lunes, mayo 14, 2007

Reserva de Cuatro Ciénegas, tesoro natural

Iván Restrepo

Hace tres meses, el gobierno federal anunció que apoyaría decididamente uno de los tesoros naturales más importantes de México y el mundo: la reserva natural de Cuatro Ciénegas. Además de prometer la veda a la explotación del agua del subsuelo de la región y valles vecinos, el uso racional del líquido en la agricultura y otras actividades económicas, se impulsarían programas de reforestación y turismo responsable, no depredador, en ciertas áreas de la reserva. Para todo esto y mucho más habría recursos fiscales suficientes. Hasta aquí, buenas noticias luego de la depredación causada en esa joya natural por intereses muy influyentes y poderosos, como los de la empresa Lala y la cadena de tiendas Soriana.

Pero llevar adelante esos programas exige profesionalismo y honradez extrema. Requiere conformar grupos de trabajo con las personas más idóneas, tanto en lo científico como en lo técnico, y manejar con transparencia los recursos públicos destinados a una causa tan loable como salvar Cuatro Ciénegas en su dimensión ecológica, natural, y elevar la calidad de vida de las poblaciones que habitan en esa región de Coahuila.

Resalta la necesidad de garantizar la existencia del agua en áreas críticas por su papel como captadoras del líquido. A su vez, la dirección del área natural debe recaer en alguien con los conocimientos necesarios para coordinar los programas destinados a resolver los problemas existentes, gozar de respeto en las instancias oficiales y académicas y lograr que los habitantes de la región hagan suyos los planes de recuperación y conservación del espacio natural, pues es la población local la más interesada y comprometida con el engrandecimiento y conservación de un patrimonio mundial formado durante millones de años. Por eso, no debe ser, por ningún motivo, y como está siendo frecuente, convertirse en un cargo para premiar favores recibidos, darle empleo a un político necesitado de oficina o para satisfacer a grupos políticos que desean medrar a la sombra de Cuatro Ciénegas. Existe allí una historia poco edificante de mal manejo de recursos públicos por parte de funcionarios, así como de desconocimiento de lo que debe ser una área natural protegida.

Además, el programa oficial para Cuatro Ciénegas exige ir más allá de la veda anunciada a fin de proteger integralmente un ecosistema seriamente afectado por la extracción desmedida del agua, que es limitada y a pesar de ello se ha permitido extraerla para sembrar alfalfa destinada a las vacas de La Laguna, favoreciendo al grupo lechero Lala. O para la engorda de becerros que luego son enviados al mercado estadunidense. También, la región debe convertirse en el primer laboratorio y el mejor ejemplo de la participación efectiva de la población local en los programas para el manejo racional del agua y el ecoturismo en el norte del país. Esta última actividad, bien planeada, es fuente de ingresos para las poblaciones y un aliado para la conservación, como demuestra la rica experiencia de Costa Rica. En México, en cambio, el ecoturismo todavía no alcanza su justa dimensión.

En el otro extremo del país, en Cancún, otro ecosistema recibe el peor de los tratos debido a las actividades humanas: la laguna Nichupté, uno de los atractivos naturales de ese centro turístico. Como resultado, desde hace 34 años registra serios desajustes ecológicos por el tránsito de lanchas y barcos que arrojan aceite y aguas negras; las descargas de hoteles y servicios, el relleno de parte de su extensión para un club de golf y un "desarrollo" inmobiliario de cinco estrellas. Nichupté era un inigualable cuerpo de agua regulado por la entrada de corrientes marinas y terminó en basurero.

Hace 20 años, grupos ciudadanos de Cancún, encabezados por María Cristina Castro, iniciaron una lucha para frenar los daños en la laguna y, en lo posible, restaurarla. Esto dio por fruto que en 1994 se aprobara su ordenamiento ecológico. El presidente Zedillo prometió, además, que al finalizar su sexenio entregaría Nichupté con agua cristalina. Van y vienen estudios, planes de recuperación, programas, apoyos, funcionarios y el deterioro sigue. Las autoridades actuales aseguran que ahora sí recuperarán Nichupté.

Al ser humano se le puede ultrajar repetidas veces sin que su protesta tenga mayores consecuencias más allá de su propio sufrimiento, puede incluso perdonar, pero con la naturaleza no ocurre lo mismo, cuando se cansa y dice hasta aquí, no hay perdón que valga.

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