domingo, agosto 12, 2007

Carta desde el México profundo

José Agustín Ortiz Pinchetti

Amigo lector: regreso de la primera gira para estimular la credencialización del movimiento de AMLO en la sierra norte de Puebla. Después de tantas frustraciones, traiciones y calumnias, esta experiencia me ha resultado vivificante y quiero compartirla contigo.

Hemos visitado nueve poblaciones (entre otras Zacatlán, Huauchinango, Xicotepec, Pauatlán, Ahuacatlán, etcétera) en las crestas de la Sierra Madre Oriental. Por siglos ha subsistido ahí una cultura política tradicionalista y autoritaria y una economía primitiva. La región entera fue por décadas cantera de votos priístas. Comarcas de belleza indescriptible. En las escarpas de las montañas se monta un semillero de ciudades pequeñas, pueblos y rancherías. Hay una autopista que recorre la espina dorsal de la región y carreteras interiores muy dañadas.

La nuestra coincide con las giras de los colaboradores de AMLO a distintas regiones del país. Empezamos a organizar las masas de ciudadanos obradoristas que, según nuestros registros, rebasan el millón 200 mil. La experiencia ha sido estimulante por la respuesta que estamos obteniendo. En casi todas las ciudades y pueblos de la zona, Andrés Manuel barrió en las elecciones presidenciales. Y ahora en cada población que visitamos hay gente dispuesta a organizarse en comités de apoyo para acelerar la credencialización.

Nos asombra el entusiasmo intacto de esta gente, a pesar de la falta de información y a la campaña negra. También la enorme variedad de pueblos y etnias, y la cordialidad y hospitalidad de la gente. Este es el México profundo.

Lo que me dicen mis compañeros que han ido a otras regiones es lo mismo: indicios de un cambio dramático en la forma en que los mexicanos se enfrentan al poder. Hace 20 años parecía imposible la modernización democrática. En la sierra hemos formado en unas cuantas horas 29 comités municipales. Ha aumentado en centenares el número de credencializaciones. Creen en Andrés Manuel. Lo perciben como un líder congruente, limpio y eficaz. En alguna forma encarna una esperanza de mejoría. No hay ningún indicio de una voluntad violenta o devoción mesiánica. La gente no pide ni candidaturas ni despensas. Ofrecemos y aceptan trabajo duro y dignidad para quienes quieran acompañarnos. Surgen entre ellos muchas personalidades que serán líderes en el futuro.

Cuando regreso a la capital y escribo esta nota, no puedo dejar de sentir el contraste. En los círculos de la academia y la política donde nos movemos, la atmósfera es densa y pesimista, que brota de las especulaciones de los periódicos. Allá en la sierra parece surgir una voluntad de cambio madura, consciente, conmovedora. Algunos me han preguntado si yo creo que el PRD y los demás partidos pueden ver nuestro trabajo como amenaza para ellos. No lo creo. Creo en la confluencia de este enorme movimiento que empieza a levantarse con las estructuras de los partidos. Esperamos que opere la vieja sabiduría que nos enseña que en política hay que sumar y multiplicar y jamás restar ni dividir.

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