jueves, diciembre 27, 2007

Las abejas, entre el perdón y la justicia


“El camino a la paz tiene que pasar por la justicia, por lo tanto no debemos ceder en ese tenor, usemos todos los medios, incluso la presión mediática”, dijo el viernes anterior el controvertido obispo emérito de San Cristóbal Samuel Ruiz García. Sin embargo, al día siguiente su sucesor, el obispo Felipe Arizmendi, matizó el exhorto: “Perdonemos, no miremos atrás y vayamos hacia delante”. En medio de esas posturas, indígenas tzotziles, del grupo civil Las Abejas, recordaron el sábado anterior 22 la matanza de 45 de sus compañeros a manos de un grupo paramilitar que los sorprendió mientras rezaban en la ermita de madera y techo de lámina envejecida.La tarde del viernes Ruiz García y quien fuera su coadjutor, ahora obispo de Saltillo, Raúl Vera López, dieron una conferencia de prensa en la que instaron a Las Abejas a no dejar de buscar la verdad, no dejar de demandar justicia por sus muertos.“No tenemos que esperar únicamente que jurídicamente haya una decisión, hay que ejercer adecuadamente una presión mediática para que se den pasos adelante en esta situación”, propuso tatic Samuel.Había llegado a Acteal ese día muy temprano. En una silla de plástico, tatic Samuel –como lo identifican en las comunidades-- bajó cargado por varios hombres para evitar se fatigara ante los inclinados escalones de concreto que hay entre la orilla de la carretera y el auditorio que se erigió sobre la bóveda donde se encuentran enterrados las víctimas de la matanza.A tatic Samuel lo identifican bien los indígenas y le guardan enorme reverencia. Uno a uno pasa a saludarle. Él los bendice poniendo su mano en su cabeza. Más de uno se arrodilla para besarle la blanca túnica. Con ternura se refiere a ellos como “mis abejitas”.Es el obispo más querido en estas tierras, observa el padre Pedro Arriaga, porque se ganó el corazón de los indígenas con un trabajo de base. Por algo se ganó el mote del Caminante. Recorrió toda su circunscripción religiosa, en auto, a caballo o a pie. Incursionó en las comunidades más recónditas donde jamás había llegado un sacerdote.No es de extrañar la reverencia que se le guarda. A sus 83 años es fácil que se quede dormido en su silla. O al menos eso parece cuando cierra los ojos. Y de pronto, cuando escucha su nombre, los abre haciendo creer que sólo meditaba.Tatic Samuel dejó 40 años de su vida en estas tierras. De 1958 a 1998 fue el guía religioso de la mayoría de los indígenas de las doce etnias que existen en Chiapas. Sólo cuando cumplió sus 75 años se vio obligado a jubilarse, tal y como lo ordena la Iglesia.Aunque se fue hace casi diez años, en junio de 1998, siempre regresa a estas tierras. Y una vez más estuvo presente como en cada aniversario de la matanza. Su discurso es más radical comparado con el de otros líderes religiosos.“El arribo a la paz tiene que ser por el camino de la justicia, no de la impunidad”, suelta en cuanto se refiere al caso Acteal.El obispo llamó a la movilización de la opinión pública, de las acciones concretas para evitar que se repitan casos como el de Acteal.Quienes en ese momento lo escuchan, aplauden. Se emocionan al oírlo, al verlo.Pero el llamado de tatic Samuel contrasta con el de Arizmendi del día siguiente.En la homilía, Arizmendi acotó que se unía a las voces que siguen exigiendo justicia en la verdad, esclarecimiento definitivo de responsabilidades a todos los niveles, aunque también fue claro en advertir que eso debe hacerse, “no movidos por presiones de una parte de la opinión pública, sino inspirados en la palabra de Dios”.Llamó a perdonar, a no mirar hacia atrás, pues finalmente de la “justicia divina” no se salvarán los responsables de la matanza.