lunes, julio 30, 2007

De inversionistas a propietarios

Iván Restrepo

El empresario y senador por Baja California, en ese estricto orden, Luis Alberto Coppola, es ya conocido por los lectores de La Jornada. Aquí informamos de sus gestiones para invalidar la Norma Oficial 029, que busca proteger de la depredación a tiburones, rayas y otras especies marinas en peligro de extinción.

Ahora el también protector de sus antiguos empleados, vía cargos en el sector ambiental federal, sorprende con su más reciente iniciativa: eliminar las restricciones fijadas en el artículo 27 constitucional para que los extranjeros puedan ser propietarios directos de tierras o aguas en la franja de 50 kilómetros a lo largo de las costas nacionales. Hoy pueden serlo de manera indirecta mediante fideicomisos.

Coppola alega que esas restricciones ya no tienen motivo de ser, pues el país no tiene amenaza de invasión, como en el pasado; que esa limitación constitucional lo único que hace es engrosar la tramitología y hacer onerosa e incierta la inversión extranjera en los litorales del país.

Que sepamos, los inversionistas tienen campo fértil para fincar sus negocios en esa parte de nuestro territorio. Tan es así que grandes corporaciones y decenas de miles de ciudadanos extranjeros han sentado allí sus reales y construido lo mismo hoteles que casas, algunas de gran lujo, y lo han hecho en los sitios más bellos, gracias a las facilidades y la protección oficial. En ocasiones han causado daño a ecosistemas invaluables, como los humedales, y a los sitios de desove de tortugas. Pero, en cambio, siguen sin cumplir las incontables promesas gubernamentales de poner orden en la zona marítima federal terrestre, esa franja de apenas 20 metros de ancho, medida a partir de donde rompen las olas. La inmensa mayoría de los negocios y construcciones de todo tipo que allí existen son irregulares: incumplen la ley vigente sobre la materia.

Pero son días de magia, como las explicaciones oficiales sobre el ahorrativo y gastalón señor Ye Gon. Otro acto de ilusionismo acaba de ocurrir en Veracruz, convertido en "entidad pionera" en tomar medidas para enfrentar el cambo climático. El reconocimiento corrió a cargo de los titulares de Energía y del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Tan envidiable logro ha sido posible "gracias a la visión del gobernador Fidel Herrera". Desconocemos las acciones para merecer tal distinción, pero se conocen bien los graves problemas ambientales que existen en ese estado.

Lectores del sur de Veracruz exigen que el licenciado Herrera cumpla su promesa de evitar que el río Coatzacoalcos, sus afluentes y la franja litoral sigan como destino final de las aguas negras de las ciudades ribereñas y de buena parte de la industria petrolera y petroquímica. Hoy apenas una cuarta parte de esas aguas recibe algún tratamiento. No en vano el Coatzacoalcos es uno de los ríos más contaminados del continente.

Por promesas no paramos: en los más recientes años, y como parte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el gobierno federal presume de contar con un registro cada vez más exacto del origen y destino de las sustancias tóxicas y peligrosas generadas por la industria. Sin embargo, cada día se informa del hallazgo de sustancias en donde no deberían estar, así como de la falta de sitios adecuados para confinarlas. El más reciente descubrimiento ocurrió el jueves pasado a 70 kilómetros de donde despachan las autoridades ambientales. Casi 100 contenedores y garrafones con sustancias tóxicas fueron abandonadas en los límites de los municipios de San Salvador Atenco y Tezoyuca. Entre las sustancias encontradas figuran: formol, alcohol butílico y óxidos de potasio y aluminio. Es el segundo hallazgo en menos de tres meses. La autoridad ya investiga con la seriedad de costumbre.

Y de última hora: cuando los lazos entre el gobierno del licenciado Calderón (y su partido) se hacen más firmes con la ultraderecha española, hay que estar alerta para que Los Pinos no pase a manos extranjeras: el ex presidente Aznar trabaja de promotor del millonario estadunidense Joseph Roberts, un negociante inmobiliario. Ya lo presentó al presidente de Argentina. Se rumora que intenta comprar la Casa Rosada.

¡Aguas! No sea que también le vayan a vender Palacio Nacional.

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