viernes, octubre 19, 2007

Dueños de Aeroméxico, ligados a Fobaproa y evasión fiscal

Carlos Fernández-Vega

Beneficiados por reprivatización salinista, rescate zedillista y extranjerización foxista

Senadores y diputados investigarán el proceso de venta de Aeroméxico para determinar si se hizo en forma transparente, en especial en torno a la participación de Banamex, que fue rescatado por el erario y se supone que no reunía los requisitos para participar en la compra venta Foto: Carlos Ramos Mamahua

Una vez más Aeroméxico regresa al sagrado rebaño de la iniciativa privada. Queda en manos extranjeras (Citigroup disfrazado de Banamex) y las de un pragmático grupo de empresarios ligados a: 1. la reprivatización bancaria (la mayoría a la del propio Banamex) y telefónica en tiempos salinistas; 2. los “rescates” y “salvamentos” zedillistas; 3. el “cambio” foxista, con su “democracia de, para y por los empresarios”, el “sepelio” del Fobaproa y la evasión fiscal vía Bolsa Mexicana de Valores, y 4. la “continuidad “calderonista (apoyos financieros electorales incluidos, tanto para el michoacano como para los tres anteriores, junto a la repetición del numerito de evadir al fisco vía mercado bursátil).

Como siempre, el único perdedor ha sido el erario, y tanta confianza ha generado la “desincorporación” (léase reprivatización) de Aeroméxico, que ya diputados y senadores anuncian que investigarán el proceso de venta de la aerolínea “para determinar si se llevó de forma transparente y conforme a derecho”, especialmente en torno a la participación de Banamex, un banco “rescatado” por el erario que, se supone, no reunía los requisitos legales para participar en la mencionada compra-venta, ya no se diga quedarse con ella.

Si los tiradores originales, Alberto y Moisés Saba, se sienten “frustrados” por no haberse quedado con Aeroméxico, cómo se sentirán los mexicanos al conocer que el grueso de los nuevos dueños de la principal aerolínea “nacional”, comenzando por Banamex, tiene el indeleble sello Fobaproa en la frente y en sus chequeras. Los mexicanos pagaron, pagan y seguirán pagando el festín reprivatizador, mientras la elite “rescatada”, impunidad obliga, no deja de hacer jugosos negocios a costillas del erario.

Jubilosa está la famiglia financiera del sector público, porque, dice, “se logró un elevado precio de venta”. Sin embargo, la oferta de Citigroup-Banamex y su grupo de “hombres de negocios” resulta cuando menos 100 millones de dólares inferior al valor en libros que, de acuerdo con las cifras del Consorcio Aeroméxico, registró la empresa al momento de la primera oferta (la de los Saba), sin considerar los miles de millones de recursos públicos involucrados en el “salvamento” y supervivencia de la aerolínea.

El 26 de agosto de 1991 Roberto Hernández, y Alfredo Harp Helú (hoy dedicados a la filantropía, según dicen), cabezas visibles del grupo de inversionistas agrupados en Accival, fueron reconocidos por el Comité de Desincorporación Bancaria como los ganadores en la supuesta puja por Banamex. Más allá de la filantrópica pareja, en ese grupo de inversionistas aparecían, entre otros, Valentín Díez Morodo, María Asunción Aramburuzavala, Antonio Cosío Ariño, Enrique Bremond Pellat y Agustín Franco Macías.

Casi una década después de aquel reconocimiento, y después del cuestionado “rescate” del Fobaproa, la filantrópica pareja anunció, en mayo de 2001, la venta de Banamex al Citigroup: 12 mil 500 millones de dólares (mitad en efectivo, mitad en acciones del propio corporativo estadunidense), de los que el erario no vio un solo centavo, porque la operación de compra-venta se concretó, libre de impuestos, en la Bolsa Mexicana de Valores. Ya en manos de las trasnacional financiera, el siempre generoso gobierno foxista le liquidó el pagaré Fobaproa.

Entre los accionistas que se beneficiaron triplemente (reprivatización salinista, “rescate” zedillista y extranjerización foxista, libre de impuestos) aparecen Valentín Díez Morodo, María Asunción Aramburuzavala, Antonio Cosío Ariño, Enrique Bremond Pellat y Agustín Franco Macías.

Seis años después del llamado “negocio del siglo” (la referida operación de compra-venta) esos mismos personajes, asociados con Citigroup disfrazado de Banamex, intentaron y lograron un cuarto beneficio al hilo: se quedaron con Aeroméxico, en una operación de compra-venta en la que es de suponer nadie pagará un solo centavo de impuestos.

Ellos forman parte de lo que en este espacio señalamos como el grupo de “hombres de negocios” que, sin experiencia en el manejo de líneas aéreas, se quedaron con Aeroméxico, es decir usureros, cerveceros, lecheros, tequileros, toalleros, dueños de supermercados y tiendas departamentales, gaseros, acereros, cableros, vendedores de automóviles, telefonistas, ganaderos, vendedores de inmuebles y un mapache electoral con careta de ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

Junto a ellos, otros beneficiarios de la cadena reprivatización-“rescate”-extranjerización (todo libre de impuestos). Por ejemplo, el tequilero Juan Francisco Beckman Vidal fue accionista de Comermex, que terminó en manos canadienses, y la familia Canales Clariond, que obtuvo un buen filón con Banca Confía y el Grupo Abaco, que engrosó el inventario del Citigroup, amén de los que, junto con Carlos Slim, se quedaron con Teléfonos de México, como el caso de Franco Macías, Cosío Panda, Francisco Medina Chávez, Ricardo Martín Bringas y Eduardo Tricio Haro.

El único que aparentemente no tiene mayor cosa es José Luis Barraza, el chihuahuense que aparece como “cabeza” del grupo ahora propietario de Aeroméxico, el mismo que en los tiempos electorales de 2006 decía ser presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

Demasiadas coincidencias para ser casualidades.

Las rebanadas del pastel

Foxiana: en campaña Calderón prometió un millón de empleos anuales; ya sentado en Los Pinos dijo que en realidad serían 600 mil, y ahora asegura que “ya superamos la meta de empleo para 2007”… De la lectoría, para las trasnacionales automotrices “comprometidas” con la seguridad presidencial: “leí que van a devolver los vehículos que usa el ex presidente; yo solicitaría a la General Motors que nos de una de las Hummer en comodato, para que se use como ambulancia, para nuestros enfermos mentales, que muchas veces los tienen que traer en patrullas y con policías. Sería para un fin noble” (Xochitl Alvarez, xochitl_al@yahoo.com.mx)

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