“Dios no quiere que vuelva a repetirse un Acteal, ni en Chiapas ni en ninguna parte. Si en este mundo no hay justicia, de Dios nadie se burla, y tarde o temprano, de una u otra forma, hará justicia. Su juicio es lo que nos sostiene en la esperanza”, indicó.“No podemos estancarnos en el pasado. No hemos de reducir nuestras luchas sólo a acusar a los autores materiales e intelectuales de este crimen vergonzoso. Ciertamente no hay que ceder en la exigencia de justicia, para que este hecho no vuelva a repetirse, pero hay que mirar hacia delante”, reiteró.Y dirigiéndose a Las Abejas, les recordó que después de quince años deben “revisar su caminar” y “no perder la raíz”.“Surgieron a partir de la palabra de Dios, y es importante que no pierdan su raíz. Su fuerza ha estado y estará siempre en la unidad. Que no se rompa la unidad fundamental dentro de una legítima pluralidad de opciones, para mantenerse firmes ante el enemigo”, arengó.Pese a sus llamados, la consigna de “¡queremos obispos al lado de los pobres!”, retumbó durante la despedida a tatic Samuel.Arizmendi llegó a ocupar la diócesis que dejó Ruiz García en 1998, y desde esa fecha hasta hoy ha trastocado toda la red que dejó el ahora longevo obispo retirado en una pequeña iglesia de Querétaro.Ha removido párrocos de un templo a otro y los ha exhortado a limitarse a su papel religioso, a no involucrarse en lo político y social con sus comunidades.El más reciente cambio fue el del padre Pedro Arriaga, a quien el obispo Ruiz García dejó en Acteal luego de la matanza. En su lugar, Arizmendi nombró a Marcelo Pérez, un indígena tzotzil recién ordenado sacerdote y cercano a su línea pastoral.Al cumplirse diez años de la tragedia, Arizmendi removió a Arriaga con todo y la Compañía de Jesús. Le dio las gracias y lo envió a una parroquia altamente conflictiva, la de San Juan Chamula.Los orígenesPero Las Abejas parecen no hacerle mucho caso a Arizmendi, no olvidan que fue la rebeldía ante el estatus de opresión hacia las mujeres indígenas lo que les dio vida.El origen de Las Abejas data de 1992, cuando el movimiento zapatista aún no se levantaba en armas.En Tzajalchem, tres hermanos --Agustín, Catarina y María Hernández López— habían heredado 120 hectáreas. Pero como el derecho a la tierra entre las comunidades indígenas estaba vedado para las mujeres, Agustín buscó por todos los medios quedarse con todo. Ese conflicto provocó una controversia en toda la región.Se debatía si las mujeres tenían o no derecho a la tierra.Incluso hubo asambleas para discutir el asunto. En una de ellas celebrada en Tzajalchem, Agustín Hernández López sacó su arma y disparó contra una multitud que apoyaba a sus hermanas. Hirió a dos --Lorenzo y Nicolás-- y mató a uno, Vicente Hernández López.Jaime Schlittler Álvarez, un joven activista que estuvo en Acteal e indagó la historia, narra que aun “sin importar su responsabilidad directa en los actos de violencia, Agustín acudió al juez municipal y declaró que la culpa de todo el conflicto recaía en cinco individuos: Mariano Pérez Vázquez, Sebastián Pérez Vázquez, Felipe Hernández Pérez, Antonio Pérez Gutiérrez y Manuel Pérez Gutiérrez, todos de la comunidad de Tsajal Chen.Las acusaciones provocaron el arresto de los cinco, que fueron llevados al penal de San Cristóbal.Esta injusticia generó la movilización de 400 hombres y mujeres tzotziles, católicos y presbiterianos de diferentes comunidades del municipio de San Pedro de Chenalhó. Incluso “organizaron marchas para exigir la liberación de los presos”.El cronista recuerda que al observar que organizados podían hacer frente común a las injusticias, en diciembre de 1992 decidieron agruparse como sociedad civil bajo el nombre de Las Abejas.En un principio la conformaron 200 personas de ocho comunidades, todas de Chenalhó.En la actualidad