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lunes, diciembre 05, 2011

Eurozone Catastrophe: How Saving the Euro Could Mean Blood on the Streets

The whole future shape of Europe must be resolved in a week or so. It’s a high-stakes game of poker that the Germans are determined to win--at the expense of misery for many.
ECONOMY

lunes, mayo 10, 2010

Las “calificadoras” y las supercomputadoras provocan “crash bursátil automático”

Un manifestante arroja proyectiles a policías antimotines cerca del Parlamento en Atenas el miércoles 5, en protesta contra las medidas económicas del gobierno griegoFoto Reuters.



Las descalificadas calificadoras de crédito” (ver Bajo la Lupa, 29/4/10) –representadas por la tripleta del oligopolio anglosajón Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch– le asestaron en forma selectiva un golpe demoledor a Grecia y al euro (sin tocar a Estados Unidos ni a Gran Bretaña, técnicamente en peor situación), lo cual aceleró la segunda ola del caos financiero global.

La atribulada canciller alemana Angela Merkel, quien peca de ingenuidad infinita y enfrenta una crucial elección en Rin-Wesfalia Norte, fustigó al “pérfido (sic) mercado” desregulado de los bancos, hedge funds (fondos de cobertura de riesgo), especuladores y calificadoras de crédito (Bloomberg, 6/5/10).

Con la obvia excepción del archipiélago británico, en Europa continental han llovido críticas contra la desnivelada actuación de la tripleta anglosajona de las “calificadoras de crédito”, que gozan de un poder descomunal que urge domesticar.

Michael Mackenzie, de The Financial Times (7/5/10), comenta que el desplome instantáneo el histórico jueves 6 de mayo por la tarde en las bolsas de valores de Estados Unidos por un billón de dólares –equivalente al PIB de México–, y que afectó al mundo entero, es “todavía un misterio (sic)”.

Versiones han ido y venido: desde el “dedo gordo” de un corredor bursátil que tecleó mal su orden de compraventa, pasando por el “efecto griego”, hasta la eventualidad de un “sabotaje” que planteó Obama (Sam Youngman, The Hill, 7/5/10).

¿A qué hacker chino, ruso, norcoreano o iraní, pretenden arrojar la culpa por los desperfectos inherentes al desregulado modelo neoliberal?

A juicio de Michael Mackenzie la abrupta caída que se inició en el “Índice S & P 500” fue exacerbada por las supercomputadoras que “sirven para vincular a los mercados y cuyo pánico se expandió a los mercados de divisas y bonos”.

Contra todas las leyes supuestamente inmutables del “libre (sic) mercado”, los “cuatro grandes lugares” de las cotizaciones de las acciones bursátiles de Estados Unidos –NYSE Euronext, Nasdaq, BATS Trading y Direct Edge– cancelaron sus operaciones durante 20 minutos.

En Estados Unidos también “se caen los sistemas”, como seguido ocurre en forma más primitiva con las elecciones presidenciales en México.

El crack de la bolsa de Nueva York de 1987 había sido adjudicado a “programas” que habían exacerbado las abruptas caídas.

Las cotizaciones en el piso de remates se han transformado sustancialmente al haber sido superadas por los intercambios bursátiles de “alta frecuencia” de las supercomputadoras, que usan algoritmos especializados (“algos”) y que se realizan simultáneamente en otras plazas anexas a las sedes conocidas.

Para los fundamentalistas neoliberales el “comercio algorítmico” (los “algos”) mediante supercomputadoras ha hecho más “eficientes (sic)” y más “líquidos” a los mercados gracias a los avances tecnológicos.

La misma falla de los algoritmos de las supercomputadoras ya había ocurrido hace tres años en la bolsa neoyorquina NYSE con las operaciones de Crédit Suisse.

Tales algoritmos son “programas de software” que “deciden cuándo, cómo y dónde comerciar ciertos instrumentos financieros sin la necesidad de cualquier intervención humana” (“El fantasma en las máquinas”, The Financial Times, 17/2/10).

Hoy los “mercados” prácticamente automatizados son dominados por los “mercaderes de alta frecuencia” (alrededor de 60 por ciento de todas las operaciones), que aprovechan la conjunción de la tecnología y la ultravelocidad que adelanta a los postores, para no decir apostadores, a la compra de gangas en unos cuantos microsegundos. ¡Uf!
En paralelo, existe una tecnología separada que escudriña las noticias para dar a los algoritmos su “direccionalidad” (su sentido).

