viernes, febrero 13, 2009

Amor

Alberto Híjar

Sorprendió al encuentro La Digna Rabia a principios de año la participación de Michael Hardt, compañero de Antonio Negri en la investigación y escritura de dos libros claves para transformar la historia: Imperio y Multitud. Habló del amor con su muy buen español para describir las cinco reducciones a las que ha sido sometido. La primera y quizá más poderosa es la reducción a la pareja sin más. Habría que añadir que la propaganda mercantil exige ignorar al mundo para amarse en pareja. La segunda es la unidad a partir de una cierta postulación de relaciones sociales como única posibilidad de vida. Tal es lo que hacen los fundamentalismos y el fascismo: quien no viva y crea como nosotros, dirían sus dirigentes, es nuestro enemigo y hay que acabar con él.
La tercera es la separación entre el eros como potencia integradora y el ágape como dimensión social de esa potencia. Para ilustrar la dialéctica entre estas posibilidades, Hardt citó al Che cuando escribe sobre el motor revolucionario para explicar el amor y con él la indignación. Lo importante, precisó Hardt, es quitarle la carga negativa a ese sentimiento espontáneo en apariencia para dar lugar a la dignidad. La cuarta reducción la atribuye a la Teología de la liberación y en especial a sus promotores Leonardo Boff y Gustavo Gutiérrez cuando hablan del amor como potencia de los pobres, con el peligro de orientar la caridad en una especie de pobrismo sin más. La quinta reducción sería la de la sensación inmediata altamente rentable por la industria de las sustancias maravillosas para alcanzar la plenitud del orgasmo. Contrapone Hardt el amor político o politizado, habría que precisar, como práctica creativa de relaciones sociales plenas.
El final de su celebrada exposición fue sobre la "construcción de encuentros en el común". Lo natural erigido como necesidad social y pleno respeto a la unidad del universo, Hardt lo advierte en las aportaciones de José Carlos Mariátegui cuando reivindica las tradiciones comunitarias indígenas de Los Andes arraigadas en la tierra, el agua, el sol. Aprueba Hardt las reflexiones del Grupo Comuna, heredero del Tupac Katari del que el actual vicepresidente de Bolivia Álvaro García Liniera fuera dirigente encarcelado. El grupo plantea la pregunta clave sobre la posibilidad de que la multitud pueda organizar el poder político sin necesidad del partido. El partido unifica pero uniforma y en cambio la multitud alude a los pueblos no homogéneos característicos de las formaciones sociales. Las guerras del gas y del agua probaron en Bolivia el poder constructor de la multitud, esa agrupación disímbola que René Zavaleta llamó sociedad abigarrada. Habría que tener claro que las formas comunitarias no son inferiores según el esquema del progreso positivista en el cual el Estado-nación capitalista sería el máximo logro histórico, económico, político y social de la humanidad, tal como nos enseñaron en las clases de civismo y de historia. Todo lo contrario: las formas comunitarias son en potencia la oposición a la mercantilización privatizada que sustituyen con el amor como don supremo constitutivo de la humanidad.
Antes que Hardt, Roque Dalton escribió desde su lugar poético y revolucionario un poema para un buen amor en donde afirma a la economía política como condición suprema para que la pareja entienda que la misma productora de la crema para embellecer hace el napalm que incendió niños y poblaciones enteras en Vietnam. Dice Roque: "cuando una mujer dice que el sexo es una categoría política puede comenzar a dejar de ser mujer en sí para convertirse en mujer para sí, constituir a la mujer en mujer a partir de su humanidad y no de su sexo". Esto es mucho más que reconocer "que el sexo es una categoría económica: basta mencionar la prostitución, las modas, las secciones de los diarios que sólo son para ella o sólo son para él". Así es la cosa, idiotas celebrantes del Valentine´s day.

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