lunes, noviembre 05, 2007

Un Aló Presidente sin retorno

J. Kalvellido y Michel Balivo

(Las profundas raíces del árbol de la vida)

Aló Presidente dominical se inicia ante el impresionante monumento del Ché en Santa Clara, Cuba, donde comandó una de las batallas que fueron definitorias en la toma del poder por la revolución, donde yace su mausoleo y museo. Comienza con un homenaje recordatorio floral y verbal, donde escuchamos en labios de Hugo Chávez la declaración de que el Ché y Fidel son nuestros padres ideológicos y ejemplos revolucionarios.
De allí en adelante empiezo a vivir entre dos mundos. Porque cuando tras el recorrido por las instalaciones interpretan la canción del Ché al son caribeño y presentan su familia, yo que he nacido en el templado sur y vivido en el tropical Caribe, puedo reconocer que le hemos quitado la carne, sangre y huesos a su vida humana, del mismo modo que hicimos con Jesús el Nazareno, para convertirlo en un abstracto icono o simbolismo.
Escucho entonces al presidente Chávez diciendo que la mayoría ignora que tanto venezolanos como cubanos lucharon por la independencia de EEUU, e inclusive atacaron otros asentamientos ingleses para que no pudieran desde fuera apoyar sus tropas. Así como hoy gracias a la heroica resistencia de Irak nosotros sufrimos menos presiones bélicas directas.
Del mismo modo la gran mayoría ignoramos que tanto los imperios europeos como su sustituto usamericano, edificaron gran parte de su actual nivel y modelo de vida expoliando por 500 años las riquezas minerales de la América del sur y central. Porque eso tampoco figura en los anales de nuestra historia, entre los motivos de nuestro subdesarrollo.
En todo caso para quien desee informarse, es suficiente leer los hechos de lo acontecido y en pleno acontecimiento en todas y cualquiera latitudes del mundo en las últimas décadas. Cuando cualquier gobierno “tercer mundista” con pretensiones de nacionalizar sus bienes y servicios, accedió de uno u otro modo al poder. Tampoco será difícil constatar que en toda oportunidad de agresiones contra nuestro continente, EEUU estuvo pasiva o activamente de parte del invasor.
Aún así habemos aún muchos, por no decir mayoría, que compartimos y compramos “el sueño americano”, de escalar la pirámide social para hacernos merecedores del premio que otorgan a los vencedores.
Sin importar que al mirar atrás los cadáveres señalen el camino recorrido para llegar a tal trofeo, camino en el que sacrificamos y renunciamos a nuestra humanidad. Camino en el cual de todos modos no llegaremos a ninguna parte, pues se han asegurado de que así sea, de mantenernos a como de lugar en el mundo de sueños y mistificaciones.
No es extraño entonces que en estas circunstancias límites, donde la gran mayoría de la humanidad experimenta carencias de todo tipo, ante la amenaza de un nuevo despertar libertario, haya que satanizar a los precursores que señalaron un camino diferente, y en lugar de comprar el sueño americano lucharon como mejor pudieron por esa humanidad sufriente.
Y si somos coherentes, tampoco ha de resultar extraño en consecuencia que el presidente Hugo Chávez realice desde Cuba su homenaje recordatorio, y que hoy su vida, sus ideas, su ejemplo renazca en millones de conciencias. Porque las circunstancias que lo motivaron y a las cuales intentó dar respuesta hace ya varias décadas, lejos de resolverse se han agravado.
¿Cómo podrían resolverse si hablamos de humana intencionalidad e historia, y ni siquiera somos concientes de las circunstancias que nos tienen en esta situación sufriente, que de no hacer nada al respecto amenaza terminar con nuestra especie y su hábitat?
De hecho entre los gritos de “Cuba si yankis no”, provenientes de las conexiones satelitales con Venezuela, donde se realizaban debates con trabajadores, estudiantes y amas de casa, sobre las implicaciones de la reforma constitucional para el futuro del proceso revolucionario, me sentí como en la atmósfera de cuando estudiaba.
Mientras tanto el programa discurría entre escenas revolucionarias de décadas anteriores donde los centros de estudio, junto con las gremiales obreras y los partidos políticos de izquierda, eran justamente el semillero y la fuente de toda idea y acción contestataria al sistema opresivo.
Tampoco resulta extraña entonces esa creciente fiebre de degradar la enseñanza pública y promover la privada, al mismo tiempo que se formaban opiniones y personalidades apropiándose de los medios masivos de comunicación. El escenario se completaba “flexibilizando las leyes laborales” e infiltrando las ideologías progresistas por diversos medios.
De ese modo lograron la impresión de que el motor histórico se había detenido al paralizarnos en la duda, la decepción y el escepticismo. Les confieso que sentí una extraña sensación presenciando todo el programa, que no era sino una proclama revolucionaria abierta de libertad de elección para hacernos dueños de nuestros destinos.
