viernes, abril 13, 2007

Educación Superior, ¿Un Bien Privado y No Público?


Educación Superior, ¿Un Bien Privado y No Público?

Por John Saxe-Fernández

"Son inaceptables los niveles de pobreza en México", afirmó desde la Facultad de Economía (FE) de la UNAM Daniel Boyce, del Banco Mundial (BM) (La Jornada, 31/3/07, p. 22). La admonición refleja un Alzheimer institucional que olvida los traumas gestados por los programas de ajuste estructural y de "modernización económica" del BM en invariable beneficio de intereses oligárquico-imperiales, que están en la base del crecimiento inusitado de la pobreza entre campesinos, obreros y clases medias.

Bajo la presidencia de Paul Wolfowitz, uno de los responsables de la masacre en Irak, colocado ahí por Bush, el BM y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) siguen operando como instrumentos de poder de facto de la Casa Blanca. Para ello se usan empréstitos altamente condicionados que detonan las privatizaciones, fomentan clientelas dentro y fuera del gobierno, y de hecho estimulan la gran corrupción. Joseph Stiglitz, ex jefe de economistas del BM, los califica como crudos medios de "sobornización". Tal es el caso de la privatización agraria salinista, que, como reconocen funcionarios de Estados Unidos, tuvo —y tiene— "efectos catastróficos" sobre la economía familiar de millones de campesinos e indígenas, y gestó la peor crisis desde la Revolución de 1910, que empeorará en 2008, con la apertura total a las importaciones de granos, maíz, frijol, considerada en el TLCAN.

Ni los funcionarios de la FE que le ofrecen a Boyce el foro para dirigirse a la opinión pública (desde la Feria del Desarrollo 2007, Jóvenes por un México sin pobreza, que recibió un donativo de 100 mil dólares del BM y de otros entes como Coca-Cola, para premiar "estudios sobre el combate a la pobreza") y mucho menos los estudiantes, deben olvidar que el BM fomenta mecanismos para "llevar a un punto de venta" los principales activos de la nación; traspasar a empresas domésticas o extranjeras recursos esenciales, la biodiversidad y el agua entre ellos; inducir la desindustrialización y hegemonizar el mismo sistema de educación y de investigación y desarrollo.

Llama la atención el espaldarazo de la FE, sobre todo cuando el BM auspicia la "mercantilización" de la educación superior, a la que concibe como "un bien privado y no público". Su agenda para la docencia y la investigación universitarias se centra en la privatización, la desregulación y la "orientación por el mercado", es decir, en su "alineación de clase" con intereses empresariales, tipo Coca-Cola o Bimbo.

Como el diseño y designio para la UNAM es un despojo en ciernes que incluyó en el pasado cercano el incremento de las colegiaturas y trató de inducir desmembramientos y privatizaciones de funciones varias —espectáculos, servicios médicos, etcétera—, el estudiantado estalló una larga huelga. Ahora, el BM, sabedor de que "para bailar el tango se necesitan dos", trata de incidir en la política universitaria, por ejemplo en la sucesión rectoral, para superar tal resistencia desde "dentro", tejiendo clientelas, o como diría Stiglitz, "sobornizando" a quien se deje.

En la fabricación de influencia dentro de la UNAM el BM es auxiliado por el FMI a través de Hacienda, por medio de recortes a los presupuestos universitarios. Hacienda también "negocia" los préstamos con el BM o el BID —edificios, laboratorios, etcétera— ("contagiando" con la condicionalidad de esos organismos, porciones importantes del presupuesto universitario), de ahí que Carstens sea un peón clave para "inducir" reformas (un eufemismo porque enfrentamos una gran regresión).

Para ello, además, se finiquita la "presupuestación negociada" con la que el gobierno financia a las universidades públicas sobre la base de criterios como la matrícula y la excelencia en investigación, docencia y extensión universitaria, y se privilegia la "presupuestación por rendimiento" en la que, dice el BM, "cualquier financiamiento público que permanezca debe estar atado a la obtención de resultados comprobables, basados en indicadores de resultados determinados por el consumidor". De esta manera "los administradores de las instituciones serán obligados a tomar las decisiones que hasta ahora han estado evadiendo", como "reasignar los recursos en respuesta a las necesidades de los clientes y los consumidores".

Esta es una ofensiva contra la universidad como concepto surgido en Europa y en el mundo, vértice de humanismo e indagación desinteresada, centrada en la libertad de cátedra y de investigación con una tradición de siglos. Es una embestida documentada y sintetizada en el poder de evaluación que le concede el BM a "las fuerzas del mercado".

Así, dicen sus tecnócratas que ahora nos pontifican ya sea sobre pobreza desde la FE, o sobre "transparencia" desde el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, "las instituciones serán obligadas a construir la diferenciación, terminando con la repetición isomórfica de la tradicional universidad clásica basada en la investigación".

Es un "tango" que hace trizas la "autonomía", le arrebata el futuro y el alma a nuestra juventud e hipoteca el futuro nacional.
jsaxef.blogspot.com

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