Jeremy Grant analiza los alcances del “comercio algorítmico” de alta frecuencia que ha trastocado (y trastornado, como sucedió el jueves aciago) los intercambios bursátiles (The Financial Times, 7/5/10): “hoy los mercados bursátiles son manejados aplastantemente por algoritmos matemáticos programados para entrar y salir en los mercados casi a la velocidad de la luz, en búsqueda frenética de gangas que resulten en rápidas ganancias”.

A juicio de Jeremy Grant, el “comercio algorítmico” sirve a “los intereses de los mercaderes cortoplacistas, que usan la más reciente magia computacional”.

Hoy más de la mitad del negocio bursátil en Estados Unidos “involucra el uso de comercio algorítmico” cuando las cotizaciones no se realizan únicamente en las conocidas bolsas de Nueva York y Nasdaq sino “en otras plataformas pletóricas (sic)”, que incluyen “pollas oscuras (sic)” –dark pools– y “sistemas operados por los mercaderes mismos”. Ahora “menos de 35 por ciento de las cotizaciones se realiza en la bolsa de Nueva York” (NYSE, por sus siglas en inglés), cuando “existen sistemas que han conseguido comerciar en solamente 16 microsegundos”.

¿Se trata de bolsas de valores tecnológicas sin humanos, o deshumanizadas?

La impactante realidad es que “la mayoría de las acciones cambian de manos en centros con vastos datos”. Uno de los centros de datos, construido por NYSE Euronext en Basildon (Gran Bretaña) –“propietario” de la bolsa de Nueva York–, mide el equivalente de tres canchas de futbol.

Pese a la azorante “revolución tecnológica”, Jeremy Grant cuestiona “los existentes sistemas de manejo de riesgo para prevenir contra los algoritmos descarrilados”.

Por lo visto, la tarde del jueves tales sistemas operados por máquinas estuvieron a punto de llevar al planeta a una catástrofe bursátil.

Lo cierto es que la tecnología manejada por supercomputadoras ha transformado la forma en que se manejan los “mercados” que se encuentran en manos de las pocas entidades financieras globales, de por sí oligopólicas, que disponen de los nuevos instrumentos de navegación bursátil que han sacado del juego a los “inversionistas ordinarios” (léase: prácticamente todo el mundo, con la excepción de la banca israelí-anglosajona).

Las catástrofes tanto deliberadas como técnicas de la desregulada globalización financiera obligan a repensar el dominio y manejo del dinero mundial, así como el “arbitraje” de sus descalificadas “calificadoras de crédito”, por la plutocracia de la banca israelí-anglosajona que ha llevado su control a niveles intolerables para todos los habitantes del planeta.

Hoy la verdadera liberación del género humano es ante todo financiera.

Un primer paso consiste en que los países afectados –es decir, la aplastante mayoría menos tres, como quedó asentado después de la deliberada balcanización y vulcanización de la eurozona– concreten sistemas propios de emisión de moneda (que incluya su apuntalamiento con materias primas estratégicas) y de manejo de crédito, con autonomía regulatoria nacional (no trasnacional), y se salgan lo más pronto posible –antes que los aniquilen pasivamente– del perverso juego financiero de las plazas bursátiles de Nueva York y Londres (en realidad, de las supercomputadoras y sus “algos” que controla la banca israelí-anglosajona). Este es el mayor desafío que enfrenta hoy la humanidad.

