miércoles, febrero 18, 2009

Editorial. Se pasan. .

Año 6, número 2526
Miércoles 18, febrero del año 2009


Después de haber concentrado la violencia que vivimos en solo tres Estados de la República; lo que ya es una grave distorsión de la realidad para quien se hace cargo de las Relaciones Internacionales de la Nación.

La aclaración que a modo de disculpa, posteriormente manifestó a la prensa doña Patricia Espinosa, la hizo ver todavía peor. Porque si deja mucho que desear que con semejante cargo y responsabilidad ignore la delicada situación en la que estamos viviendo.

El que haya dicho que ella solo repetía lo que los responsables de la seguridad decían, quiere decir que al respecto no tiene opinión propia; y si la tiene, quiso deliberadamente engañar a quienes la escuchaban.

Lo que evidentemente no logró, pues por todos en el mundo entero es sabida la penosa realidad por la que atravesamos los mexicanos.

Las declaraciones de don Felipe, al igual que las que ambos personajes emitieron anteayer, no se quedaron a la zaga en materia de ignorancia y escándalo.

Primero, porque con una nueva versión, pero más majadera del ya popular “Ni te veo, ni te oigo”, don Felipe literalmente ignoró el discurso del Gobernador de Sinaloa, por no decir que lo ignoró a él, cuando éste le solicitó revalorar el precio del diesel. No se molestó ni en tocar el tema.

Cabiendo aclarar que la más numerosa flota mexicana de barcos de pesca está en Sinaloa y que éstos se mueven con diesel. De ahí el lógico interés del Gobernador de exponer el tema.

Posteriormente don Felipe dijo que iba a seguir cobrando el diesel como está establecido, pero que lo regresaría en impuestos. Lo que simple y sencillamente habla de más ignorancia, o de corrupción.

Porque cobrar dinero para regresarlo posteriormente, es sin duda una aberración administrativa; a menos que entre el tiempo de lo que se cobra y lo que se regresa, haya una utilidad soterrada que lógicamente hablaría de corrupción.

El paro de transportistas, aún no habiendo sido total, ocasionó incontables pérdidas al Pueblo y al Estado. Si finalmente el dinero lo va a devolver en impuestos, es a todas luces más sano evitar los problemas. No hay necesidad de seguir exponiendo a la Nación a más confrontaciones.

Además de que el Estado mexicano ya no es ni la sombra del Estado fuerte que imponía su voluntad. Hoy ya no tiene forma de hacer valer su autoridad. Si no hay arreglo querrá decir que México les importa poco.

Y si bien es cierto que el más prudente es siempre el primero que cede, parece que en cualquier momento se puede producir la chispa que incendie el bosque. Porque el caso es que cada vez estamos peor en la realidad y mejor en el discurso.

Y todo en medio de una simulación democrática en la que el Pueblo siempre acaba pagando los platos rotos.

Pues como bien dijo Fedro: “En un cambio de gobierno, los pobres si acaso cambiamos el nombre del amo”.

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