Enrique Dussel A.* /I
Han aparecido en La Jornada artículos de J. A. Ortiz Pinchetti (3 de junio, 2007, p. 18. col. 4) y de Arnaldo Córdova (17 de junio, 2007, p. 19: "De la ética y la política"). Es la primera vez que entraré en una conversación de este tipo, pero debo hacerlo por ciertos juicios vertidos por Arnaldo, amigo (lo encuentro y nos saludamos frecuentemente en la Facultad de Filosofía) y muy respetado intelectual (¿quién no ha leído La ideología de la Revolución Mexicana?), juicios que me llevan a escribir estas cortas líneas que, estoy seguro, acrecentarán nuestra amistad.
En sustancia, Arnaldo contra Ortiz Pinchetti, escribe: "estoy convencido de que la ética no va con la política: es otra esfera de la vida de los hombres [...] Si metemos a la ética con la política vamos a acabar corrompiéndola y adulterándola [a la ética]. Y a la política la vamos a acabar pervirtiendo hasta hacerla totalmente infuncional". Desde ya no entiendo cómo puede "pervertirse" a la política si es que desde el inicio la definió como "una cloaca pestilente y nauseabunda" (es decir: ¿cómo puede pervertirse lo ya pervertido?). Además, si la política no tuviera cierta normatividad (reglas que obligan éticamente) dejaría de existir como tal: todos harían lo que les plazca, se instauraría el caos y la sobrevivencia de ese grupo sería imposible. Ese enunciado es contradictorio, irracional. ¿Sería posible una política en la que todos mintieran, robaran, mataran...? Hegel decía que la limosna no se podía universalizarla, porque pidiendo todos limosna, y no trabajando ninguno, no habría quien pudiera dar limosna y no habría nada que dar (porque antes habría que haberlo producido con el trabajo cotidiano éticamente disciplinado). Un sistema político donde todos son siempre inmorales es imposible. Si no es posible: ¿cuáles son las condiciones éticas mínimas para que sea posible? Aquí Arnaldo estaría ya en problemas.
Hay, entonces, que comprender primero que la "ética" de ninguna manera se corrompe "metiéndose" en política, porque si se corrompiera al "meterse" en cada campo práctico (la política, la economía, la pedagogía, la familia, etcétera) no serviría para nada. Su función, exactamente, es ser subsumida en cada campo práctico para instaurar dentro de ellos un régimen normativo que los haga posibles, y no contradictorios. También la economía sin ética se hace imposible. Sobre la imposibilidad del capitalismo, por estar fundado sobre la injusticia (un acto éticamente perverso) del no-pago (robo) del plusvalor, Marx desarrolló su crítica al capitalismo. Lo que demostró paciente y científicamente es que en el largo plazo el capitalismo caería en una crisis final, por contradicción. Por ahora, vemos los efectos negativos creciendo exponencialmente: destrucción ecológica, pobreza de la mayoría de la humanidad, etcétera. Los efectos del no cumplimiento de los principios normativos (que son los principios éticos subsumidos en cada campo como principios normativos de la política, de la economía, de la pedagogía, etcétera) es la destrucción de los individuos y la sociedad, que terminan por corromperse.
No es que Salinas de Gortari pague singular e inmediatamente sus actos perversos. Se trata de algo más profundo. Son las comunidades las que se corrompen, y con ellas los individuos en el largo y mediano plazos, algunas de manera singular y en el corto plazo, pero estos últimos pueden ser las excepciones de la regla.
Estando en Oslo, en casa de uno de los miembros del Tribunal del Premio Nobel de la Paz, me indicaba que Noruega no necesitaba el petróleo del Mar del Norte. Era un país sin deudas, de alto desarrollo, sencillo, de elevadísimos impuestos pagados por los ricos religiosamente, de un régimen de propiedad privada pero de uso social, primer lugar en el desarrollo mundial en la tabla del PNUD de las Naciones Unidas. Hay tanta seguridad que las casas no tienen rejas; los vidrios de las ventanas son su protección... contra el frío. Es un pueblo con una convicción subjetiva ética que rige como normatividad política. El efecto positivo: su enorme desarrollo.
En cambio, entre nosotros las elites del poder, desde la conquista de Cortés, por la "colonialidad del poder", aprendieron a clasificar a los seres humanos por su "blancura": los criollos arriba, los mestizos después, y al final los indios y los esclavos. Una sociedad desigual, sin justicia y sin ley que se deja ver en la expresión cínica: "¡Hecha la ley, hecha la trampa!" Nadie tiene convicciones éticas. Cada uno se vende al mejor postor (las elites a las metrópolis de turno). Una sociedad así es extremadamente vulnerable, débil, fácilmente dominable. Los de "afuera" pueden comprar a cualquier político, unos más caros, otros menos, pero todos tiene su precio. Si los principios éticos no son subsumidos en la política constituyéndose en principios normativos esa sociedad no tiene futuro. Hoy "abriremos" Pemex a los que roben los recursos naturales del pueblo, y mañana, cuando la pobreza crezca, los que nos arrebataron esos recursos dirán (bajo la responsabilidad de Reyes Heroles hijo): "¡Ustedes, por pendejos, no supieron defender sus recursos; no los íbamos a defender nosotros!" Y los ricos acumularán temporariamente más riqueza en un país de pobres, del que terminarán por emigrar ante la creciente inseguridad. Esto acontece cuando la política ha olvidado los principios éticos.
* Filósofo
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