Pedro Echeverría V.
1. La vida es cara cuando tenemos que hacer grandes esfuerzos y sacrificios para mantenerla o conservarla. Mucho más cuando nada de lo que hacemos logra evitar los sufrimientos por hambre, desnutrición, enfermedades, falta de techo o vestido. Para empresarios y gobierno jamás ha existido la carestía de vida: ¿Qué significa que la tortilla aumente dos pesos si nunca la comen? ¿Qué importancia tiene para ellos que la gasolina suba unos centavos, que los frijoles, azúcar, leche suban unos pesos más si para ellos, que manejan millones en dólares, el peso no significa nada? A la clase dominante le importa un bledo; para ella lo único que hay que vigilar es que “el pueblo ignorante y manipulable” no salga a la calle a manifestar su indignación, que los “agitadores profesionales no se aprovechen de las circunstancias”. Por eso destinan mucho dinero para dar altos salarios al ejército y para repartir entre los partidos y los políticos.
2. La carestía no siempre es provocada por baja producción de artículos. Muchísimas veces son planeadas para que los grandes empresarios, con la complicidad del gobierno, obtengan ganancias extraordinarias. Les ha bastado con períodos cortos para retirar del mercado y acumular en enormes bodegas maíz, frijol, azúcar, harina y otros productos para luego, ante la escasez ficticia, sacarlos a precios duplicados. En el capitalismo hay mil y una formas legales, ilegales o criminales para hacer negocios; además que en las leyes siempre hay resquicios e interpretaciones para que los empresarios demuestren que son “muy respetuosos de la ley”. Por eso en esta coyuntura de introducción legal, pero desigual, de artículos aceptado en el TLCAN, el movimiento de los empresarios para asegurarse ganancias extraordinarias como intermediarios y especuladores, será imparable. El gran comercio obtendrá mucho más que el pequeño abarrotero.
3. Durante 2007, primer año del gobierno ilegítimo de Felipe Calderón, la canasta básica del mexicano –integrada por 42 alimentos y productos de limpieza e higiene personal– ha subido de precio en 35 por ciento. En diciembre de 2006 una familia requería 818.44 pesos para su adquisición, hoy debe gastar para los mismos artículos mil 103.63 pesos. Esta variación es siete veces superior al incremento que en el mismo periodo tuvieron los salarios contractuales o los que se pagan en la industria manufacturera, que fueron de 4.5 por ciento en promedio, según información de la Procuraduría Federal del Consumidor y del Banco de México, respectivamente. De este modo, y más allá de lo que oficialmente se reporta para este año, como el aumento de 3.9 en la tasa de inflación para el conjunto de la economía, los precios de los productos básicos han experimentado alzas inclusive superiores a ciento por ciento. (La Jornada)
4. Hace un año, según datos que proporciona el mismo periódico, La Jornada, el litro de aceite marca Capullo costaba 17.60 pesos y hoy ya se vende en 25.90 pesos, esto es, un aumento de 47.16 por ciento. Otro alimento fundamental en la dieta del mexicano, el frijol negro, pasó en el lapso analizado, de 9.60 pesos a 18 pesos el kilogramo, o sea, un aumento de 87.50 por ciento. El huevo registró un alza de 60.54 por ciento. En diciembre de 2006 el kilogramo costaba 9.96 pesos y hoy está a 15.99. Es también el caso de las galletas Marías. El kilogramo costaba hace un año 13.97 pesos y en la primera quincena de este mes se vendía ya en 21.54 pesos, un aumento de 54.19 por ciento. El kilo de carne molida podía comprarse hace un año en 45 pesos y hoy cuesta 64, un incremento de 42.22 por ciento. Estos datos duros nunca han beneficiado a los productores directos (que siguen en la miseria) sino a un puñado de grandes ricos.
5. Muchas veces los gobiernos presentan a propósito cifras muy engañosas respecto al desempleo, la inflación, la carestía, la pobreza. Nos dicen por ejemplo que no es desempleado aquel que haya obtenido ingresos uno o dos días al mes; que la inflación está bajo control “por ser muy baja”; que la carestía no es tal porque sólo es un problema exagerado por los medios de información, o que hay una reducción notable y permanente de la pobreza. Por ese motivo, aunque las cifras oficiales no son dignas de confianza no podemos echarlas a la basura; tenemos que usarlas para nuestros análisis pero siendo muy críticos con ellas. Si aceptáramos las cifras que el gobierno o el sector empresarial nos presentan, llegaríamos a la conclusión de que México es el país de la democracia, de la justicia y de la igualdad. Sin embargo, basta con sólo darse una vuelta por el campo y por amplios sectores de las ciudades del país, para ver la realidad que se quiere tapar.
6. Algunas cifras, por muy generales, pueden ubicarnos: La agricultura, según cifras oficiales, ha decrecido constantemente y juega un papel cada vez menor en la economía. En 2006 la agricultura representó tan sólo el 3.9% del PIB, [] mientras que en 1980 era el 7%, [] y en 1970 el 25%. [ ] El sector industrial, dicen, “se ha beneficiado de la liberalización del comercio”; en el 2000 la industria representó el 90% de todos los ingresos derivados de las exportaciones. [] Entre las principales industrias manufactureras de México se encuentra la industria automotriz (de multimillonarios mexicanos y extranjeros), cuyos estándares de calidad son reconocidos mundialmente. El sector de los servicios es el componente más grande del PIB: 70,5%, seguido del sector industrial en 25,7% (2006). El sector agrícola sólo representa el 3.9% del PIB. La fuerza laboral se ha estimado en 44 millones de personas de los cuales el 18% tiene empleo en la agricultura, el 24% en la industria y el 58% en el sector de los servicios (2003)
7. La realidad es que tanto el sector agrícola, como el industrial y de servicios están bajo el dominio de la élite económica y política de México que por su capital ha estado al nivel de los grandes consorcios extranjeros para asociarse. Por eso en el país las cifras siempre son “macro”, es decir, cifras generales donde se esconde fácilmente la extremadamente injusta distribución de la riqueza. Cuando se habla por ejemplo del ingreso per cápita de México, en la que se da la producción global y el número total de su población, no se dice que Slim, Azcárraga, Bailleres, Zambrano o Salinas Pliego se llevan a la bolsa diariamente 50 millones de pesos mientras cada uno de los trabajadores obtiene 50 pesos diarios; simplemente dividen la producción entre la población y salen ingresos iguales. Con este método se esconde o silencia la carestía, el desempleo y la miseria. Sin embargo, las mediciones internacionales independientes dicen otra cosa.
8. En México se han propuesto algunas acciones inmediatas para frenar esa carestía de vida que se hará más lesiva para el 80 por ciento de la población en los meses de enero y febrero: a) Exigir un aumento salarial de emergencia de un 10 por ciento (cuando en realidad debería ser de más del 150 por ciento), b) Instrumentar un programa de apoyo a los productores de alimentos básicos mediante el establecimiento de precios de garantía o de referencia, c) Que se revise (o se suspenda) el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), d) Impedir que en 2008 entre en vigor la cláusula de ese tratado que permite la libre importación de maíz y de frijol (sería suspender, porque ya entró en funcionamiento) e) Exigir que se aplique un subsidio urgente para que se reduzca el precio de la tortilla y f) Promover la aprobación de la iniciativa de ley sobre precios competitivos en contra de los monopolios. ¿Podrán solos los campesinos, mientras otras fuerzas de izquierda arreglan sus asuntos particulares?
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