Jorge Lara Rivera
Qué duda cabe: la realidad es terca y no se atiene a planes de nadie. Para no desdecirse, hechos y verdad literalmente corren paralelos. En materia de política esto es todavía, si fuere posible, más cierto.
Así, en el vértigo del sospechosamente apresurado reformismo energético que los operadores del Ejecutivo Federal, Georgina Kessel –secretaria de Energía– y el director de Petróleos Mexicanos –el carilindo Jesús Reyes Heroles junior (¿qué sentirá su padre?)– pretendían sustentar con su sesgado y catastrofista "Informe sobre el estado de PEMEX" (que no impide perciban sus elevadísimos emolumentos, dicho sea de paso), y cuando el ciudadano común (su servidor incluido. Uno que es pueblo no escarmienta y a veces se cree o necesita creer que los líderes a cargo son muy capaces y por eso ganan tan altos sueldos) pensaba que la propuesta de debate nacional era a todas luces razonable, se hizo inminente la posibilidad del ‘madruguete’ legislativo y de una simulación burda con un debate express.
Entonces los acontecimientos tomaron un giro inesperado: representantes del llamado Frente Amplio Progresista en el Senado ocuparon la tribuna y fueron emulados por los diputados. No hubo tal ‘secuestro’ como cacareaban los telenoticieros, pues los legisladores son representantes –en este caso de la segunda opción más votada– del Pueblo Soberano y pueden usarla y, técnicamente, dilatarse en ella sin que sea ilegítimo. Ojo con la reforma fascistoide que propone Germán Martínez, dirigente de, por supuesto, Acción Nacional, para impedir a pensamientos alternativos oponerse –creativa y pacíficamente– a cualquier cerrazón gobernante en el futuro. Luego se quejará de que haya quienes escojan la vía violenta.
Algo más de dos semanas duró el zipizape, en el que menudearon las bajezas de la oligarquía con sus spots hipócritas, el rasgar de vestiduras de reaccionarios (clero incluido) que no han dudado en hacer mil y una trapacerías, acostumbrados a salirse con la suya, pero dando prédica de ética los muy caraduras; vimos sesiones en un salón alterno y el ‘albazo’ que relevó al Ejecutivo de su obligación como mandatario de rendir cuentas, compareciendo de cara al pueblo, reduciéndose así esa obligación a mero trámite burocrático; al IFE, hacerse el tardadito sobre la nueva campaña sucia en los medios, al Partido Revolucionario Institucional fijar, ¡al fin!, su postura en el asunto (reformar el régimen tributario de PEMEX pero sin privatización ni ceder soberanía) y hasta cómo el presidente necesitó estar en los Estados Unidos (para su reunión con los socios del cuestionable TLC ) y desde allí formular comentarios absolutamente inoportunos sobre nuestros asuntos domésticos y faltar al respeto a legisladores que velan por intereses nacionales, los cuales no parecieran ser los de él. Por esos días, manos ‘anónimas’ –¿cuándo perdió su nombre el CISEN?– oportunamente filtraron a la radio fragmentos, convenientes al objetivo difamador, de una conversación sostenida por Andrés Manuel López con los legisladores perredistas ¡en el Congreso! (ya se ve cómo, a veces, no sólo el ciudadano común es ingenuo) a los cuales las televisoras quisieron hacer pasar como evidencia para favorecer la embestida mediática
Finalmente, las partes congresistas acordaron un plazo más sensato para el debate evidentemente trascendente, con calendario menos presuroso para la reforma necesaria (como quiere el PRI: sin privatización) y la normalidad en las Cámaras regresó. El país no desapareció, ni mucho menos –lo prueban las ejecuciones y balaceras cotidianas.
Pero a medida que comienzan las comparecencias y se aproximan las exposiciones en la Cámara, reviene la tentación satanizadora en los medios de información electrónicos (radio y T.V.), cuyo discurso es un monólogo abyecto del poder.
Por ejemplo, hará casi dos semanas en el programa E3 de los lunes, producido por Adriana Lajous (hija de otro ex director de PEMEX) para Televisión Azteca, que termina pasada la medianoche y donde acostumbran pontificar los, indudablemente, ilustres petimetres Jesús Silva-Herzog Márquez y Federico Reyes Heroles (¿suena conocido?) –quienes gozaron todos los privilegios de la Familia Revolucionaria en la era priísta, pero tan pronto la nave empezó a hacer agua corrieron a entregarse a la derecha y hoy la sirven, mercenarios, dando coartada ‘intelectual’ a excesos ‘gerenciales’ mientras se escandalizan como vírgenes en peligro de perder su virtud porque hay ‘naqueces’ como plantones, marchas, protestas campesinas y obreras en un país tan chic como el nuestro–, y otro sesudo pensador con opiniones propias menos soberbias y más maduras y cuyo nombre se me escapa. Pues bien, la verdad, con todo, el programa es interesante aun si los cosmopolitas ‘señoritos’ siempre vapulean a sus invitados. Excepto ese lunes.
Fue cuando convidados John Ackerman (de sólido bagaje cultural y claridad de pensamiento) y Jorge Zepeda Patterson (cuya noción representacional del México ‘invisible’ –sólo 40 millones de marginados: etnias, desempleados, grupos vulnerables– López Obrador encarna, sorprende), a quienes nadie puede tildar de nacionalistas, los tundieron desnudando los sofismas de sus argumentaciones, las verdades a medias que propalan los principitos, su malinchista percepción parcial del debate legislativo, su apresuramiento generalizador y su superficial concepto de ‘democracia’, mientras planteaban los enormes contrastes sociales y ponían en contexto la violencia light del EPR, advirtiendo del riesgo que conlleva cerrar las vías democráticas por tribunales y jueces insensibles que defraudan continuamente al ciudadano.
Y esa noche los juniors sabelotodos fueron arrinconados al punto de no poder rebatir y de exaltarse tratando desesperadamente de imponer sus ‘ideas’ al final o de ironizar burlándose de los invitados –pares con mundo y erudición, como ellos– sin conseguirlo; y a tal grado resultaron exhibidos que el flamante director de la publicación "Este país", visiblemente contrariado, cortó el programa de modo abrupto.
Tales signos evidencian que el orden es precario y la necesidad de estar bien informado, de ser crítico y de no dejarse impresionar por profesionales de la persuasión, por más ilustre que sea su linaje. Pero también demuestran que, en igualdad de condiciones, la infamia puede salir malparada. Alegra poder recordar en esta circunstancia a William Faulkner, quien afirma: "La verdad se abre paso por sí sola, mientras que para triunfar la mentira necesita de cómplices".
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