martes, junio 10, 2008

Obama


Barak Obama gastó 265 millones de dólares durante su campaña para la nominación del Partido Demócrata para la presidencia de Estados Unidos. El donante más importante fue Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más destacados del planeta, y le siguen poderosos representantes del capital financiero, como Citigroup, J.P. Morgan Chase y Union de Banques Suisses (UBS). El candidato del partido republicano, John McCain, apenas ha podido recaudar 96 millones de dólares y ya está preparando el camino para pedir financiamiento público. En Estados Unidos, los contendientes pueden optar por recibir fondos públicos y sujetarse a límites estrictos para la recaudación y utilización del dinero privado, o bien, rechazar los recursos públicos y tener las riendas sueltas para recaudar fondos de manera independiente. Todo parece indicar que Obama, el candidato del “cambio”, y no McCain, el candidato del status quo, es quien recurrirá sobre todo a las donaciones privadas.Pareciera que estos datos ponen en duda la naturaleza transformadora de la candidatura de Obama. ¿Será que el “fenómeno Obama” es únicamente una nueva forma de encubrir las mismas injusticias, desigualdades y tendencias imperialistas de siempre? ¿El hipotético gobierno de Barak Obama implementaría un cambio sustancial en relación con las ominosas políticas que caracterizaron la gestión de George W. Bush?La respuesta es simultáneamente sí y no. Por un lado, el candidato demócrata nunca ha ofrecido un cambio significativo en el modelo de acumulación económico vigente en Estados Unidos. Pueden estar tranquilos los grandes bancos de inversión que han financiado su campaña y que seguramente redoblarán su apoyo durante los próximos meses. Obama no tocará sus intereses ni coartará su libertad de acción.Por otro lado, al examinar las cifras con más cuidado nos damos cuenta de que, en total, el sector financiero únicamente ha contribuido con 19 de los 265 millones que Obama ha recaudado, 7% del total. La mayor parte del dinero con que cuenta viene de las decenas de miles de pequeños contribuyentes que realizan sus donaciones de manera individual, muchas veces vía internet y por montos reducidos de 10 o 20 dólares. El Center for Responsive Politics informó que más de 125 mil 774 personas físicas han contribuido con dinero a la campaña de Obama.Según el candidato, esta avalancha de pequeñas donaciones de ciudadanos comunes ha “democratizado” el sistema de financiamiento de las campañas políticas en Estados Unidos. Si continúa este masivo apoyo popular, tanto en el renglón de las aportaciones como a la hora de desarrollar sus políticas públicas, bien podríamos estar ante un escenario de auténtica transformación política en nuestro vecino del norte.Obama promete atender algunos de los problemas más relevantes que han afectado la economía y la política de Estados Unidos. Propone, por ejemplo, la aplicación de un seguro médico universal para todos los estadunidenses. Ya Michael Moore ha demostrado magistralmente en su última película, Sicko, la preocupante crisis del sistema de salud que acosa a los estadunidenses.El candidato del Partido Demócrata también se ha comprometido a retirar las tropas de Irak. Cada día más soldados y ciudadanos inocentes mueren en la inútil e injusta guerra del gobierno de Bush. La encuesta más reciente dada a conocer por CBS revela que únicamente 25% de la población aprueba el trabajo del actual presidente, mientras que 67% lo desaprueba. Estas cifras récord se deben en gran medida al total fracaso que ha resultado la invasión de Irak. Otra propuesta central de la campaña de Obama es la transformación del modus operandi de la negociación política en Washington, D.C. Ha ofrecido reglas mucho más estrictas para prevenir los conflictos de interés que puedan surgir entre los servidores públicos y los grandes intereses económicos. También busca reducir el poder de los cabilderos, quienes suelen actuar con impunidad.El primer candidato afroamericano a la presidencia de Estados Unidos muestra una gran preocupación por atender las necesidades de los más pobres y las minorías raciales. Dice que emprenderá una cruzada de renovación urbana, creará más trabajos bien remunerados y transformará el sistema de educación pública del país. Todo esto lo financiaría eliminando la evasión fiscal y suprimiendo los regímenes de excepción fiscal para los sectores más acaudalados.Las propuestas de Obama no son radicales, pero sí implicarían una transformación real en la política del vecino del norte. Bush Jr. ha sumido a Estados Unidos en un nivel de desprestigio internacional sin precedente y, al mismo tiempo, lo ha conducido a un fuerte endeudamiento público que ya lo encamina a una crisis económica de proporciones escalofriantes. La candidatura de Obama representa la esperanza de empezar a salir del hoyo en que se encuentra la nación.Cuenta Obama, además, con el carisma y la elocuencia necesarios para hacer efectivos sus compromisos. Aunque muchas veces sus discursos puedan sonar algo superficiales, caen como gotas de agua en el desierto para el público estadunidense, que se encuentra ansioso de un proyecto alternativo y de un mejor futuro. Y es precisamente este apoyo popular lo que podría permitir a Obama superar las presiones que seguramente surgirán de los grandes consorcios del capital financiero internacional que han financiado su campaña. l

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