martes, septiembre 30, 2008

Acostumbrarnos a la tortura

María Teresa Jardí

Podría entender, si no me causara a la par tanta alarma a la luz de otros datos que saltan a la vista, que Bush tumbó además de las Torres Gemelas, a Wall Street, con un usurpador. Ojalá y se diera marcha atrás en la venta de PEMEX pero esto pasa por la revisión de los ilegítimos e inmorales contratos de servicios múltiples. Y más alarmante aún me parece que pida que vayan Mouriño y Medina Mora sin exigir de inmediato y como premisa sine qua non la salida de Genaro García Luna convertido en un súper-policía con un poder que Stalin envidiaría.

A los “levantados”, es decir secuestrados, para ser desaparecidos forzadamente antes de ser asesinados, la mayoría. A los ejecutados impunemente siguieron los cortes de cabezas y a éstos los granadazos sobre una multitud indefensa.
Si la hipótesis de que se trata de ajustes de cuentas entre criminales fuera cierta, el aparato policiaco del sistema se cuidaría de no presentar brutalmente torturados a los “presuntos” responsables que, a los medios a modo, presenta.
La tortura volvió de manera cruenta y desnuda para ser exhibida por la telebasura como ejemplo aterrador de que a cualquiera le puede suceder lo mismo. Sin pruebas cualquiera es bueno para pagar por lo que hizo la policía a modo del sistema.
Volvió la tortura como escarmiento y como alerta. Volvió para que el pueblo entienda que el Fobaproa no se abre. Que a Roberto Hernández Ramírez y a los Fox y a los Bribiesca, que a la Sahagún y a la Gordillo… no se les toca.
Volvió. Está aquí. Cuarenta años de luchas se fueron a la mierda con la legalización del fraude y con la imposición, pactada por los partidos, de un usurpador fascista como cabeza del Ejecutivo federal despojado de toda dignidad, desarmada también la estructura ética de la presidencia mexicana que, a la mexicana, sobre dos pilares se tambalea: la corrupción como divisa y la impunidad como garantía de que la corrupción es la reina.
Descompuesta está la policía de los pies a la cabeza. Pero incluso así no deja de ser alarmante que no se ocupen ya ni de maquillar o al menos de lavar la sangre de las heridas de los “presuntos responsables” que presentan a los medios en calzoncillos.
Ni siquiera un usurpador tan poco inteligente como es Calderón puede no entender lo que esto perjudica a él y a su partido, a la derecha e incluso al fascismo. En el mundo también se ven las fotos y los videos.
Enterados tienen que estar en las instituciones a modo del sistema de que no dejan de llegar alarmantes correos de todos los rincones del planeta.
Claro que lo saben. Pero asumen el costo porque es necesario para que los mexicanos sepamos lo que sigue y nos espera.
Es la dictadura sin trámites, lisa y llana, incluso con un civil (usurpador en el caso mexicano) a la cabeza.

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