lunes, diciembre 03, 2007

Vergonzantes

Arturo Balderas Rodríguez

Después de ver el debate de los precandiatos del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos es difícil discernir si lo que prevalece es un sentimiento de preocupación o vergüenza frente a sus propuestas sobre migración. Preocupación, porque es evidente que el castigo es lo único que tienen en mente respecto de la forma de resolver un problema cuya complejidad requiere soluciones más sofisticadas que las presentadas. Para ellos el problema es cerrar la frontera y perseguir a quienes ya están en su país, trabajando en sitios en los que los estadunidenses no quieren hacerlo.

Vergüenza, porque la falta de consistencia en torno a sus convicciones se dio para demostrar quién era más vergonzante con su pasado. La forma en que tratan de complacer a los sectores más conservadores de su partido, deslindándose de la flexibilidad de su política migratoria del pasado, daba un poco de pena. Todos se daban codazos por exponer quién puede ser más “duro” con los indocumentados, entre las palmas de un auditorio que, con sus manifestaciones de beneplácito a sus ocurrencias para resolver un problema tan complejo, ponía de manifiesto la intolerancia que prevalece en amplias franjas de la población estadunidense.

Jorge Bustamante, comisionado especial de Naciones Unidas sobre la violación a los derechos humanos de migrantes y candidato al premio Nobel en 2006, se refirió al “subsidio” neto que los trabajadores indocumentados realizan a la economía estadunidense, debido a que sus salarios están por debajo del ingreso medio de los trabajadores documentados. Últimamente la realidad ha demostrado las dificultades que enfrentan las empresas por la falta de trabajadores que han salido, debido a las draconianas medidas o las deportaciones masivas.

Por lo visto, el tema migratorio domina las precampañas presidenciales. Lo preocupante es que las propuestas de la mayoría de los candidatos de uno u otro partido han girado 180 grados con respecto a la reforma migratoria integral que varios de ellos propusieron hace unos meses. ¿Qué pasó en ese lapso? Es algo que posiblemente puedan responder Lou Dobs, Bill O’Reilly y otros que, como ellos, calumnian y fomentan un ambiente de linchamiento de migrantes desde micrófonos y cámaras de televisión.

Quienes ahora se pelean por ser más arbitrarios con los indocumentados deberán considerar factores que tarde o temprano gravitarán en su contra: las protestas de los dueños de las empresas agrícolas, industriales, de servicios y de la construcción que no pueden sobrevivir sin la mano de obra extranjera, y las de millones de ciudadanos que se manifestarán en calles y urnas en favor de los derechos de esos trabajadores. De la forma inteligente en que estos últimos lo hagan dependerá el futuro de la política migratoria de un país para el que son imprescindibles las aportaciones de quienes llegan a ofrecer lo mejor de ellos: su fuerza de trabajo.

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