martes, marzo 10, 2009

Periodicazos

Periodicazos

Empiezo a creer que alguien me lee. Transcurridos dos años y 100 días se precisan las características peculiares del actual gobierno. Entre ellas destaca, porque ayuda a entender la política del presidente Felipe Calderón, su abstención o lentitud de actuar frente a los hechos, en contraste con la velocidad de reacción ante las críticas periodísticas. El estímulo no es lo que pasa mal, sino la censura pública por no acudir en su remedio. Entonces se ejerce el poder.
La semana pasada escribí: “R.I.P… ante una avalancha de insultos un silencio de mea culpa ha sido la respuesta mexicana a la denuncia hecha por el nuevo gobierno de Washington”. Cité una frase del primer informe de derechos humanos del Departamento de Estado bajo la jefatura de Hillary Clinton: existe “impunidad y corrupción en todos los niveles del gobierno de México”. ¡En todos! Por mucho menos que eso los gobiernos de Argentina, Venezuela, Ecuador y China protestaron hasta el límite de los términos permitidos por el lenguaje diplomático antes de suspender relaciones.
Pasó menos tiempo entre mi denuncia y una reacción oficial que entre la diatriba de Washington y esa columna.
El señor Calderón, más cauteloso que indignado, se abstuvo de rechazar el insulto y se los devolvió pasteurizado: “El tráfico de drogas en Estados Unidos también obedece a un fenómeno de corrupción de autoridades americanas”. No dijo “todas”. Pero no se trata de analizar lo que dijo, solamente de ubicar su respuesta como consecuencia de una columna de EL UNIVERSAL y no de la serie de improperios del Departamento de Estado. Duele más un golpe de tinta en el papel que un jalón de orejas desde la metrópoli pretendida.
Reviso más de 100 Bucarelis (éste es el 103) con la terquedad del gambusino que busca otras vetas de lo mismo y encuentro similitudes curiosas.
“¡Qué canija casualidad!”, fue el título del 10 de marzo de 2008. Se comparaban dos anuncios iguales (casi) de Pemex para explotar nuevos pozos. En el de consumo nacional no se mencionaba la palabra “alianzas”, aparecida en el portal de YouTube. “Borran la palabra, mantienen la intención. Aliarse es aunarse… El verbo aliar es sustituido por transformar”. En la columna se ponía en evidencia un doble lenguaje sospechoso. Fue entonces cuando el presidente Calderón se lanzó al ruedo y desvió de un capotazo la embestida del toro con un quite: “El petróleo es y seguirá siendo de los mexicanos”. Ante el estruendo mediático la iniciativa petrolera cambió.
“Martínez” se llamó la columna del 22 de diciembre de 2008, sobre la publicada una semana antes, también en EL UNIVERSAL, por el presidente nacional del PAN, que consideré “inaceptable” por ser judeofóbica, basada en injurias comunes y calificando a filántropos como merecidas víctimas del estafador Madoff: “También a un grupo de obras de beneficencia (los estafadores limpian sus culpas con regalos de caridad) de la comunidad judía”. “El señor Martínez no es un ciudadano cualquiera —escribí—. Es uno de los alfiles del presidente Calderón… Es el jefe del partido en el poder… No creo que el Presidente lo avale. ¿O sí?”. Seguramente por órdenes de su jefe, el señor Martínez publicó, al calce de un artículo posterior, algo así como una disculpa dimensionada a la mínima moda sexenal, en que alega haber sido malinterpretado, no tener chueca intención y sí respeto al judío, “ese pueblo noble”. Conforme a la criptografía en uso deduzco que frente al “¿O sí?”, don Felipe dijo “No”.
El Bucareli del 16 de febrero de 2009 se llamó “No creo”.
Termina: “A la hora de escribir esta columna el señor Téllez despacha en su ministerio quitado de la pena. Si fuera otro país ya estaría en su casa… Dicen que la credibilidad es como la virginidad: cuando se pierde, se pierde. No tanto. El ‘no te creo’ puede corregirse, cambiarse con hechos concretos. Uno valioso sería respetar las opiniones ajenas. Otro, barrer la casa”. Tal si fuera otro país, el señor Téllez está en su casa y el señor Calderón barrió parte de la suya, penitencias impuestas por el escándalo, no por los pecados. Aprovechó la escoba para meter bajo la alfombra algunos mendrugos extraviados.
No todos los Bucarelis son igual de milagrosos. En “El mensaje”, publicado el 29 de diciembre, proponía que en el de fin de año, el Presidente anunciara un recorte de 50% de su salario y “se cancelen las prestaciones, gastos y sobresueldos o cualquiera otra retribución, llámese como se llame, que derive en mi beneficio”. Tal vez no hubo suficiente alboroto previo a la difusión de la idea. No se descarta.
Como dije al principio: algún despistado lee de vez en cuando Bucareli, calle grata de caminar.

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