miércoles, febrero 11, 2009

Columna Asimetrias ¿Genocidio por Omisión?



"Si los políticos no saben de economía y los economistas no saben de política, busquemos que nos gobiernen hombres y mujeres de sentido común".

Pierre Mendes-France.

I

Pocos no serían los mexicanos que se preguntan a sí mismos y a sus representantes formales en el Poder Legislativo --del Ejecutivo, ni hablar: no parece saber que hay una recesión de gran severidad en la economía-- acerca de los motivos por los cuales los personeros del Estado no atendieron los avisos que desde hace casi 27 años han anticipado reiteradamente el advenimiento de esta crisis.

Mas como no hay respuestas oficiales a esas interrogantes, esos mexicanos inquisidores curiosos --si no es que muy preocupados-- y suspicaces identifican a su modo y con magra información dura y exceso de desinformación y propaganda del Estado las causales de lo que está ocurriendo en la economía y sus consecuencias en lo social, lo político y lo cultural y, desde luego, en el futuro inmediato.

Y descubren, intuitivamente --es decir, sin metodología científica-- que la debacle económica está vinculada por las leyes universales del movimiento con la descomposición ocurrente, dramática y hasta espectacular, del Estado mexicano. Esa descomposición ha ido de lenta a rápida, de menos a más cuando Miguel de la Madrid resolvió cambiar de caballo en mitad del río, en 1982. La debacle es de origen priísta.

Cierto. Don Miguel decidió, aconsejado por Carlos Salinas y otros personeros del poder político de no tan triste notoriedad en la cultura de la tecnocracia mexicana al servicio de los intereses emblemáticos, trasnacionales e imperialistas, de Estados Unidos, dejar de súbito el rucio de la rectoría económica --planificación y regulación-- del Estado y se montó, ineptamente por cierto, en el jamelgo del neoliberalismo.

Desatinada decisión. Para empezar, no fue consultada al electorado, no obstante su enorme trascendencia presente --en ese entonces-- y futura (o sea hoy), pues el señor De la Madrid no discernió la trampa que los agentes subrogados del imperialismo --el señor Salinas y su ya, desde entonces, inevitable cofrade de inicua vena, Jose María Córdoba Montoya, y Emilio Gamboa Patrón-- y se enredó en ella. ¿Inocencia de don Miguel? ¡No! Estupidez.

II

Desde entonces, el Estado mexicano fue cediendo rápidamente sus potestades constitucionales a particulares del país y extranjeros. Esa abdicación fue criminógena: el señor Salinas, ya como presidente, negoció un Tratado de Libre Comercio de la América del Norte que violaba 36 artículos de la Constitución. Resolvió el conflicto en el Legislativo --los tiempos del "carro completo"-- modificando la Carta Magna.

Luego, Ernesto Zedillo cedió aun más facultades constitucionales del Estado mexicano hasta convertir a éste en un mero apéndice plutocrático. Vicente Fox --individuo de obvias patologías neuronales y evidentes desajustes psicológicos-- y desde hace dos años y dos meses Felipe Calderón han llevado a extremos la cesión de soberanía e incluso bloques enormes de territorio a particulares.

En esos casi 27 años --generación y media de mexicanos-- de modificación arbitraria, antidemocrática e imperativa de la naturaleza del Estado, realizada por el poder político a contrapelo de la experiencia histórica del pueblo de México, se adoptó una forma de organización económica --un modelo-- de capital, mercado y consumo en sus expresiones más salvajes, la de la desregulación, que ha resultado asaz antisocial y, ergo, inviable.

Allí se localizan las respuestas. Los personeros del Estado aquí identificados ignoraron que toda economía de capital, mercado y consumo tiene crisis financieras cíclicas y, por lo mismo, éstas son predecibles. ¿Por qué no se prepararon para ello? ¿Por ineptitud? ¿O soberbia? ¿Para no darle la razón a Andrés Manuel López Obrador? Si por omisión, ésta tipificaría delito; si por comisión, ésta sería rayana en genocidio contra el pueblo de México.

¿Genocidio? No, quizá, en su definición jurídica, pero sí en su definición moral, pues la crisis que estruja a los mexicanos con brutal severidad está destruyendo materialmente seres humanos al pauperizar su entorno y difuminar --sí, difuminar-- expectativas reales de movilidad en la red de capilaridad societal. Es violencia económica que deviene en una modalidad fiera de genocidio.

III

Esa violencia económica tiene varias vertientes, pero identifícanse dos principales:

La de la naturaleza nuclear y extendida, esencialmente salvaje, del modelo económico imperante, que depreda no sólo el contexto físico, geográfico, natural, sino también a los mexicanos, llevándolos, acorralados, hacia estilos de enajenación alienante al reducir sistémicamente su único asidero psico-cultural, el de la esperanza de que la carga sobre sus hombros se aligerará algún día por fiat divino.

Y la del diseño y aplicación de políticas orientadas a arraigar y fomentar la cultura de la apropiación alevosa de la riqueza que crean con su trabajo los mexicanos, cuya autoestima se contrae de tal manera que se asocia con una enajenación alienante social, combinando fuerzas negativas que sólo pueden escapar por las espitas del fanatismo metafísico, alentado estratégicamente por el polo fáctico de la religión organizada para fines de poder y negocios.

A esa violencia económica de carácter estructural añadiríase otra, la devenida de la ineptitud y corrupción de los personeros del poder político del Estado mexicano, representada en la omisión de aquellos aprestándose a salirle al paso a la crisis que varias veces --cíclicamente-- desde hace más de un cuarto de siglo anunció su arribo inminente, y atenuar sus efectos.

Y es que los primeros barruntos de la crisis que ya estaba llegando desde hace poco más de un año fueron, primero, desestimados, y luego, subestimados por los personeros del poder político del Estado; ya es parte de la vernácula de lo macabro la definición del secretario del despacho de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, de que México sufriría únicamente un leve "catarrito". Y otro hecho insólito: Hasta el Partido (de) Acción Nacional niega la existencia de la crisis.

Y lo insólito: ver al personero mayor del poder político del Estado minimizando efectos de la crisis: en el lapso de noviembre y diciembre de 2008 y enero de 2009 han desaparecido --esfumado-- medio millón de empleos, según información del propio Instituto Mexicano del Seguro Social. El desempleo resulta en cero consumo de bienes y servicios y, sin duda, rn la caída de la producción y la venta de ésta y cierre de empresas. El círculo se torna más vicioso. Perverso.

Y si a ello agréganse I) la inflación, II) la devaluación del peso con respecto al dólar estadunidense, III) el endeudamiento colosal por morosidad de obligaciones de los millones de mexicanos que en los últimos años han financiado su proletarización inexorable con tarjetas de crédito, y IV) la inseguridad social y pública, el paisaje entonces tórnase otro: deja de ser espejismo de lagos de ambrosía y dinero, certidumbre y seguridad nutrido por lloviznas de maná, y se ofrece, así, en cambio, cual pesadilla dantesca.

Por ello, el vocablo genocidio tiene atinencia. Es destrucción de un pueblo entero. Destrucción sistemática. La interrogante continúa siendo: ¿Por qué? ¿O para qué?

ffponte@gmail.com

Glosario:

Barruntos: Acción de barruntar. Prever, conjeturar o presentir por alguna señal o indicio.

Dantesca: en alusión a El Infierno, de Dante Alighieri.

Rucio: Aplícase a los caballos.

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