar, por lo mismo que no quiso debatir Andrés Manuel López Obrador hace seis años. Es un asunto simple de estrategia de campaña”, contratacó el también conductor de Televisa.
López Obrador respondió a través de sus cuentas de Facebook y Twitter. “Ante lo expresado por López Dóriga, pido a Televisa derecho de réplica sobre el debate y su pretensión de imponer a Peña Nieto en la Presidencia”, expuso.
Luego difundió una parte de su libro La mafia que nos robó la Presidencia publicado en 2007, en el que expuso sus razones para no asistir al primer debate entre los candidatos en 2006.
“En plena guerra mediática en mi contra, el PAN promovió ante el IFE –y fue secundado por los otros partidos– la realización de un debate entre candidatos. Como sabía que tenían toda una estrategia en medios para hacerme aparecer en el posdebate como perdedor, decidí no participar.
“De todas maneras, mi inasistencia también fue motivo de una campaña intensa en mi contra, pero calculé que me iba a costar menos que el hecho de asistir y caer en una trampa.
“Cualquier análisis serio sobre el papel de los medios y la forma como me atacaron en los meses de abril y mayo demostraría que en la historia reciente no ha habido nada que se le parezca. En esos momentos no sólo era ‘un peligro para México’, me parecía ‘a Hugo Chávez’, iba ‘a endeudar al país’, ‘a expropiar bienes de las clases medias’, a limitar que ‘sólo se tuviera un departamento, un carro y dos hijos por familia’, y otras mentiras más, sino que se difundían supuestos estudios psicológicos sobre mi persona, donde aparecía como desquiciado.”
El jueves 26, López Dóriga aprovechó su columna de Milenio diario para responder al tabasqueño. Dijo estar dispuesto a darle un espacio en su noticiario radiofónico, pero no el de Televisa, como pretendía el candidato de la izquierda.
“Andrés Manuel López Obrador no dice la verdad cuando dice que hace seis años no asistió al primer debate porque descubrió un complot de Televisa para presentarlo como el perdedor. Olvida lo que declaró entonces y ahora apuesta a la desmemoria. Hoy su contrarréplica a lo que contesté, a las 14 horas en Radio Fórmula. Será por teléfono, pues va de gira”, expuso.

La amenaza de Valle de Bravo

El último encuentro de López Obrador y López Dóriga fue la noche del 16 de noviembre último en el noticiario nocturno de Canal 2 de Televisa. El tabasqueño agradeció la invitación “luego de cinco años de cerrazón” hacia él y el movimiento que representa.
Comentó incluso que esa situación lo llevó a criticar a Televisa “de manera franca, directa”, como le gusta decir las cosas (Proceso 1829).
Frente a las cámaras, López Obrador habló del amor y la reconciliación. También mencionó el papel de Televisa como impulsor de Peña Nieto para imponerlo como presidente de la República desde la mercadotecnia.
“No podría venir aquí sin decirlo”, comentó, y ofreció iniciar una nueva época de relación con Televisa. “Yo ofrezco la reconciliación y te extiendo mi mano”, le dijo a López Dóriga. Sonrió cuando apretó la diestra del conductor de noticias, quien durante la entrevista admitió que estaba descubriendo a un político menos crispado, menos beligerante, más amoroso y a veces más cristiano que el de 2006.
En ese momento quedaron aparentemente superados episodios ríspidos y complejos, como el que detonó la Ley Televisa, a través de la cual el consorcio de avenida Chapultepec empezó a encumbrarse en el poder luego de amenazar a los tres candidatos presidenciales de ese año: Felipe Calderón, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, en una encerrona organizada por los dueños de la televisora en Valle de Bravo, Estado de México.
Los tres primeros días de febrero de 2006, los candidatos habían tenido reuniones por separado con los funcionarios de Televisa comandados por el vicepresidente Bernardo Gómez. La idea era saber por qué la Ley Televisa estaba atorada en el Senado, aun cuando los diputados la habían aprobado en sólo siete minutos.
El propósito de los empresarios era que los candidatos apoyaran las reformas a las leyes de Radio y Televisión y de Telecomunicaciones para que las televisoras pudieran disponer sin problemas del espectro digital de frecuencias.
El 3 de febrero de 2006 por la noche, en el hotel restaurante Rodavento, de Valle de Bravo, terminó la encerrona y Bernardo Gómez llevó a los invitados a un palenque improvisado para que presenciaran una pelea de gallos. Tomó uno de los animales y sentenció: “Aunque Emilio (Azcárraga) no quiere que se mencione a nadie, sí quiero decirles que esto le puede suceder a quien se meta con Televisa”. Y lo degolló, como escribió el reportero Jenaro Villamil (Proceso 1534).
La amenaza funcionó. Televisa doblegó al PAN y al PRI, que sacaron la llamada Ley Televisa tras un arduo cabildeo encabezado por los panistas Diego Fernández de Cevallos y Manuel Espino y el priista Emilio Gamboa.
Espino dijo al reportero Álvaro Delgado que trató el tema con Calderón, quien le pidió convencer a los senadores de su partido para que aprobaran dicha ley: “Quería que lo hiciéramos de manera oficiosa, porque él lo veía como una oportunidad para subir en las encuestas. Yo le di mis argumentos de por qué no, porque además en el PAN ya habíamos platicado que eso no convenía, y él se comprometió, es la primera vez que lo digo, a que si sacábamos adelante esa ley, él no la promulgaría” (Proceso 1810).
En su libro Calderón, de cuerpo entero, Julio Scherer García retomó el episodio. Espino le contó sobre una reunión de Emilio Gamboa, Josefina Vázquez Mota y Héctor Larios con directivos de Televisa y con Jorge Mendoza, de Televisión Azteca, en la cual acordaron la estrategia para aprobar la Ley Televisa. Scherer García registró el compromiso de Calderón ante Espino, entonces presidente del PAN, de no promulgar esa ley al llegar a Los Pinos.
“La ley le causaría un grave daño al país, dado que fortalecería a las televisoras. Corríamos el riesgo de vivir en un Estado donde su poder rebasara incluso al propio Poder Ejecutivo. Felipe Calderón era consciente del riesgo, pero afirmaba que se trataba del único camino para que las televisoras apoyaran al candidato”, confió Espino a Scherer García.
Antes de cerrar su administración Vicente Fox promulgó la ley en un albazo que sorprendió a especialistas, académicos y legisladores que aún discutían las incongruencias de una norma que fortalecía el monopolio Televisa-TV Azteca.
Y Calderón no sólo incumplió su compromiso al llegar a Los Pinos al dejar incólume la Ley Televisa; también permitió a las televisoras crecer como nunca antes.