Para salvar a la humanidad de los derroteros de barbarie, caos y extinción hacia los cuales el viejo tropismo la conduce. No dudaría mucho en llamar a esa extrañeza, una sombra del temor oculto a la violenta y sangrienta represión que hemos sufrido o presenciado en todas estas décadas, con la inútil pretensión de borrar nuestros impulsos libertarios o al menos hacernos sentir lo caro que resultaría el precio por conseguir realizarlos en los hechos.
Pero todas esas evaluaciones son subjetivas, no hay prueba más evidente de ello que al conducirnos a circunstancias intolerables, resurge con inaudita fuerza de los corazones el grito de “libertad o muerte” atragantado en las gargantas a fuerza de temor a esa misma muerte. Llega el momento en que traicionar nuestra humanidad ocasiona más intenso temor y dolor aún que morir.
El presidente Chávez está diciendo ahora que hace centurias y décadas que los pueblos de Cuba y Venezuela intentan en su historia reunirse y complementarse como hermanos. Que hoy finalmente ha llegado el día, lo estamos realizando, estamos venciendo y nada ni nadie lo impedirá. Por eso las ideas-fuerza que en tantas oportunidades nos movilizaron y guiaron, así como los personajes que las encarnaron en el tiempo, renacen hoy para ya nunca más morir.
Venezuela está construyendo en Cienfuegos junto con Cuba una refinería, que también incluye una planta regasificadora y una petroquímica. Todas esas instalaciones serán alimentadas con el petróleo que se encuentre en Cuba, o en su defecto cuentan con el venezolano. Eso no solo desarrollará a Cuba rompiendo el bloqueo usamericano de ya casi cincuenta años, sino que la convertirá en base del desarrollo para todo el deprimido Caribe.
Todo esto corresponde a la Alternativa Bolivariana para los pueblos, al Alba, junto con el Banco del Sur, Telesur, el satélite y el cable bajo el mar que proveerán comunicaciones soberanas además de económicas a nuestras naciones. Y hablando de comunicaciones interviene telefónicamente el comandante Castro, para decir que tanto el presidente Chávez como el Ché son “sembradores de conciencia”, que las ideas se transmiten a la velocidad de la luz.
Yo creo entender entonces que los verdaderos revolucionarios no somos los que luchamos por llenar el estómago y dar comodidades al cuerpito, sino los que sostenemos una lucha íntima porque sean nuestras ideas más elevadas, generosas, las que den dirección a los actos de nuestro cuerpo en el mundo.
Porque los primeros somos fácilmente chantajeables y reducibles por el temor a la represión y el dolor, a perder los exiguos privilegios conseguidos, ya que defendemos solo nuestros propios intereses personales y familiares en el mejor de los casos.
Mientras que los segundos luchan por abrir caminos de acción entre sus hábitos y creencias heredadas a sus ideas generosas y solidarias, es decir, humanas, revolucionarias. Luchan por sentir, pensar y actuar con libertad, transformando las circunstancias opresivas, aumentando y haciendo avanzar la libertad de elección para sus congéneres con su propio ejemplo de vida.
Casi me parece entender por qué desde hace miles de años hasta ahora, el fuego revolucionario ha debido vivir en la oscura y exuberante protección de las selvas, alejado de las ciudades. Pues la poca luz que posibilitan sus hábitos y creencias heredadas, no ofrece el hábitat apropiado para la intensidad y movilidad de las ideas elevadas, que brotan del corazón.
Por eso a modo de guerra de guerrillas, cual pinche tirano, ha debido ir inyectando pequeñas dosis de fuego, de ideas-fuerza superadoras de lo establecido, de sensibilidad solidaria y generosa que dinamice el anquilosamiento de ideas, hábitos, creencias, tropismos o modelos sociales ya agotados y en momento de superación, despertando a la conciencia colectiva de su sueño del tiempo.
No fue diferente hace miles de años en la India, cuando los Rishis o sabios de esos pueblos, luego de haber cumplido con sus deberes mundanos, a cierta edad preestablecida se retiraban a bosques y selvas a meditar. Volviendo solo en casos en que su intervención se hacía necesaria. Es decir a sembrar conciencia e ideas-fuerza en los grandes ciclos de cambio de modelo social, de revolución de la conciencia. A recordar a la sociedad el propósito de la vida
Hoy, contemplando Aló Presidente, pareciera que el fuego de la conciencia ha abandonado definitivamente la oscuridad protectora de las selvas, porque paradójicamente en la locura consumista de las ciudades, hasta las selvas corren peligro de extinción. Al no quedar lugar ya sobre el cual proyectar ese fuego revolucionador de la tierra de hábitos y creencias, no nos queda más remedio que reencontrarlo en el corazón de nuestros cuerpos y conciencias.
Por tanto no quedando ya espacios ni tiempos para evasiones, no nos resta sino salir de las sombras y enfrentando ocultos temores, declarar públicamente nuestra inamovible decisión de liberarnos de todo modelo, hábito y creencia opresora. Inútil sería mantenerlo en la sombra cuando con nuestros hechos desafiamos las indeclinables e infalibles decisiones imperialistas.
Declarada y sin posible marcha atrás ya, queda pues a los cuatro vientos en programa de masiva audiencia y rating, nuestra decisión de unidad, de libertad o muerte. Ahora es el momento para no olvidar que toda intención conciente actualiza en la misma pero opuesta intensidad las resistencias, las zonas oscuras en que nuestra conciencia aún no ha penetrado.