miércoles, abril 08, 2009

El encierro del espacio público

JAVIER SICILIA

El neoliberalismo no gusta de los pobres. Sufre por su existencia y quisiera desaparecerlos incorporándolos al mercado y sus consumos. Sin embargo, lejos de ello, los persigue y miserabiliza día con día. Su afán por enseñarles los goces y las maneras de hacer del desarrollo los ha despojado de su sabiduría ancestral, de sus tierras, de sus lugares, de sus formas de vivir y de fabricar, para lanzarlos a periferias inhóspitas cuyo rostro es el desempleo.Los pobres, sin embargo, aprenden a sobrevivir ahí. Su inventiva es inmensa. Aun en las planchas asfaltadas de las ciudades ocupan los espacios públicos, venden mercancías, fabrican viviendas y diablitos, se levantan en movilizaciones sociales, escapan a la mano de hierro de un mercado que quiere someterlos a una esclavitud modernizada.
Los centros de las ciudades son un hermoso microcosmos de esa creatividad. Ahí confluyen los pobres para vender sus mercancías, levantar un puesto de tacos, traer sus artesanías o, si la ciudad y su conurbación, como en el DF, los ha despojado de la subsistencia de la producción alimentaria, levantan puestos de fayuca, de piratería; en síntesis, reciclan y ofertan lo que el Mercado reglamenta para enriquecer a unos cuantos. Nada, para ellos, es un dique a su sobrevivencia. De ahí que frente a la crisis que el espejismo del desarrollo ha generado, el país siga su marcha. Mientras los ricos tiemblan y las clases medias, que creyeron en el sueño, se empobrecen, los pobres se reinventan para escapar de la miseria.Al Estado no le gusta. Protector del Mercado y ciego a la potencia creativa de los pobres, continúa persiguiéndolos. Si no puede darles lo que les prometió, tampoco quiere que habiten lo que aún les corresponde: los espacios públicos. Semejante a lo que en Inglaterra fue el cercado de los campos, el Estado mexicano intenta someterlos a la reglamentación en la que no podrían sobrevivir y, si escapan a ella, echarlos, arrinconarlos en guetos; borrarlos de la mirada de los otros, de los que están en regla o quieren pasearse por el espacio público sin ser interpelados por su fealdad.Esta realidad se hace día con día más evidente entre los gobiernos administrados por el PAN. En Cuernavaca, traspatio y putero de la burguesía del DF, así como un microcosmos de lo que sucede en el país, la remodelación del centro histórico ha de­sembocado en una persecución de los pobres. El decorado de sus fachadas y el cierre de sus calles para generar un espacio peatonal coinciden con la persecución del llamado ambulantaje y de los indios que llegan ahí a vender sus artesanías. Para los neoliberales del panismo, la reconquista del espacio público, del que han logrado echar a los coches, significa también, curiosa paradoja, la destrucción de la vida pública. Ahí, entre un decorado de fachadas –por dentro muchos de los espacios públicos, como el del Centro Cultural Universitario, donde los hijos de los pobres se forman en artes, están a punto de desmoronarse– y de calles que simulan el pasado, sólo hay lugar para el comercio regulado y los peatones. Los pobres ya no tienen cabida en él. El centro, ese sitio único y abierto, en el que los pobres tejen redes comerciales, ese lugar impregnado de relaciones concretas y vivientes, se está convirtiendo en una zona de turismo controlado. Desde la promulgación del acuerdo número 4498, en el que el Cabildo de Cuernavaca acordó que “se regularía el comercio en el primer cuadro de la ciudad”, el hostigamiento y despojo de las mujeres y niñas indígenas de Morelos, Guerrero y el Estado de México que llegan ahí a vender sus artesanías se ha incrementado de manera atroz. Policías e inspectores de licencias y reglamentos se han dado a la tarea de maltratar física y verbalmente a esas mujeres a quienes les quitan sus mercancías sin darles actas de retención. El propio secretario de Desarrollo del Ayuntamiento declaró públicamente algo que muestra la estrechez de nuestros gobernantes: no se puede permitir el comercio de las mujeres indígenas porque “afean el paisaje”. El mundo con el que sueñan nuestros neoliberales es el de un pueblo Potemkin y no uno real y concreto hecho de pobres creativos y solidarios. A los pobres que no pueden controlar ni mucho menos enchufar al desarrollo, les cierran día con día las salidas. Creen que borrándolos del paisaje, encerrándolos fuera del espacio público, desaparecen. No se dan cuenta de que, al hacerlo, la pobreza que quieren borrar se convierte en miseria, que entre más riqueza quieren ostentar más destruyen las relaciones de mutualidad que son naturales entre los pobres históricos y la base de sus redes de subsistencia.Cuando el Titanic se hundía, el capitán Smith mandó encerrar a los pobres de la tercera clase porque sólo había botes para salvar a mil de los 2 mil 201 pasajeros. Cuando el Carpathia llegó a recoger a los sobrevivientes sólo halló a 705. Si Smith no los hubiera encerrado, quizá con las cuerdas, las latas, los bidones de agua y un sinnúmero de cosas que para los ricos eran sólo objetos inútiles, muchos de esos pobres habrían sobrevivido. El mundo del desarrollo que ha entrado en crisis y que quiere encerrar a los pobres se parece a un enorme Titanic que no aprendió la lección.Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca. l