Contrarréplicas

El jueves 26, a las 2:54 de la tarde López Dóriga dio la bienvenida a López Obrador en su programa de Radio Fórmula y después de un intercambio cortés de saludos comenzó el duelo telefónico.
“Entiendo que todos los políticos tienen sus estrategias y Andrés Manuel mismo, como todos los políticos, tiene razones y tuvo razones por las que dice lo que dice… la estrategia. El problema es que yo sostengo, Andrés Manuel, que no es cierto (lo que) dices; por eso dije lo que dije ayer: que lo que dijiste es mentira”, comentó el conductor.
Y se inició el diálogo, ríspido esta vez.
López Obrador insistió en la celada preparada por Televisa en 2006. “¿Por qué digo que Televisa estaba involucrada en esa estrategia? En primer término porque (sus directivos) ya habían llegado a un acuerdo con Fox y Calderón.
“Recordemos que un mes antes del debate en cuestión ya se había aprobado la llamada Ley Televisa. Esta ley se aprobó el día 31 de marzo de 2006 en el Senado de la República y se publicó por decisión de Fox el 11 de abril;  es decir, en los primeros días de abril se aprueba la ley y se publica.
“Se trata del ordenamiento legal que sirvió de moneda de cambio para que las televisoras monopolizaran todo el espectro de telecomunicaciones en nuestro territorio. A partir de entonces, Joaquín, lo tengo documentado, escribí un libro sobre esto; a partir de entonces prácticamente Televisa se hizo cargo de la estrategia publicitaria del PAN y transmitió sin límites todos los mensajes negativos en contra de nosotros. No estoy levantando ningún falso, estoy diciendo la verdad. Con el emblema de ese partido, del PAN, del Consejo Coordinador Empresarial y de supuestas organizaciones civiles se dedicaron a desinformar, a desorientar, a meterle miedo a la gente.”
Ahora, continuó López Obrador, “Peña no quiere debatir y los medios no lo tocan. Lo protegen, lo patrocinan, como es el caso de Televisa. Sin embargo, a mí me atacaron con saña y no hablo por mí; hablo en función, en razón del daño que le ocasionaron a nuestro país con la imposición. Basta ver cómo está nuestro querido México para saber de qué tamaño fue el daño que le causaron a nuestro pueblo, todo esto por órdenes de los que se oponen a que haya un cambio verdadero en el país y son responsables de la actual tragedia nacional”.
Por ultimo, dijo a López Dóriga que no lo movían los rencores ni los odios, sino los ideales y el compromiso de representar un movimiento de millones de mexicanos que quieren la transformación del país.
“No puedo callar. Busco justicia, no venganza. Si me veo en la necesidad de decir que Televisa patrocina a Peña Nieto es porque es cierto y considero, lo digo también de manera respetuosa, una desproporción, un exceso, una falta de respeto a los mexicanos que se pretenda imponer mediante la mercadotecnia y la publicidad al próximo presidente de México.”
Por teléfono López Obrador ofreció una vez más su mano. Dijo: “He extendido mi mano abierta; he ofrecido que quiero la reconciliación. Voy a seguir actuando de esta manera; voy a seguir luchando por la vía pacífica. Repito: no odio, quiero justicia, no venganza”.
López Dóriga insistió que no era verdad que Televisa fuera partícipe de una trampa, y esgrimió que la mesa de análisis organizada en ese entonces con la participación de Héctor Aguilar Camín, Luis Rubio y Carlos Montemayor no fue para exhibirlo como perdedor.
López Obrador aclaró que no se refería a esa mesa de análisis, sino a toda la estrategia de guerra sucia en su contra en la que participó Televisa. Y de nuevo acusó a la televisora de tener una nueva estrategia: imponer a Peña Nieto como próximo presidente.
“Peña tiene todos los medios a su favor. No lo tocan ni con el pétalo de una rosa, nada más que, con todo respeto, es muy limitado. Están queriendo dar gato por liebre, quieren engañar a la gente, y por eso no quieren que vaya al debate. Son cosas distintas, Joaquín.
“Pero, mira, ya está aclarado este punto y nos estamos viendo. Nos vamos a seguir encontrando y muchas gracias.”
La despedida fue fría. Por la noche, en El Noticiero, López Dóriga no aludió a su intercambio con López Obrador. Su principal noticia fue la de una mujer con un supuesto embarazo de nueve bebés.

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