Mientras los ecos del programa televisivo se apagan entre sones tropicales, me sorprendo pensando que hoy podemos contemplar la imagen del Che, pero sobre todo su ejemplo coherente con su pensamiento, palabra y escritos, renacer multiplicándose en las conciencias. Podemos observar su misma entereza en los cinco cubanos presos por defender, por no aceptar vender aún al precio de sus vidas, la dignidad de su pueblo y país.
Podemos presenciar como los casi cincuenta años de resistencia heroica de Cuba renacen contagiándose en la revolución bolivariana, como la Misión Milagro se expande por el continente, devolviendo inclusive la vista gratuitamente al asesino del Ché.
En Venezuela se inicia ya el quinto año de crecimiento consecutivo presentando el primer Plan Socialista Bolivariano de la Nación. El 46% es inversión social, 21% del presupuesto va a la educación, solo en las misiones se invierte 60% más que en el presupuesto anterior. Todo ello proviene de la misma semilla, raíz, del mismo tronco, son los generosos frutos del mismo frondoso árbol.
Pero también en ese plan se previene el desmoronamiento de la economía global, para que no afecte o lo haga lo menos posible, la nueva dirección que finalmente fructifica, desencadenando a los mártires libertarios, revolucionarios, del limbo de la impotencia, de la postergación de lo que pudo ser y no fue, para traerlos a la tierra del esfuerzo posible, de la transformación de la realidad que ellos ejemplificaron, al alcance de todo ser humano.
Porque también crece simultáneamente la cizaña, la mala hierba que desde el principio de los tiempos acompaña la buena semilla, y que nuestra conciencia ha de aprender a discernir y diferenciar para hacer correcto uso de la libertad de elección que va ganando. ¿Qué es la mala hierba? Simplemente lo que se va en vicio sin dar fruto, la vegetación parásita.
La mentira, la calumnia, la mistificación y tergiversación de los hechos, la incoherencia abismal entre pensamientos, hechos y palabras, la vanalización del poder de los hechos humanos para transformar las limitaciones naturales y heredadas, que nos sume en la impotencia. La capacidad que hemos especializado y desarrollado de utilizar esa mala hierba que crece en toda conciencia junto con el trigo, cuyo paraíso y centro de radiación hoy parece ser EEUU, particularmente Miami.
Allí podemos apreciar sin disfraces la fuente de la estrategia que se aplica generosa e indiscriminadamente en el mundo culpando simultáneamente a los demás de lo que ellos hacen. ¿Quién puede conocer mejor esos métodos que los artífices y maestros en su uso?
Del mismo modo que hoy resuenan magnética y simpáticamente las emociones de solidaridad generosa por el mundo, y aflora la atmósfera de las gestas y héroes libertadores que hace doscientos años habitaba nuestra geografía, se estimulan y exacerban con las herramientas de los medios de comunicación masiva, las emociones histéricas de la población, en una gama de matices que van de lo trágico a lo grotesco y ridículo.
Es de ese modo como hasta ahora hemos hecho erróneo uso de nuestra esforzadamente ganada libertad de elección, volviendo estériles los esfuerzos por liberar y dar dirección a las fuerzas, al poder de hechos necesario para transformar las limitantes herencias del pasado.
Creo que no hay mejor escenario presente que la revolución bolivariana, para caer en cuenta como a cada paso de profundización de su dirección, van quedando en evidencia a la vista de todos, los viejos privilegios y caciquismos incapaces de renunciar a sus intereses y visión personal del mundo, para sumarse a la creciente correntada.
En esto no hay diferencias entre los representantes de izquierdas y derechas, ni entre los del cielo y la tierra. Todos ellos mantienen una postura supremática, jerárquica, aristocrática, miran al pueblo por encima del hombro y solo desde el interés de usarlo para sus fines, por lo cual nunca podrán comprender lo que significa igualdad y justicia en libertad, en hermandad.
Hoy que los sueños, ideologías y discursos de una centuria completa comienzan a concretarse en hechos, solos y desnudos en su viejo tropismo van quedando a la vera del camino, mientras se produce el éxodo colectivo hacia una nueva sensibilidad, que no es sino la que desde el silencio contagia las voces y enriquece los verbos; “Unidad”.
Valga para todos ellos una de las últimas escenas de Jesús que todo revolucionario de corazón siente y comprende intuitivamente, cuando presintiendo su muerte cercana lava los pies de sus discípulos amados, diciéndoles sin palabras, con su ejemplo, que la única grandeza está en el servicio.
Llegados pues parecen los tiempos en que del cielo, de las semillas del corazón y sus hijos los sueños, las esperanzas, las ideologías, podremos pasar finalmente a la tierra de los hechos generosos y solidarios que transfigurarán la faz del ser humano y su hábitat. Arrancando de raíz todo aquello que no dando fruto, solo genera inútil disipación y sufrimiento a la vida.

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