integra a 43 comunidades de seis municipios, en su mayoría tzotziles: Chenalhó, Pantelhó, Chalchihuitán, Simojovel y Zinacantán, y uno tzeltal: Tenejapa.El activista refiere que las “comunidades Abejas” están regidas por una mesa directiva de siete miembros con sede en Acteal. Cada comunidad tiene su propio representante, un comité de educación, otro de salud, algunos patronatos --de agua o luz, por ejemplo--, y los problemas más graves se solucionan con la ayuda de un consejo de ancianos.Documentó que la lucha de las abejas se ha visto fortalecida mediante la creación de distintos proyectos productivos y de organización comunitaria:En 1999 se fundó la cooperativa Maya Winic (hombre maya) productora de café y miel. Para el 2001 se constituyó la cooperativa de producción de textiles Maya Antsetik (mujeres mayas).En 2003 se estableció, “en algún lugar del corazón de Los Altos, la Radio Chanulpom (Radio Abeja), que transmite en español, tzotzil y tzeltal a todas las comunidades Abejas”. Y para el 2005 se conforma el grupo de videoastas que hasta la fecha ha realizado diversas producciones.“La organización Las Abejas representa un movimiento de lucha pacífica que busca la autonomía y el respeto de los derechos indígenas”, concluyó Schlittler Álvarez.Irrupción de mujeresEl sábado 22, en el marco del décimo aniversario de la matanza, diez mujeres irrumpieron en el acto religioso para darse a conocer. Son líderes nombradas por sus propias comunidades.Según su opinión, al cumplirse 15 años de la fundación de Las Abejas, ellas son la raíz de ese caminar, que es su el reclamo al derecho a la tierra. Una de sus asesoras, la sicóloga Cecilia Santiago Vera, adviertió que ellas ya no irán detrás de los hombres de Las Abejas, de sus comunidades, “sino a la par”.Se trata de Elena Vázquez Pérez, María Luna Pérez, Micaela Pérez Pérez, Lucía Gutiérrez Pérez, Verónica Arias Pérez, Rosa Gómez Hernández, Virginia Arias Ruiz, Manuela Pérez Vázquez, María Vázquez Gómez y Ofelia Gómez Hernández.“Nosotras las mujeres hemos sufrido mucho. El gobierno no nos respeta. Para ellos las mujeres indígenas no valen nada, igual como los animales, como si no tuviéramos almas. No hay respeto por los derechos de las mujeres. Nuestra palabra no es tomada en cuenta. No hay forma para caminar y salir a estudiar o tener en nuestras manos nuestra tierra”, soltó Ofelia.“La migración de los hombres nos provoca doble trabajo. No tenemos buena salud. Hay muchos rumores contra nosotras las mujeres. Todavía hay paramilitares y soldados. Fue por culpa de ellos que murieron muchos aquí en Acteal, ese 22 de diciembre de 1997.Fueron nombradas líderes dentro del grupo Las Abejas en octubre del 2006, fue pero hasta abril de este año que se presentaron ante todos los representantes de las comunidades.Las Abejas ya han realizado cuatro talleres para analizar y estudiar la problemática de las mujeres en la región.Salieron de sus comunidades para llevar su palabra a otras regiones de Chiapas, al Distrito Federal y Guatemala. Y fueron las responsables de organizar el Encuentro Nacional contra la Impunidad, donde participaron tatic Samuel y Raúl Vera López.Después de recorrer 21 centros de organización de Las Abejas, ellas se dieron cuenta que todavía a las mujeres indígenas no se les reconocía plenamente su derecho a heredar la tierra, tampoco se les permite participar activamente en las reuniones del pueblo. Por ello propusieron “fortalecer la lucha pacifista en la región. Que se desarme a los paramilitares y se retiren los campamentos; se haga justicia y se conozca la verdad de lo sucedido en los desplazamientos y la masacre pues, con impunidad, el camino del perdón no es suficiente para tener paz”, finalizó Ofelia.

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